Eran las seis y media de la tarde y en la sede del Consejo Ejecutivo Nacional (COENA) una treintena de simpatizantes celebraban una parcial victoria del partido ARENA. Todo pintaba favorable. El azul, rojo y blanco inundaba la sala de conferencias. A pesar que la ventaja a favor era mínima, los ánimos estaban caldeados.
En esa sala se gritaba el nombre de “Norman” y se cantaba a todo pulmón la Marcha Nacionalista. Los ánimos se asemejaban a las olas del mar. A ratos subían y a ratos bajaban. Por momentos reían y por momentos la seriedad invadía los rostros de los correligionarios. Todo dependía de cómo variaban los resultados.
A las siete con veinte, el presidente del COENA, Jorge Velado, aseguraba en conferencia de prensa desde un hotel capitalino que Norman Quijano era el nuevo presidente de El Salvador.
Mientras tanto, en el COENA un pequeño televisor captaba la atención de todos los presentes. Escuchaban atentos las declaraciones de Velado y cada frase que pronunciaba la celebraban como quien celebra un gol.
A las siete y media, el magistrado presidente del Tribunal del Supremo Electoral, Eugenio Chicas, informaba en cadena nacional que el escrutinio preliminar había finalizado y que los resultados finales se conocerían un día después. Aún faltaba escrutar el 4 por ciento de las actas.
A las ocho de la noche el vicepresidente de ideología, Ernesto Muyshondt, subió a la tarima acompañado de Hugo Barrera. Con cierto optimismo tomó el micrófono y se dirigió a las más de 300 almas que se habían concentrado afuera de la sede del COENA.
“Muchas gracias por la remontada y por haber hecho lo imposible. Hemos hecho lo imposible al remontar una diferencia de diez puntos. Hemos ganado y ha ganado el pueblo salvadoreño”, expresó.
El ambiente continuaba exaltado. Las banderas tricolores se ondeaban de un lado a otro. Las vuvuzelas ensordecían a cualquiera de los ahí presentes. Todos esperaban que Norman Quijano y René Portillo Cuadra llegaran al COENA.
Cerca de las nueve de la noche, una sirena de policía delató la llegada de la fórmula de ARENA. Quijano llegó en una camioneta gris marca Chevrolet Tahoe. Subió a la tarima, se declaró ganador y denunció un fraude electoral.
“Quiero dar gracias a Dios por esta victoria que hemos obtenido esta noche. No vamos a permitir fraudes al estilo chavistas en Venezuela. Estamos en pie de guerra para defender esta victoria, no nos lo van a robar. La vamos a defender con nuestra propia vida”, indicó.
Quijano también exigió que “hagan el recuento de esas actas que tienen congeladas y que son las que nos dan el gane. Pedimos también a los observadores que se pronuncien sobre un fraude que están construyendo”.
Al terminar su discurso, Portillo Cuadra tomó el micrófono y con tono eufórico pidió al TSE que terminara de escrutar las 235 actas que faltaban y que dieran el resultado final.
“Le pedimos al TSE que se incorporen las actas que faltan y que dé los resultado hoy… hoy…hoy”, expresó desgarrando su voz. Inmediatamente el público comenzó a grita unísono junto a Portillo Cuadra.
Luego del eufórico discurso, la fórmula bajó de la tarima y sin dar declaraciones a los medios se dirigieron hacia sus camionetas y se marcharon.
Antes que todos abandonaran el lugar, el diputado Roberto d’Aubuisson invitó a los simpatizantes para que se trasladaran hacia el TSE para exigir que se terminaran de escrutar las actas y dieran el resultado final. Al menos 200 personas se trasladaron y protestaron durante varias horas.