La Corte Suprema de Justicia (CSJ) ha abierto el concurso para la plaza del nuevo director del Instituto de Medicina Legal (IML) que sustituirá al polémico Miguel Fortín Magaña cuyo periodo en el cargo vence el 31 de diciembre.
En un comunicado en la cuenta de Twitter, la Corte señala los requisitos para el cargo: graduado de abogado, doctor en medicina, química, biología o carreras afines, de preferencia especializado en salud pública o políticas institucionales, capacidad para planificar y trabajo en equipo, elevada capacidad de análisis y síntesis de información técnica y administrativa, hábil para exponer resultados de peritajes forenses, buenas relaciones interpersonales ya sea con alternos, subalternos y funcionarios, así como destreza en consulta de leyes.
Entre las características personales menciona: salvadoreño, mayor de 35 años, moralidad, honradez, competencias notorias, sensibilidad social, alto grado de discreción, confidencialidad, lealtad a la institución, compromiso con la transparencia y disponible para dedicarse al trabajo incluso fuera de las horas laborales.
Fortín Magaña asumió interinamente la dirección de la institución adscrita al Órgano Judicial en noviembre de 2010 cuando llegó la presidencia de la Corte el magistrado José Belarmino Jaime. Periódicamente daba a conocer los balances de las muertes violentas lo que le hizo entrar en una polémica con el entonces presidente Mauricio Funes.
En 2012 la Asamblea había nombrado como presidente del Órgano Judicial a Salomón Padilla, afín al FMLN, que lo despidió. Un par de semanas después la Sala de lo Constitucional de la Corte lo amparó bajo el argumento que había sido destituido sin justificación legal.
A principios de marzo dijo públicamente que le había diagnosticado cáncer y que pensaba en el retiro. El 23 de septiembre de este año anunció que no pensaba competir por mantenerse en el cargo, no por darle gusto a quienes lo presionan, sino porque quiere descansar y dedicarse a su clínica privada de psiquiatría.
En una entrevista televisiva dijo que, durante su periodo como funcionario, a veces no lograba distinguir las conductas de algunos mareros y algunos políticos. Aseguraba, además, que nadie le iba a pisotear el honor al acusarlo de haber robado un centavo del erario o tratado mal a sus subalternos o pacientes.