Antonio Saca tiene las manos amarradas. Está vestido de blanco, de su hombro cuelga una toalla del mismo color. Calza unas chancletas. A su lado están sus amigos, en las mismas condiciones, en el mismo lugar. Están en una bartolina policial de San Salvador. Ahí han permanecido encerrados durante casi tres meses. Sus rostros son serios, parcos, deprimentes. Es de madrugada. En unos minutos serán llevados a una celda del Penal La Esperanza.
***
Un año. Hace exactamente un año el expresidente Elías Antonio Saca fue capturado y encarcelado por delitos de corrupción. Primero estuvo en una bartolina policial. Luego fue enviado a una celda del Penal La Esperanza. Ahí se encuentra. En una celda. Encerrado.
Fue detenido mientras celebraba la boda de su hijo Gerardo Saca. Estaba en un salón de fiestas de Antiguo Cuscatlán. Ahí llegó un grupo de policías con una orden para capturarlo a él y a otros de sus exfuncionarios que se encontraban en la ceremonia.
Saca no es el primer expresidente salvadoreño que es enviado a prisión. Hace apenas tres años, Francisco Flores fue capturado y enviado a la cárcel. Flores fue presidente de 1999 al 2004. Lo sustituyó Saca. Pero, en 2014, diez años después de haber dejado la presidencia, Flores fue acusado por actos de corrupción. Murió días después de haber sido enviado a juicio.
Pero Flores no fue el primer presidente que conoció el ambiente de una celda. A finales de 1948, un grupo de militares, liderados por el entonces Mayor Oscar Osorio, le dio un golpe de Estado al presidente Salvador Castaneda Castro, quien fue encerrado en una cárcel y juzgado por un Tribunal de Probidad. Estuvo más de un año en prisión. El caso no tuvo un desenlace judicial. Fue liberado por el presidente Osorio bajo el argumento de conciliar a la nación.
Otros presidentes también han estado encarcelados. Pero no por corrupción. Osorio, por ejemplo, fue capturado en 1960, acusado de conspirar contra el régimen de José María Lemus. Estuvo en una bartolina junto a un grupo de presos políticos y luego fue sacado del país. Irónicamente Osorio había elegido a Lemus para que lo sustituyera en el Gobierno.
Antonio Saca está preso desde hace un año. Lo acompañan un grupo de amigos: el círculo más cercano de funcionarios cuando él estuvo en el poder. Además, en el Sector Nueve del Penal de Mariona, donde se encuentra el expresidente y sus amigos, también está el exfiscal general, Luis Martínez. Hasta hace unos días también se encontraba el cómico locutor Max González.
La rutina
Antonio Saca no está en cualquier lugar de las deterioradas cárceles del país. Se encuentra en el Sector Nueve del Penal La Esperanza, conocido como Mariona. Es una zona VIP. Ahí tiene su rutina. En un artículo publicado por el Diario de Hoy, el pasado 30 de marzo, se describe parte de las actividades del expresidente en el penal La Esperanza. Los lunes, desde muy temprano, recibe visitas. Los rostros más frecuentes son los de sus familiares y abogados. Luego se le ve por los pasillos en compañía de sus amigos. De vez en cuando conversa con otros reos que están en fase de confianza. También se detiene a platicar con custodios.
En ese sector la comida es diferente. No es tan mala. La provee la misma empresa, pero es distinta. Por ejemplo, en el citado artículo se detalla que en ocasiones Saca recibe una pequeña hielera con frutas y platillos mejor preparados.
Otra de las cosas que se detallan es que Saca, y sus amigos, duermen en camas de doble colchón. Las celdas no están hacinadas. Son limpias. El ambiente es diferente. Eso sí: están bien vigilados, hay cámaras por todos lados.
Una fuente informó a Diario1 que Saca y sus amigos también invierten su tiempo en lecturas. Estudian leyes penales y constitucionales del país. Eso para fortalecer sus conocimientos y enfrentar el proceso judicial en su contra.
La acusación
La Fiscalía General de la República (FGR) acusa al expresidente Saca de desviar y lavar 250 millones de dólares del tesoro público entre los años 2004 y 2009. En ese período fue presidente de El Salvador. Fue el último mandatario por el partido ARENA.
Los fiscales acusan a Saca de ser pieza fundamental en una gigantesca maquinaria de corrupción. La operación, según los acusadores, ocurrió así: cuando Saca llegó a la presidencia aprobó el reglamento interno de “funcionamiento para el manejo, control y fiscalización de los fondos públicos, gastos reservados y secretos de la Presidencia de la República destinados a las actividades de inteligencia, clasificación, manejo y protección de la información y deber de guardar secreto de los colaboradores designados para el manejo de los gastos reservados y secretos”.
El expresidente ha esgrimido que ese fue un decreto ejecutivo que respaldaba una partida de dinero para los gastos reservados, por ejemplo, para el funcionamiento del Organismo de Inteligencia (OIE).
Pero de acuerdo con la acusación fiscal, desde que el reglamento entró en vigencia, Saca firmó 60 cheques de la Cuenta Institucional Subsidiaria del Tesoro Público a nombre de Élmer Charláix Urquilla, entonces secretario privado de la Presidencia. Éste lo depositó en dos cuentas a su nombre: una en el Banco Agrícola y en el Banco Davivienda. Ese fue el primer desvío de fondos. Ascendía a casi 16 millones de dólares.
En el año 2006 ordenó a Francisco Rodríguez Arteaga, jefe de la Unidad Financiera Institucional (UFI) de la Presidencia, y a Pablo Gómez, técnico de la UFI, abrir 14 cuentas: el primero abrió diez y el segundo dos en los bancos Citibank e Hipotecario. Según la Fiscalía, entre los dos movieron 251 millones 297 mil 412 dólares.
Saca firmaba los cheques para Arteaga y Gómez. Ellos los depositaban en sus cuentas para posteriormente transferirlos a las cuentas de Saca, su esposa, sus empresas y a las de sus socios o amigos. Las empresas del exmandatario son: Promotora de Comunicaciones, Grupo Samix, Radiodifusión de El Salvador, Radiodifusión de Usulután y Stereo 94.1 FM.
Ese es el núcleo central de la acusación. Los fiscales también han presentado otras pruebas. Además, recientemente lo acusaron por el delito de soborno.
Saca continúa preso. Hoy cumple un año.