Desde las cárceles, en octubre pasado los cabecillas ordenaron a los pandilleros presupuestar medio millón de dólares para comprar armas de grueso calibre en los enormes mercados negros que funcionan en El Salvador y Centroamérica. ¿Para qué las necesitan? Es que desde hace algún tiempo seleccionan a los miembros de las clicas mejor adaptados a la violencia para entrenarlos militarmente y luego emplearlos como sicarios especiales que se dedicarán a matar a figuras de la vida pública mientras a otros los enviarán a zonas estratégicas de la costa desde las que controlarán las rutas de tráfico de armas y drogas.
La Mara Salvatrucha (MS-13), el Barrio 18 y el resto de pandillas no actuarán cada una por su cuenta como los acérrimos enemigos que la población está acostumbrada a ver. Es un hecho que se han organizado en una especie de cúpula conocida desde hace cuatro años como la Familia o, más recientemente, la Gran Pandilla 503. Es un paso dado que las acerca cada día más a convertirse en una mafia al estilo de la Cosa Nostra en Italia o la Mafia Mexicana que controla las cárceles del Sur de Estados Unidos.
Esa es una de las rutas que han tomado las pandillas, según un estudio del Centro de Investigación Científica de la Academia de Seguridad Pública (ANSP) que presentó a la comisión de Seguridad de la Asamblea Legislativa el académico Herard Von Santos, basado en entrevistas a analistas de la Unidad de Inteligencia Policial y en otras fuentes.
“Ya no se tatúan ni hacen los ritos violentos de iniciación sino que mandan a su personal a cualificarse y los sacan de las comunidades que están bajo el foco de atención de la PNC”, explicó el también historiador militar. Ejemplo de los niveles de sofisticación es que las autoridades han detectado que algunos pandilleros han sido formados en la codificación y descodificación de códigos que utilizan para mandar mensajes a otros o que, en ciertos lugares, han pedido levantar censos poblacionales para saber si entre sus vecinos habitan policías, militares, custodios penitenciarios o familiares de estos para ser los primeros que asesinarán cuando los cabecillas ordenan incrementar el número de homicidios diarios como medida de presión para el Gobierno de Salvador Sánchez Cerén.
“La mayoría de fuentes consultadas prevé que habrá mutación a una mafia en la que también interviene el crimen organizado”, afirmó. Agregó que las pandillas reclutan o contratan servicios de soldados retirados o exguerrilleros –que participaron en la Guerra Civil de los años 80- para adiestramiento militar. Señaló que eso lo han confirmado decenas de noticias que muestran las tácticas castrenses que emplean criminales en enfrentamientos con agentes policiales.
También tienen otra ruta: devenir en grupos armados irregulares al estilo de los cárteles de la droga en México que siembran el terror en poblados enteros a través de horrendos asesinatos y se financian con el narcotráfico, extorsión y la trata de personas. Fuentes de inteligencia tienen videos en los que se ven a pandilleros formados en escuadras y pelotones recibiendo entrenamiento físico, militar y de otro tipo que pudieron haber recibido en el sur de Guatemala donde es conocido que Los Zetas tienen una especie de bastión o incluso en Honduras donde empiezan a arraigarse. “Las pandillas han desplazado a los tradicionales narcos a partir del control territorial que han ganado”, expresó. En las fronteras vecinas, agregó, están tratando de ganar espacio en tierra, mar y aire para controlar el paso de las drogas y las armas.
La tercera opción en el estudio prospectivo es que debido a las muertes en enfrentamientos con policías y militares los liderazgos están en crisis y poco a poco quedarán sin palabreros que tomen los mandos medios; a eso se sumará la pérdida de credibilidad por la que atraviesan algunos miembros de la organización que llevan un ostentoso modo de vida a costillas de sus compañeros que todos los días enfrentan la cárcel, la muerte y una vida en miseria.
Von Santos urgió a los diputados a crear un ente legislativo que trabaje de la mano con otro gubernamental y que éste a su vez recolecte la información de inteligencia policial, militar, penitenciaria y del Estado para que la información sirva de insumo en la creación de nuevas leyes.
Rodrigo Ávila, diputado de ARENA, recordó que la Policía Comunitaria no puede funcionar ya que el control territorial no está en manos del Estado sino de las pandillas. “No hay participación ciudadana porque la gente está muerta del miedo”, dijo.
Misael Mejía, del FMLN, consideró más probable que la ruta de las pandillas sea la descomposición interna como consecuencia de la guerra que les declaró el Gobierno.