Antes de salir de sus casas, diariamente muchos salvadoreños piden al Dios de su corazón, al Ser Superior (como cada uno lo concibe) poder ir donde van y regresar a sus casas con bien; otros claman porque les alcance el dinero de la quincena. Y una gran mayoría reza para encontrar un trabajo.
Aunque las diversas encuestas lo reflejan, el salvadoreño no se necesita sondeos de opinión pública para saber que la inseguridad y el desempleo son dos de los principales problemas que agobian a la gente.
Cuando fungía como presidente de la República, Mauricio Funes, tuvo un programa llamado “Conversando con el presidente”, el cual usaba para despotricar contra sus adversarios. Quizá por su poca elocuencia, los asesores crearon al presidente Salvador Sánchez Cerén un acto, que actualmente se lleva a cabo cada quince días, denominado “El Festival del Buen Vivir”.
La presidencia selecciona un municipio, a su conveniencia, y lleva servicios básicos de salud, ayuda a instituciones y el mandatario habla ante un grupo de personas, entre ellas gente llevada por el gobierno.
Pero el sábado pasado, en el Puerto de La Libertad, el presidente Salvador Sánchez Cerén sorprendió –a algunos porque muchos ya están acostumbrados a sus “metidas de pata”− al asegurar que “El Buen Vivir” es espiritual.
“El Buen Vivir es un cambio cultural, es un cambio de una sociedad, de tratar de una forma diferente a nuestro semejante, de tener tolerancia, de tener valores, de saber convivir con los demás. Es una filosofía que se construye en el seno de la sociedad, pero la sociedad, significa un cambio de cultura, abandonar la búsqueda del bienestar propio sin pensar en el bienestar del otro”, afirmó.
Las redes sociales se inundaron de inmediato de críticas hacia el presidente y muchos recordaron el nepotismo en el actual gobierno. Hay funcionarios que tienen a casi toda su familia en cargos públicos. Además, el mandatario y su familia gozan de seguridad del Batallón Presidencial las 24 horas del día.
También el gobierno cuenta con familiares del gobernante; asimismo, incluso se han creado plazas ad hoc para políticos que han finalizado sus periodos en cargos públicos para que tengan un salario.
La crítica se centra en que por lo visto hay dos tipos de “buen vivir” en el país. La de la cúpula del partido en el poder –el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional− y la del pueblo de a pie, incluyendo entre estos últimos a la mayoría de militantes farabundistas.