El periodista Héctor Silva Ávalos publicó en Séptimo Sentido de La Prensa Gráfica un artículo en el cual se refiere al vicepresidente Óscar Ortiz, al expresidente Mauricio Funes, al exdirector de la PNC Mauricio Sandoval y a Medardo González, coordinador general del FMLN.
Habla sobre las reacciones de estos personajes ante señalamientos de corrupción. A continuación se reproduce el artículo textualmente:
Podrían, al menos, ser originales. Hablo del vicepresidente Óscar Ortiz, del expresidente Mauricio Funes, de Medardo González, coordinador del FMLN, y de Mauricio Sandoval, exdirector de la PNC: escuché o leí a los cuatro decir, ante señalamientos por corrupción, ineficiencia, amistad con narcos o con empresarios-amigos que gustan de registrar sus compañías en refugios fiscales, que todas esas denuncias contra ellos eran campañas orquestadas o similares.
El expresidente Funes no dudó en acudir a sus redes sociales o a cuánto micrófono les prestaron para decir que los indicios de enriquecimiento ilícito que había encontrado la Sección de Probidad de la Corte Suprema, y que luego retomó la Fiscalía General al abrirle un juicio civil, eran parte de una campaña orquestada, fraguada por la “derecha oligárquica”.
Tras un programa de televisión al que lo invitaron el lunes pasado, Sandoval dijo que todos los señalamientos en su contra tenían motivación política. Entre esos señalamientos está, además de tolerar y empoderar a varios de los oficiales más corruptos en la historia de la PNC, que Sandoval cuadruplicó su patrimonio personal mientras fue director de la Policía.
Medardo González también ha preferido hablar con frases hechas antes que explicar por qué su partido, el FMLN, que administra el Ejecutivo y el erario público, es miembro fundador de Alba Petróleos, la compañía que abrió ocho compañías “off-shore” en Panamá para, entre otras cosas, no pagar impuestos al fisco salvadoreño.
Y luego está el vicepresidente Óscar Ortiz, quien en 2000 entró en asocio con José Adán Salazar Umaña, alias “Chepe Diablo”, supuesto líder del cartel de Texis y nombrado en 2014 capo internacional del narcotráfico por Washington. Al responder por el tema, Ortiz se escuda, también, en lo de la campaña orquestada, y además miente: uno de sus principales argumentos es que la sociedad está inactiva de 2001, aunque en el Centro Nacional de Registros consten compraventas de terrenos a su nombre aun en 2010 y 2012.
La táctica es burda: intentan poner la culpa en otro lado –en los periodistas que escribimos sobre esto o, en otro dejo de originalidad, en “fuerzas oscuras” que nunca llegan a identificar– para evitar, a toda costa, hablar de la culpa propia. Todo esto implica, casi siempre, mentir con descaro. En realidad estos funcionarios se esconden sobre un silencio atronador, el que les impone el peso de señalamientos que, en realidad, no saben cómo desvanecer.
Por eso no leeremos en la cuenta @FunesCartagena una explicación sobre sus gastos de casi $20,000 en zapatos de lujo. Eso no lo podrá explicar nunca un hombre que, desde el cinismo calculado, intentó construir su perfil político montado en la figura de Monseñor Romero.
Por eso no escucharemos a Sandoval hablar, en entrevista alguna, de los $1.3 millones que sumó a su fortuna personal mientras la PNC se desempeñaba hacia el desastre de corrupción e ineficiencia desde el que hoy pretende combatir los años más duros de la violencia de posguerra. $1.3 millones, suficiente para pagar a 254 agentes del nivel básico durante un año.
Y por eso seguimos sin escuchar del vicepresidente Ortiz una explicación coherente sobre las compraventas que realizó hace menos de un lustro con la sociedad en la que su nombre aparece junto al de “Chepe Diablo”.
Campañas orquestadas son las que estos funcionarios suelen armar para desviar la atención de sus culpas. Hoy lo hacen desde cuentas de Twitter, las suyas o las de funcionarios públicos pagados con el erario público, o desde “troll centers” y blogs montados solo para eso, para retuitear las mentiras, o a través de medios y periodistas cómplices.