El Salvador
viernes 20 de diciembre de 2024

Cacería de policías: Las pandillas desafían al Estado

por Redacción


Las sociedades desesperadas cometen errores que después lamentan. La historia está plagada de ejemplos.

Las pandillas han declarado la guerra a los policías y a los miembros de la Fuerza Armada. Pero principalmente a los agentes policiales. Esta carnicería humana se ha incrementado en las últimas semanas y mantiene en zozobra no solo a la Policía Nacional Civil (PNC), sino que a toda la sociedad.

Aunque no se reconozca oficialmente, para muchos ya es una guerra. Otra guerra fratricida. Los grupos pandilleriles pretenden poner de rodillas al Estado para poder negociar, tácticas de guerra que ya ha sufrido la población en el pasado. El luto, dolor y muerte es el pan de cada día nuevamente.

Y es que los salvadoreños cada día caen más en la desesperación. A todo nivel, la idea de huir del país aumenta.

Los políticos populistas están intentando aprovechar esta coyuntura. Hablan de matar a todos los pandilleros. Y los que están en el otro polo pregonan que los pandilleros son víctimas de una sociedad injusta, que  no hay oportunidades.

No faltan los que sugieren, o piden directamente, que la gente se arme para defenderse, aunque no se dan cuenta que ello significaría que estaríamos frente a un Estado fallido.

Pero lo que la mayoría no se da cuenta es que cada persona, con sus pensamientos y actitudes violentas, está sembrando el germen de una guerra, de una autodestrucción, según analistas que no se atreven a salir en televisión porque serían lapidados públicamente, ya que es fácil echar la culpa a los demás y no hacerse responsable de nuestros actos.

Las sociedades desesperadas cometen errores que después lamentan. La historia está plagada de ejemplos. Los venezolanos eligieron un caudillo llamado Hugo Chávez y ahora están envueltos en una vorágine de violencia, una crisis que para muchos solo podrán superar con la salida de Nicolás Maduro.

Los guatemaltecos, llevados por una crisis por la galopante corrupción, eligieron a un comediante como presidente de la República. Ahora lo quieren meter preso por corrupto.

Los salvadoreños no nos hemos quedado atrás. Tenemos a un presidente (que para muchos nos merecemos) que vive en otro plano, en otra dimensión.

En El Salvador, las pandillas se fortalecieron con la tregua avalada por el gobierno. Esto lo dice desde un ciudadano común hasta el Fiscal General de la República. Se hizo un pacto con el diablo. Con el afán de ganar una elección se le vendió el alma al diablo. Y en este punto no solo es culpable el partido oficial, ya que oposición también cayó en este error.

Sin duda alguna el país enfrenta una crisis de seguridad. Ya nadie se siente seguro en las calles, incluso en sus casas. Los pandilleros matan policías aun sabiendo que está siendo grabados por cámaras de videovigilancia, como el caso de este lunes en Santa Tecla, donde en plena ciudad segaron la vida de un policía.

En este contexto, otro de los problemas que enfrenta la sociedad salvadoreña –y que no le echen la culpa a los demás, sino que es lo que se ha sembrado− es la falta de verdaderos liderazgos. Hoy por hoy, no hay políticos evolucionados que puedan guiar a este pueblo a salir del desierto. Todos quieren lo mismo: poder, para satisfacer sus debilidades humanas.

El tema de seguridad debería ser objeto de un análisis serio, sin intereses mezquinos políticos. ¿Estará la clase política preparada para verdaderamente hacer esto? ¿Los que están estancados en su evolución pueden guiar a un pueblo a un mejor estadio de vida?