Cuando Marco Rodríguez era un adolescente tenía poco optimismo: pensaba que “iba ser un gato más en el mundo”. Nació en una familia conservadora, en Uruguay, donde las ideas revolucionarias no eran bien vistas. Él fue el primero en romper esa tradición familiar. Dejó la iglesia y se involucró con movimientos guerrilleros. Fue por eso que muchos vaticinaron que no le iría bien en la vida.
Vivió en Argentina y en Suecia. De Europa viajó a El Salvador durante los años de guerra. Su misión fue “apoyar las organizaciones campesinas”. Tomó un fusil y se fue a una montaña de Chalatenango. Como muchos internacionalistas que intervinieron en el país e incluso mataron salvadoreños, finalizó la guerra y se quedó en El Salvador. En el primer gobierno del FMLN se hizo funcionario.
Durante estos años se le ha visto muy activo en los medios de comunicación. Le encanta la polémica improductiva de las redes sociales. Muchos lo han criticado porque a veces se gasta el tiempo peleando con cuentas troll.
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A veces se le olvida que es funcionario y actúa impulsivamente: ofende a quienes lo ofenden. Olvida la prudencia. El lunes pasado, por ejemplo, respondió de manera reactiva a un usuario de Twitter que le dijo “extranjero indeseable”.
En seguida le respondió: “Cabal eso dicen los gringos racistas cando ven a un indio como ud en sus tierras. Y seguro q entonces ud se siente humillado, pero aqui los imita”.
Eso desató una avalancha de críticas. Por dos cosas: por llamarle indio de una manera despectiva a un salvadoreño y por decir “gringos racistas”.
Horas después, Marcos Rodríguez escribió otro tuit: “Claro q en USA tmb me ven como indio latino y eso no me humilla xq me siento orgulloso de ser lo q soy: latino y rebelde como quienes siempre han luchado por nuestra identidad y soberania. Si me molesta y me parece ridiculo q aqui tmb me discriminen. Ni modo”.
Las críticas han continuado. Pero Marcos Rodríguez, quien desde las montañas de Chalatenango pasó a Casa Presidencial como secretario de Transparencia, lejos de ofrecer una disculpa pública, continúa justificando sus errores.
En las redes sociales muchos se preguntan «¿a cuántos indios salvadoreños habrá matado durante la guerra?”