Josué Alvarado es un empresario que exporta productos nostálgicos a Estados Unidos, su segunda casa desde mediados de la década de los años ochenta luego de huir a ese país porque su vida estaba en peligro durante la guerra.
Originario del departamento de La Unión, Josué proviene de una familia cristiana evangélica que se dedica a la agricultura y la ganadería. Tras enfrentar las vicisitudes que pasa todo inmigrante en Estados Unidos, haciendo uso de su determinación y constancia, logró construir casi de la nada una empresa que ahora es exitosa.
¿Por qué un empresario exitoso incursiona en la política como candidato a diputado? Josué tiene una visión de país y busca contribuir a solucionar los problemas que más afectan a los salvadoreños. Considera que los esfuerzos que hasta ahora ha hecho a través de una organización sin fines de lucro no son suficientes y que desde la Asamblea Legislativa puede ayudar más.
Josué Alvarado –candidato a diputado de San Salvador por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) − fue calificado de “loco” por algunos de sus amigos cuando se enteraron que se involucraría en política porque con ello se “metería al fango”. Al respecto, afirma: “Me costó tomar la decisión, pero estoy claro que no lo hago por poder ni dinero si no por ayudar a incidir directamente en las políticas a favor de los más necesitados”.
¿De dónde es originario?
Nací en el departamento de La Unión, pero desde los 6 años estudié en San Miguel, donde crecí. Vengo de un hogar cristiano, mi padre es un agricultor (siembra algodón y es ganadero) y en el año 1985 me toca salir por cuestiones de la guerra. Yo salí cuando tenía 30 años.
¿Por qué se fue a Estados Unidos?
Yo ya estaba establecido con un pequeño negocio. En el curso de la guerra, por razones no específicas a mi persona, hubo algunas confusiones. Una de ellas fue en tiempos de los escuadrones de la muerte que me confundieron con un guerrillero que tenía un carro igual al mío; entonces le dieron seguimiento y llegó el día que tenía que morir. Un excompañero de colegio mío les dijo que no era yo.
En ese tiempo tenía ya dos hijos, uno de dos y el otro de tres y medio años. Yo hacía recorridos para ver el ganado y la guerrilla mató a un trabajador en un vehículo en el que me movilizaba.
Entonces, ¿cuándo salió hacia Estados Unidos?
El 11 de octubre de 1985 salí para Estados Unidos. Tomé la decisión de irme con toda mi familia. Me fui a empezar de cero, tocando puertas de amigos, pero la familia cuando uno va allá en plan de quedarse solo te reciben; llamas y dicen qué bien, qué bueno, gusto de oírte y ya no hay más. Una cosa es cuando uno va a pasear porque lo llevan a ver los monumentos, etc. Pero cuando uno va en plan de quedarse la gente sabe que es costoso.
¿Cómo fue el inicio?, ¿en qué trabajó?
Comenzó la realidad para mí. Me salían empleos pero el dinero no me alcanzaba. Tomé la decisión de tocar las puertas de apartamentos y casas donde vivían los salvadoreños. En compañía de un primo hermano, con una cajita en la que llevaba harina para hacer plátanos y tortillas, vendía a domicilio esos productos.
En una ocasión, un matrimonio que nos abrió la puerta dijo: pobrecitos estos muchachos, qué les va a dar lo que hacen, mejor que busquen trabajos part-time. Y mi primo dijo: no, si mi papá o mi familia ve esto, les va dar pena y lástima; mejor me voy.
Posteriormente algunos salvadoreños me empezaron a decir: consígame horchata, queso, y así ellos comenzaron a hacer la línea nuestra de productos. Un año más tarde pasamos a servirles a las tiendas y a las bodegas latinas y después a los supermercados. Y ahora a nivel nacional en todos los lugares donde hay salvadoreños en Estados Unidos.
Usted patrocina una organización en el país que ayuda a jóvenes…
Hace cuatro años estamos con el proyecto “Trabajemos por la paz” en la rehabilitación de jóvenes que han estado expuestos a la violencia. Tenemos 575 muchachos que se han rehabilitado y ahora son útiles a la sociedad, están incorporados en una iglesia y tienen trabajo. Todo eso es porque me debo a los salvadoreños que dieron el apoyo para que naciera y creciera y fuera lo que es Río Grande en Maryland y ahora a nivel nacional.
¿Qué experiencia tiene con este proyecto?
En este periodo de cuatro años de trabajo en las áreas marginales del país he podido conocer de primera mano la necesidad que tiene nuestra gente. Por medio de este proyecto hemos conocido La Campanera, Distrito Italia, Soyapango, Apopa. Lo que estoy haciendo sé que es efectivo pero veo que vamos despacio a lo que se puede lograr. Así nació la idea de meternos en este proyecto político.
¿Su empresa está instalada en el país y exporta?
Aquí tenemos la empresa, la agricultura, ganadería y la manufactura de los productos. Estamos enlazados con todo lo que producimos en el campo, lo manufacturamos y la exportamos. Hacemos toda la operación de sembrar el maíz, procesarlo, tenemos un cultivo que sacamos de 4 a 5 cosechas por año con su sistema de riego especial.
Tenemos todos los derivados de maíz, por ejemplo, procesamos tamales de elote, riguas, pupusas. La empresa está en San Martín con 350 empleados, hay temporadas que se llega hasta 500. El 80% del personal son mujeres cabezas de hogar y esa es la parte que estimula porque se está dignificando a muchas mujeres que trabajan.
¿Sabe del desprestigio de la política y que corre riesgos?
Mucha gente me dijo que estaba loco y que me metería al fango. Me costó tomar la decisión, pero estoy claro que lo hago no por poder ni dinero si no por incidir directamente para hacer cosas que puedan favorecer a los más necesitados del país.
Sé los riesgos y los estoy corriendo tanto con mis empresas como personal, pero vale la pena por mi gente. Me debo a los salvadoreños allá que crearon y ahora compran nuestros productos en Estados Unidos y Canadá.
¿Qué iniciativas apoyaría desde la Asamblea Legislativa?
Estamos interesados de llegar a la Asamblea Legislativa con propósitos claros para incidir en la gente que realmente más necesita. Como cristiano que soy, tengo bien definido que hay que apoyar la familia, principios y valores; tenemos necesidad de crear empleos y esto nos lleva a que tenemos que poner más atención a la seguridad. Al haber estado trabajando con los centros de rehabilitación nos hace conocedores de este problema. Queremos aportar, para poder crear empleos dignos para nuestra gente, en primer lugar, también tenemos que combatir la violencia. Cuando hablo de combatir me refiero desde los orígenes, las causas que generan la violencia.
No es posible que en un país no podamos convivir. Tengo la observación, y me doy cuenta de primera mano, sobre lo negativo y la apatía que hay contra los políticos. Y esa es la barrera más difícil que me está tocando manejar.
¿Tiene idea a lo que se está enfrentado?
Definitivamente sé a lo que me estoy enfrentando. Pienso que realmente podemos ser una luz en la Asamblea Legislativa. Ser luz para alumbrar y que muchos puedan identificarse. Porque soy de los que piensa, y quizás el término no se oiga muy agradable para los políticos de turno, que cuando todos estamos con ropas sucias no marca la diferencia entre uno y otro; y yo espero poder ser luz en medio de esa situación y otros hombres y mujeres en la Asamblea se puedan sumar al equipo.
Pero eso no es fácil…
Sé que no es fácil. Alguien puede decir: tú no sabes a lo que te estás metiendo y por eso hablas así. Pero tengo convicciones claras, principios y valores, que sí es posible. Hay cosas en qué trabajar, sumar gente, dialogar, que pongamos interés. Pienso que la situación crítica de violencia que vive nuestro país, si tuviéramos la sensibilidad y la decisión de trabajar en serio para solucionar la violencia, se podría resolver para que venga inversión y generemos empleo.
Tenemos que deponer los intereses personales y de grupo para alcanzar la tan anhelada paz.
Amo este país, nací en este país y quisiera terminar mis días en este país. Me da tristeza y dolor oír personas que dicen “yo no voy a regresar a El Salvador. Qué voy a ir a hacer a un país con violencia».
¿Usted sería un enlace con salvadoreños en el exterior?
Aparte de temas de familia, empleo, agricultura y el desarrollo de la industria, en mis propuestas llevo trabajar para hacer ese vínculo. Una de mis objetivos es hacer un vínculo con salvadoreños en el exterior, ya que hasta el momento solo somos vistos como remeseros o nos buscan únicamente para campañas electorales.
¿Qué opina de la reforma migratoria?
Creo que merecen tener la oportunidad y que tanto el gobierno central como la Asamblea Legislativa podamos gestionar algún fondo para que tengamos gente haciendo lobby en beneficio de los salvadoreños. Me comprometo hacer la gestión para sentarnos con senadores y congresistas y dar un paso a la legalización. Recientemente estuve trabajando con el equipo de Bob Menéndez en el Senado y me decían: aquí alguien tiene que estar haciendo lobby.
¿Por qué escogió al PDC para lanzar su candidatura?
Después de las pasadas elecciones presidenciales, un grupo de pastores y líderes empresariales, que tuvieron a bien que yo los representara con una fórmula presidencial, se comenzó a pensar en la formación de un partido político pero ya no había tiempo para estas elecciones. Entonces, tocamos las puertas a todos los partidos que tuvieran principios y valores similares a nosotros y fue así como hablamos con varios y el PDC nos dio la apertura.
Cuando son estructuras formadas es difícil que lleguen extraños, pero tenemos cosas en común, sobre todo principios, y eso me da la confianza de estar en el partido y esperamos seguir siendo compatibles.