Negociaciones políticas sin compra de consciencias, votar en la Asamblea Legislativa con base en principios, ser un actor en la toma de decisiones de carácter nacional, no pretender ser un mesías ni redentor de nada ni de nadie, son algunos de los compromisos que el general Mauricio Vargas hace de cara a la búsqueda de una diputación en las elecciones de 2015.
El firmante de los Acuerdos de Paz y férreo opositor al socialismo en cualesquiera de sus modalidades, se dispone a emprender una nueva batalla. Esta vez lo hará en el campo electoral, con la bandera del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), para intentar convencer a los electores capitalinos que voten por él.
Refuta, pero no menosprecia, las opiniones de quienes cuestionan la intromisión de los militares en la política partidaria. La dualidad de las cosas la ejemplifica a su manera. Dice que la moneda tiene dos caras y lo que es bueno para algunos es malo para otros. Defiende su derecho a buscar un cargo de elección popular.
Consciente del desprestigio de la política salvadoreña, el general Varga, quien cambió el uniforme verde olivo por el chaleco tricolor, cree firmemente que el partido en el gobierno, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), pretende tener el poder total y dentro de ese contexto ha usado la aritmética legislativa de manera perversa.
¿Qué lo motivó a buscar una candidatura para diputado?
Que a partir de 1992 las reglas del juego democrático dieron un vuelco. Y ese vuelco representó que antes de 1992 la exclusión y descalificación del adversario eran los mecanismos a través de los cuales uno hacía el juego democrático. A partir de 1992, el FMLN adquirió plenos derechos para buscar el poder por la vía política en igualdad de condiciones. Estos no lleva a tener dos proyectos paralelos que antes de 1992 no se encontraban en el juego, era excluyente o descalificador del otro proyecto. Entonces hoy hay que competir.
Ya no como espectador…
Para competir ya no se puede ser espectador. Se tiene que ser actor. Porque de espectador solo grito, me enojo, aplaudo, lloro o río, pero hasta ahí nada más. Todo depende de los jugadores que están en la cancha, de creer lo que yo digo. En cambio, si ingreso puedo estar ya en el juego y eso es un factor importante que me motivó a incursionar desde el punto de vista estratégico.
¿Cuáles son las razones de carácter táctico?
Yo no creo en socialismos del pasado ni en socialismos nuevos, aunque se llamen del siglo XXI. No les tengo miedo pero sí los respeto. Creo en el nacionalismo porque soy nacionalista.
¿Por qué es nacionalista?
Soy nacionalista porque esos principios y valores me los inculcaron en la Escuela Militar General Gerardo Barrios, como por ejemplo el servicio a mi país, el servicio a mi pueblo. El servicio a la comunidad, la lealtad a las instituciones, el compromiso con el país y juré aun a costa de mi vida.
Dentro de ese pensamiento, ¿en qué sistema político cree?
Creo en el sistema democrático, republicano y representativo. Creo en la economía social de mercado y el papel de la empresa privada dentro de ese modelo. ¿Qué se antepone a todo a todo esto? La República se antepone al poder total, o sea que es como el totalitarismo. La República es una evolución de las monarquías. Entonces, no queremos regresar a tener reyes o amos en el país. Democrático, se antepone al socialismo, y representativo se antepone a la democracia popular, ya con control social del Estado. Y eso son, a mi juicio, líneas antepuestas del programa del socialismo del siglo XXI y del proyecto del FMLN.
¿Cómo define el proyecto del FMLN?
Yo no emito juicios de valor, lo que digo es que el proyecto del FMLN nos lleva hacia un centralismo, que lo implica realmente es que nosotros estemos al servicio del Estado y no el Estado al servicio de nosotros. No es el Estado que vela por mí, sino yo soy el que velo por el Estado. Y eso es contrario al esquema que yo quiero.
¿Y qué esquema quiere usted?
El centralismo es ir cerrando el poder total. Yo soy el que velo por el Estado y eso es contrario al tema que quiero. Es un proyecto que no implica separación de poderes y cuando no hay separación de poderes tenemos problemas. Ya lo vimos con la Corte Suprema de Justicia, ya lo vimos con el Tribunal Supremo Electoral. Ya lo hemos vivido, no son delirios ideológicos de los que estamos hablando. Estamos hablando de realidades que se han vivido en los últimos 22 años.
Soy un firmante de la paz. Pero honestamente creo que hay unos costos desproporcionados que estamos pagando por esta paz.
¿El FMLN busca el poder total?
Bueno, definitivamente. Lo único que nos dicen una cosa y hacen otra. Por ejemplo, hace una semana dijo el señor secretario general del partido del FMLN: no buscamos el poder total. Pero sí buscamos el control de la Asamblea Legislativa. Entonces, ¿qué nos está diciendo? Es un fariseísmo político prácticamente al que están jugando. El materialismo dialéctico es el elemento propio de ellos. Otro ejemplo: ¿Qué pasó con el Tribunal Supremo Electoral cuando cortaron a Conciliación Nacional y Democracia Cristiana? ¿A quién pusieron? A un elemento más a favor de ellos. Es el uso de la aritmética legislativa de una manera perversa y no en negociaciones políticas.
¿No se dialoga para buscar acuerdos de país?
La práctica es hablar de diálogo y a la vez no escucharme; meterme un madrugón. ¿Será eso realmente lo correcto? Es meterme un madrugón a cambio de un trueque de posiciones que son intereses sectarios, que no son intereses nacionales, entonces en qué estamos. Será eso realmente que no se está buscando ir cerrando y controlando. Eso se llama centralismo democrático. Respeto a todo aquel que quiera estar bajo este esquema. Respeto la posición del FMLN, pero la rechazo. Y por eso estoy aquí para decir un no a la forma de conducir el Estado. Un no a la visiones revolucionarias de cambio del sistema de El Salvador, un no a la zozobra del empresariado para poder producir y progresar.
Algunos critican que militares en situación de retiro incursionen en política partidaria. ¿Qué piensa usted?
Depende del argumento que den. Para mí, todas son valederas desde el punto de vista de quién lo diga. Si tiene un carácter político ideológico, así lo tomo. Si tiene un antimilitarismo enfermizo, así lo tomo. Si tiene un criterio eminentemente técnico, lo tendré que analizar. No se nos puede criticar de ingresar a la política por nuestra condición de militares. Yo pregunto. ¿Eso está basado en el conflicto? Por qué cuando salen del otro lado de la moneda, sí es bueno. Y por qué si sale de la otra cara de la moneda es malo. Ahí hay algo que no me cuadra. Porque las dos caras de la moneda estuvieron en conflicto. Creo que es más que todo para descalificar a la persona en función de un criterio político ideológico y no porque tenga consistencia en la realidad nacional.
Usted quiere ser parte de la Asamblea Legislativa. Según encuestas, es una institución con poca credibilidad. ¿No le preocupa eso?
No me preocupa solo es el desprestigio de la Asamblea. Me preocupa –y esa es otra de las razones tácticas por las que decidí ingresar a la política− el desprestigio de la política en términos generales. Y en la Asamblea donde yo pretendo ser actor, no soy mesías ni redentor de nada ni de nadie, seré una fuerza que se suma para generar un verdadero cambio al interior de la forma de hacer las cosas.
¿Cómo mejorar la credibilidad de la política?
En cuanto al gasto (de la Asamblea Legislativa), veamos la racionalización en función de la realidad del país. Además, no puedo hacer negociaciones políticas en función de compra de consciencias, de maletines negros, rojos o anaranjados. Tiene que ser con base en principios, valores y objetivos de país, no puede haber trueques o cambios de cargos u otras cosas, ni puedo generar desbalance de poderes en un momento determinado mediante deserciones o fugas.
¿Si llega a la Asamblea votará con base en su consciencia?
Voy a razonar mi voto sabiendo que entro a un proceso colegiado de decisiones. Nunca voy a votar contra mi conciencia y los ojos de los salvadoreños no verán deslealtad de parte del general Mauricio Ernesto Vargas.