Tras abandonar al FMLN histórico en 1992, con la firma de los Acuerdos de Paz, Roberto Cañas se dedicó por completo a la docencia universitaria. Sin embargo, motivado por la organización ciudadana “San Salvador Corazón de la Nación” decidió abandonar la pasión educativa para lanzarse por el ruedo político capitalino.
Cañas asegura que, antes de asumir la candidatura, “hice mis cuentas” y comprobó la experiencia, formación, sobre todo, su desmedido amor por San Salvador y su interés por servirle: “Yo no vengo a ver si puedo aquí si no porque puedo vengo”, sentencia el también analista.
Desde su pequeña oficina en el segundo nivel de la antigua casona que albergaba al Partido Demócrata Cristiano (PDC) -en el centro de la San Salvador-, Cañas se siente muy confiado que logrará el triunfo en los comicios del 2015. Para ello, habla de un plan municipal centrado en los ejes de seguridad, desarrollo y democracia.
Además de su estrategia, el analista dice representar movimientos socio-políticos de España, Estados Unidos, Colombia, Ecuador y Venezuela, entre otros, donde se denota el cansancio del electorado frente a los partidos tradicionales y opta por propuestas políticas nuevas, diferentes.
¿Cuándo se inscribe en el CD para participar como candidato?
Esto tiene una lógica totalmente diferente a la lógica de selección de candidatos en los partidos tradicionales. La lógica tradicionalista de los partidos es que la cúpula extiende el dedo y dice: “este va a ser el candidato” y, entonces, va la cosa de arriba para abajo.
En el caso mío fue de abajo para arriba ¿por qué? Porque yo, realmente, en todos estos años me he dedicado a la educación. Mi pasión ha sido educar, soy un profesor universitario de tiempo completo, y hoy lo estoy dejando porque uno no puede sentarse en dos sillas al mismo tiempo, en una tengo que estar. Hoy estoy en la candidatura a alcalde y voy a dejar la silla de la educación, que me duele mucho hacerlo porque las cosas como la política, la educación y hacer el amor hay que hacerlas con pasión. Entonces, viene un movimiento que se llama “San Salvador Corazón de la Nación”…
¿Que lo presentó en el Salvador del Mundo?
Sí, allí empieza la historia en su parte formal. En la parte más privada, estos actores de la vida política de la ciudad, donde hay empresarios pequeños, vendedores, señoras de los mercados, grupos de distintos sectores sociales, me dicen: “Roberto, tú por qué no participás en política. Nosotros hubiéramos esperado que fueras ministro o algún cargo importante”. Yo les digo: “lo que pasa es que yo no soy elegible”. Por supuesto que me interesa participar en política porque yo dediqué 22 años de mi vida a la política y ha sido mi pasión; en la educación invertí otros 22 (años) y tenía 22 cuando empecé a hacer actividad política, entonces, allí se puede hacer la cuenta de mi edad.
¿66?
64 voy a cumplir, hoy en noviembre. Soy escorpio de los de hueso colorado de noviembre.
Bueno, de hueso colorado hasta políticamente…
Eso sí.
Pero, ¿por qué dice que no es elegible? Si usted siempre ha sido importante en la izquierda.
Pero el FMLN no me toma en cuenta, por eso le digo que no soy elegible. Por eso no puedo ser ministro, por el partido que está en el gobierno. En ese partido yo no tengo cabida, no porque yo no quiera si no porque estoy fuera de ser considerado para ocupar algún cargo.
Pero usted siempre ha sido vinculado con el FMLN.
Yo soy orgullosamente miembro del ‘FMLN histórico’ que terminó el 16 de enero de 1992. Hay un FMLN histórico del cual yo me siento orgulloso, como está en el discurso de los Acuerdos de Paz: “nosotros no somos ovejas descarriadas que regresamos al redil si no que orgullosos salvadoreños que le hemos dado un servicio al país, orgullosos luchadores sociales”.
Yo estuve militando 20 años. Desde 1972 hasta 1992 y después me retiré muy discretamente y pasé haciendo educación hasta la fecha. Siempre ha sido mi relación muy cordial con el FMLN y hoy a estas alturas, porque nunca lo he estado, no voy a tener una actitud vergonzante de mi militancia en el FMLN. Al contrario, me siento muy orgulloso de haberle prestado un servicio al país. Ahora, en este ‘FMLN institucional’, que es el que surgió después de los Acuerdos de Paz, no tengo yo cabida.
Pero bueno, llega este grupo (“San Salvador Corazón de la Nación”) y dice: “mira, consideramos que podrías ser un buen alcalde para San Salvador”… En un primer momento me sorprende pero hice mis cuentas y dije: “yo no vengo a ver si puedo aquí si no porque puedo vengo. Tengo los suficientes conocimientos, experiencias, competencias, para poder desarrollarme en este puesto. Además, vengo de una tradición municipalista. Siempre he creído que la democracia se comienza desde lo local, es el contacto más cercano con la gente con que se construye democracia”.
Entonces, me llamó la atención que me llamaran y me fue encantando más porque era gente de movimientos sociales y yo vengo de eso. Me incorporé a la lucha política siendo estudiante universitario, así que para mí la lucha social es de mi ADN. Me incorporo al movimiento y ellos son los que negocian, en primera instancia, con cambio Democrático la posibilidad de mi candidatura.
¿Ellos lo llevan al partido?
Sí, ellos. Yo conozco a los dirigentes de Cambio Democrático desde hace mucho tiempo, pero yo no vine a tocar esta puerta, quien abrió la puerta fue el movimiento. Abierta la puerta, por supuesto, entré y me he reencontrado con gente de mucha valía con la que compartimos periodos de lucha como Juan José Martel, Héctor Dada, Mario Cerna, Antonio Hernández. Algunos de ellos fueron destacados miembros del primer gobierno municipal de izquierda en San Salvador. Mario Cerna fue el gerente general del primer gobierno de izquierda en San Salvador; Antonio Hernández fue el secretario del concejo, Héctor Dada fue el primer regidor…
¿De qué año estamos hablando?
De 1997, la primera vez que gana la izquierda la alcaldía de San Salvador.
Con Héctor Silva al frente…
Con Héctor Silva… Además, esa fecha es importante porque quedan atrapadas en los 90 las posibilidades de las transformaciones en San Salvador. El último gran transformador de la ciudad fue Héctor Silva. Entonces, este movimiento “San Salvador Corazón de la Nación” hace los contactos con Cambio Democrático y allí me fui enterando que su estrategia es de bandera propia con alianzas con los sectores sociales y llegó el punto de hacer los dos momentos: cuando se hace el lanzamiento de la iniciativa ciudadana y después cuando el partido me abre las puertas y dice: “te aceptamos como candidato”.
Yo estoy convencido que esta candidatura es absolutamente viable, en el sentido que hay un conjunto de razones que abonan a mi certidumbre de que esto es posible. Número uno: hay un enorme cansancio de la población sobre la polarización, es decir, la gente está bastante cansada de ver una confrontación estéril, que no lleva a propuestas de solución de los problemas de la ciudad y en esta circunstancia hay una ventana de oportunidad para una victoria.
Hay gente escéptica pero veamos la experiencia española de “Podemos”, que es una iniciativa muy parecida a esta. “Podemos” es de un profesor de la universidad Complutense de Madrid y ahora es la primera fuerza política de España, y es un movimiento que surge aparentemente de la nada, va capitalizando ese profundo cansancio y malestar de la gente y se convierte en la primera fuerza política arriba del partido Popular, arriba del partido Socialista, más o menos es en español el “We Can” de los gringos.
¿Cuál otra razón justifica su candidatura?
La segunda razón es que la forma en que se ha venido administrando la ciudad ha sido de una forma muy conservadora, con poca capacidad de visión y concentrándose en un aspecto minimalista. ¿Qué es minimalista? Recoger la basura, el alumbrado público, arreglar los mercados y los cementerios. Son gestiones bonsái, o sea, se ocupan de las cosas más pequeñas.
Yo estoy hablando de hacer una ciudad moderna, segura, limpia, ordenada, inteligente, de elevar la autoestima de los habitantes de San Salvador, que se sientan orgullosos de vivir en la capital del país, que puedan mostrarla a propios y extraños.
¿Cómo se concretaría todo esto de lo que habla?
Hay tres pilares alrededor de los cuales circula mi plan municipal. Uno, el de la seguridad. Es imposible desarrollar la ciudad sin seguridad y el desarrollo tampoco se puede lograr sin seguridad. No hay desarrollo sin seguridad. Y el tercer pilar es la democracia…
¿Cómo lograr seguridad si se habla de estructuras delincuenciales en mercados, barrios?
Yo vengo de Bogotá, que tiene ocho millones de habitantes, y mire no hay que caer en el catastrofismo, si esta es una ciudad mediana (San Salvador). Si estuviéramos hablando de Lima, de Santiago, del Distrito Federal en México, entonces sí, pero esta es una ciudad totalmente manejable, por supuesto no hay varitas mágicas, pero la marcha se da con el primer paso. Para cualquier estrategia que usted se plantee usted diseña medidas de mediano, de largo, de corto y de inmediato plazo, quien le diga que ya tiene resuelto el problema de seguridad si gana la alcaldía es un charlatán porque nadie puede.
¿Cómo pienso yo que se puede enfrentar desde las comunidades el tema de seguridad? En primer lugar, desde el punto de vista del protagonismo de la población. ¿Qué quiere decir protagonismo de la población? Organizar los comités de colonias y de barrios de prevención de la violencia y la delincuencia porque son siamesas, usted no puede hablar en San Salvador de delincuencia si no va a acompañado generalmente de violencia.
Cuando lo oigo hablar de los comités de barrio, suena como una atomización de la Policía Comunitaria.
No, la Policía es la Policía.
Me refiero a que ahora la Policía está inserta dentro de comunidades y barrios y usted parece proponer que este programa se aplique con más profundidad.
Bueno sí, porque el problema es territorial. El problema de la delincuencia es territorial. Hay 70 mil pandilleros y hay medio millón que viven alrededor de los pandilleros, apoya la mujer del pandillero, el bicho que avisa o va a cobrar la “renta”, entonces, si usted no hace un enfoque territorial usted no puede con el tema de las pandillas.
Todo es en lo local ¿por qué? Porque en lo local la gente sabe dónde, cuándo, cómo, quiénes cometen los delitos. Entonces, si usted no trabaja una propuesta territorial de búsqueda de combate a la violencia y la delincuencia nada es viable. Además, debe pensar desde la óptica de la alcaldía porque yo no puedo armar al CAM (Cuerpo de Agentes Metropolitanos) para que vayan a reprimir y combatir la delincuencia. No se trata de eso.
El énfasis de la política de seguridad pública de mi candidatura es preventivo, ah, y otra que me corresponde a mí como alcalde es iluminar los espacios públicos donde se cometen la mayoría de los delitos. Entonces, esto lo puedo organizar yo, que la gente tome su propio protagonismo, puedo buscar mecanismos de creación de empleos para un San Salvador productivo.
Con esto último ya está hablando de su eje de desarrollo, ¿qué implica?
Una ciudad tiene que ser productiva. La esencia del desarrollo son dos componentes: incremento de la producción y mejoría en el nivel de vida de la gente ¿Cómo incrementa la producción? Cuando hay inversión. No puede haber aumento de la producción si no hay inversión y sin inversión ni aumento de la producción no hay desarrollo.
Entonces, la lógica desde la alcaldía municipal es que puede ser promotor de desarrollo. Cuando yo hablo con los empresarios, la queja es la tramitología. Usted sabe que en San Salvador y en el área metropolitana está una oficina de planificación que se llama OPAMSS que se ocupa de dar permisos y no de diseñar el proceso de planeamiento estratégico de cómo quiere ver la ciudad en los próximos diez, cinco, veinte años, y hay que superar la tramitología porque el inversionista salvadoreño y la inversión extranjera se corre porque hay muchos trámites y la alcaldía da permisos que son fundamentales para hacer la inversión.
Otra cosa es la forma cómo se desarrolla el ordenamiento territorial y con esto le estoy hablando de un diccionario que esta gente que está compitiendo conmigo no usa. En su lenguaje no hablan de ordenamiento territorial, no hablan de planeamiento urbano, son cosas extrañas para ellos porque son recién llegados al municipalismo, pero aquí estamos hablando de Cambio Democrático, el partido de Héctor Silva, y yo me declaro el heredero de Héctor. Aquí está el capital del municipalismo concentrado, aquí está la gente que gobernó en el primer concejo de izquierda y aquí sabemos cómo se hacen las cosas, no somos amateurs, no somos aficionados.
Volviendo al ordenamiento, la ciudad hay que hacerla más compacta porque en la medida que la mancha urbana crezca caóticamente, entonces, la prestación de servicios es más complicada. Una ciudad compacta la cual se ordena por espacios que son para comercio, espacios para vivienda, espacios para recreación. ¿Se puede ordenar todo de un solo? No, hay que ir paso a paso.
¿Y la democracia?
Espere, que falta el planeamiento urbano. Usted debe gobernar como estadista no como político electorero, o sea, tengo que pensar cómo va a ser el desarrollo para los tres años que voy a hacer alcalde y debo proyectar a esta ciudad dentro de cinco, diez años. Cómo la vamos a pensar, a soñar.
Democracia es igual a participación. Si la gente no se convierte en protagonista de todas estas cosas que le estoy diciendo no se puede, ni que vengan los 10 magníficos del concejo, nadie puede. Es con la participación de la gente, involucrada en la solución de los problemas, participando en la elaboración de todas estas políticas públicas. Todo debe ser apellido participativo: presupuesto-participativo, planificación-participativa, diseño de la recolección de desechos sólidos-participativo. ¿Qué significa? Que con la gente se puede todo, sin la gente no se puede nada. Y no se vale venir a entuturutar con un populismo de rifar cosas o regalar otras para que la gente vote por uno.
Don Roberto, ¿cómo superar el hecho que cuando el CD se une al FMLN su partido queda ahogado?
Al contrario fue factor de triunfo. Héctor Silva logró llegar a la alcaldía. Si no es por Héctor Silva que era de Cambio Democrático no se gana.
Pero en el caso de las diputaciones, el CD salió mal…
Pero hoy es al revés, Cambio Democrático va con bandera propia para reafirmar su propia identidad.
¿Cómo se ve en este panorama donde está Nayib Bukele, del FMLN; Edwin Zamora, de ARENA; Walter Araujo, de GANA, y Adolfo Salume, de Democracia Salvadoreña?
Me veo triunfador. Me veo el que va a capitalizar el deseo de un San Salvador diferente para todos, me veo el exitoso que va a poder capitalizar el sentimiento, lo intereses, las necesidades, los problemas de la gente y con una gran alegría de poder servirle a esta ciudad.
Orgulloso de ser capitalino, yo nací aquí, conozco y amo profundamente esta ciudad y me veo, entonces, dirigiéndolos a ellos como negociador, como firmante de los Acuerdos de Paz, con competencia para llegar a un consenso alrededor del interés superior de la ciudad.
¿El expresarse tan optimista es por la experiencia de “Podemos” en España o el “We Can” de Estados Unidos?
Y también en Bogotá, y se dio con Fujimori en Perú, cuando Fujimori no salía ni en las encuestas y le ganó al que se decía un triunfador, Mario Vargas Llosa, premio nobel de literatura. Y hay otras experiencias documentadas: Antanas Mockus (Colombia), Hugo Chávez (Venezuela); Ecuador con Rafael Correa, Evo Morales (Bolivia), o sea, todos ellos han peleado contra las partidocracias tradicionales de esos países y todos ellos son triunfadores y en San Salvador, yo lo voy a ser. Ese es el objetivo.