Después de la guerra, uno de los crímenes que más conmocionó al país fue el asesinato y violación de la niña Katya Natalia Miranda Jiménez. Desde el 4 de abril de 1999, fecha en la que ocurrió este hecho abominable, la madre de la pequeña ha exigido verdad y justicia.
Hilda María Jiménez, en compañía de su otra hija, Marcela, huyó hacia Estados Unidos, donde ha vivido desde hace 15 años. Ahora ha regresado al país y se presentará como candidata a diputada de San Salvador bajo la bandera del Partido de Concertación Nacional (PCN) en las elecciones legislativas y municipales de marzo de 2015.
Con perseverancia, constancia y tenacidad, Hilda Jiménez sostiene que lucharía desde la Asamblea Legislativa para que se aprueben leyes a favor de la niñez, la juventud y los adultos mayores. También dice que no dudaría en denunciar públicamente cualquier presión para votar en contra de sus principios o actos de corrupción.
Diario1.como conversó con la madre de Katya Miranda sobre por qué aceptó la candidatura, qué piensa hacer en ese órgano de Estado, sus sentimientos, el exilio en Estados Unidos, la justicia, la venganza, sus creencias religiosas, el perdón, principios y qué le diría a Carlos Miranda, abuelo paterno de la niña asesinada y acusado de cometer este crimen, si lo tuviera enfrente.
Desde hace 3 años le propusieron la diputación. ¿Por qué ahora aceptó?
Del año 2010 a 2012 yo estaba trabajando para el ministerio de Relaciones Exteriores. Y sentía que tenía una parte de mi gente, de mi pueblo, en el lugar de exilio forzoso que me tocó vivir. Me encantó estar en el consulado porque podía ayudar, servir a los salvadoreños, y a la vez estaba contenta porque se había dado una condena, el 16 de marzo de 2011. Entonces realmente creo que aunque yo haya andado evadiendo, cuando Dios dispone algo eso se cumple. Porque yo tal vez no estoy preparada, pero tengo la voluntad de aprender. Para mí esto es totalmente nuevo y yo le agradezco al licenciado Manuel Rodríguez (secretario general del PCN) que me haya abierto la posibilidad para optar a este cargo, que lo considero sumamente importante. Estoy consciente que es un nuevo reto, una decisión de gran responsabilidad; también estoy consciente de las críticas que ya comenzaron pero de igual forma en aquel tiempo yo estaba contenta porque habían sido 12 años de lucha y por fin mi espíritu estaba tranquilo, en gozo, en paz.
Habla de un exilio forzoso. ¿Cuál es su estatus migratorio en Estados Unidos? ¿Tiene asilo político?
Sí, tuve asilo político, después residencia. Ya debería ser ciudadana, pero no. La verdad yo siempre he estado pensando en mi país. Pues me vi obligada a irme.
Tengo entendido que el coronel Arturo Armando Molina era primo de su papá. ¿Proviene de familia de militares?
Él y otros más. También mi tío, un gran empresario, el dueño de la Lido, Raúl Molina Martínez, quien también fue candidato a vicepresidente de la República.
¿Cómo ha sido su vida en Estados Unidos estos últimos 15 años?
Eso es lo que precisamente hace decidirme. Primero fue Dios quien me manda a mí que ya no podía negarme más. Me ha tocado vivir 15 años lo que todo salvadoreño ha vivido. Que tienen que huir por la violencia, la impunidad que existe en este país; así nos tocó a mi hija y a mí, nos violentaron todos nuestros derechos y a ella más que todo, una niña. Entonces, ya viví lo que es estar en el exilio por pedir verdad y justicia para un caso. Ya viví lo que a todo salvadoreño le toca vivir en Estados Unidos.
¿Cómo qué?
Primero, la soledad, el trabajo. Por 9 años no podíamos venir a nuestro país; eso fue terrible para mí.
¿Por cuestiones legales o de seguridad?
Por cuestiones legales, definitivamente. Primero nos fuimos con una visa, luego los terremotos de 2001, eso nos dio la bendición de poder optar al TPS (Estatus de Protección Temporal, por sus siglas en inglés), después el asilo político.
¿Entonces, usted no se fue de acá ya con asilo como se dijo?
No, no, en absoluto. Es más, nos fuimos con camiseta, jeans y sandalias. Es totalmente falso que me fui con asilo. Sé que van a venir críticas fuertes, las vi ya, decían que yo me había lucrado del caso de mi hija y que por eso me habían dado el asilo. La gente habla sin fundamento, eso es muy triste porque no saben qué nos tocó. A mí me tocó llegar a barrer, limpiar baños. Lo hice con gran honor porque eso no me desmerece en absoluto, al contrario, y mi hija tuvo que ir a tocar puertas de casa en casa para vender la suscripción de un periódico, La Opinión de Los Ángeles. Era una angustia que mi niña de 15 años tuviera que andar exponiéndose. Y al fin le dije no más. Pagué por el TPS, por el asilo político, la residencia, nada ha sido gratis en Estados Unidos. Ya ciudadanía se puso muy cara y no tenía fondos para hacerlo.
¿No ha estado viviendo con solvencia económica en Estados Unidos?
No he estado en el paraíso. Quiero que la gente conozca a Hilda Jiménez, que comprenda que Hilda no se fue a vivir la gran vida a Estados Unidos por el caso de su hija. Eso es lo triste, no solo me mataron a mi hija, sino todos los sueños que había alrededor de nosotros y la posibilidad que mi hija creciera en su país natal.
¿Cuáles sueños?
Una mamá, por ejemplo, siempre quiere ver a sus hijos graduados, profesionales. Incluso también Marcela, tiene 23 años, ya es mamá. Aquí mis hijas hubieran tenido la posibilidad de graduarse de bachilleres e ir a la universidad.
Ahora se tendrá que regresar al país y habrá una separación con su hija.
Ella me lo solicitó. Sé que hay una separación. Pero ¿por qué ella me lo dice? Pensando en sus dos hijos. El recuerdo que tiene mi hija de El Salvador es cuando vino a servir de testigo. Yo quiero que mi hija venga otra vez a su país sintiéndose segura, en otro ambiente. Ella se siente orgullosa de pensar que su mamá va seguir luchando por la verdad y la justicia.
Usted dice que una de las motivaciones para aceptar la candidatura fue la justicia. ¿Qué podría hacer desde la Asamblea Legislativa?
Yo sé que aquí la política todo mundo la percibimos como corrupta, sucia, y tienen razón. La gente habla sobre lo que percibe que están haciendo las personas en las que pusieron toda su confianza con el voto. Yo sé que va ser difícil, pero pienso que es la única manera a través de una curul en la Asamblea Legislativa y, por supuesto con asesores que me ayuden a impulsar nuevas leyes. Y una que desde 2009 hemos estado pensando es que no caduque un delito en 10 años. Entonces, si Dios me lo permite, voy a ir a trabajar en unión con las personas con las que les he estado pidiendo justicia durante 15 años, leyes que no sean tan fácil de doblar para que permitan que los criminales queden en libertad. Pero yo sola no puedo hacer nada. Ya el pueblo es consciente de eso.
Tiene la misma percepción de muchos ciudadanos sobre la política salvadoreña. ¿A usted no la va absorber el sistema?
No, porque mis principios no están en venta.
¿Usted denunciaría si la quisieran obligar a votar en contra de sus principios?
Por supuesto que sí. Yo creo que desde el momento que el licenciado Rodríguez se acercó a mí, sabe quién es Hilda María del Carmen Jiménez Molina. Cuando él me hace a mí la propuesta sabe, de mi persona y conoce que así como prácticamente me enfrenté sola al sistema judicial, a todos los sistemas terribles de este país, de igual manera lo haría.
Si conociera casos de corrupción en la Asamblea Legislativa, ¿lo denunciaría?
Claro que sí. Por supuesto. Es que la obligación de …
Eso lo dicen todos los candidatos
Sí, sabe una cosa. El licenciado Rodríguez no va dejar mentir. Hasta este momento no me he sentado a preguntarle cuánto sería mi sueldo si Dios y el pueblo salvadoreño me dan la oportunidad de llegara a ser diputada; no lo sé, ni me interesa. Porque lo que a mí me mueve es la falta de justicia, la impunidad que ha existido. No es lo mismo hablar teóricamente cuando no le ha tocado a usted, cuando a usted le aprieta el zapato, entonces va actuar diferente.
¿Usted es religiosa o espiritual?
Soy cristiana católica, toda lo vida lo fui. Y le agradezco a Dios Todopoderoso que yo haya estado en una vigilia cuando sucedió eso (muerte de su hija). Pertenecía a la parroquia Nuestra Señora de Los Ángeles de la colonia Costa Rica. Y estar tan cercana a Dios todos estos años, eso me tiene con vida, aquí sentada. No me tiene ni en un cementerio ni en un manicomio. Habrá críticas, lo cual está bien que las haya, pero como Él dice “yo te mando que seas fuerte y valiente, donde quiera que tú vayas yo estaré contigo”. Si yo sé que ando actuando bien, con la verdad, no tengo miedo. Carlos Miranda está libre, yo no siento nada por ello, Dios me dio esa gracia. Lo he dicho públicamente, lo dije en una reunión de mujeres, yo perdono a los que hayan tenido que ver directa o indirectamente con el asesinato de mi hija. Los perdono. Y esto no es porque Hilda María del Carmen es un ángel, no, no. Esta es una gracia que Dios me ha dado.
¿Llegar al perdón fue un proceso?
Sí, fue un proceso. Pero siendo sincera, después de ocho, nueve años, me decían que perdonara, yo me ponía a llorar. Y me daba una cólera terrible. Pero eso llegó con el tiempo y Dios me bendijo con dos nietos preciosos, que me devolvieron la alegría, la sonrisa, y ahora tengo que ver por esos niños también.
¿Albergó sentimientos de venganza?
No, eso no, jamás. Yo lo único que quería era verdad y justicia.
¿Quién es Dios para usted?
El ser principal en mi vida, el espíritu principal.
¿Usted cree en la justicia divina?
Amén, sí. Es más, me contaron que el señor Carlos Miranda estaba enfermo. Yo en un momento dije: él me tiene que pedir perdón. A la persona que me dijo, solamente le respondí: primero Dios que él se arrepienta, si es que lo hizo, de lo que hizo, si él quiere pasar a mejor vida. No, no, no deseo nada malo, me considero una mujer de fe, fortaleza.
A su juicio, ¿cuál es la diferencia entre justicia y venganza?
La venganza para mí, antes de hablar de la justicia, viene de un sentimiento negativo. Puede ser causado en un pequeño inicio por el mismo dolor por el que se ha pasado, pero pienso yo que es un sentimiento amargo. Le doy gracias a Dios que nunca lo he tenido. Justicia es lo totalmente opuesto. Jesús vino a la Tierra a impartir justicia, a enseñarnos la verdad y la justicia; jamás, él pensó en venganza.
¿Qué opina de la inmunidad parlamentaria?
No estoy de acuerdo, no debería existir.
Si usted llegara a ser diputada y si se pudiera renunciar a la inmunidad, ¿dejaría voluntariamente ese privilegio?
Sí. Porque me considero una persona incapaz de cometer un delito. Entonces, no creo que tenga necesidad de una inmunidad.
¿Cómo ve la percepción de la gente ante el anuncio de su candidatura?
Muy bien. Por ejemplo, hoy fui a la alcaldía de San Salvador, que es de ARENA, y la gente se acercó a saludarme, incluso los agentes de seguridad que estaban en la entrada. Pero estoy consciente que habrá muchos comentarios positivos y negativos.
¿Está preparada para la crítica?
Estoy preparada. Pero para mí, es el único camino para servir y ayudar en lo que no se me negó por 15 años.
¿Usted siempre ha mantenido sus pensamientos en el país?
Toda la vida. No es lo mismo ir a pasear a que se lo impongan, y que le prohíban regresar a su tierra; es terrible.
La prohibición por asuntos legales o por cuestiones de seguridad
No podía venir por la inseguridad. Si me dieron el asilo político porque les comprobé, ellos ni saben quién es Hilda Jiménez; aquí la gente me conoce por la denuncia pública, ellos ni sabían, les tenía que comprobar el peligro que corría si yo seguía aquí.
¿Cómo se define Hilda Jiménez?
Una mujer de fe, de lucha, de gran compromiso con la niñez , la juventud salvadoreña, con los buenos hombres, que son la gran mayoría, y el adulto mayor. Soy una mujer comprometida con la verdad y la justicia.
Si tuviera enfrente a Carlos Miranda, ¿qué le diría?
Lo vería a los ojos, ya lo tuve enfrente, ya en 2011. Pero ahora otra vez que ya salió ojalá que él un día, si es que no lo ha hecho todavía, hable con su consciencia y le pida a Dios perdón. Mi hija, conociendo a mi criatura, desde el momento que abandonó su cuerpo, estoy segura que lo perdonó.