En una finca de Ataco (Ahuachapán) del otrora preeminente dirigente de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Antonio Salaverría, se suscribió este jueves el “pacto por el café”. Los protagonistas fueron las fórmulas presidenciales del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, y de la coalición Movimiento de Unidad, Antonio Saca y Francisco Laínez.
También acudieron a la firma de este pacto el alcalde de Ahuachapán, Rafael Morán Orellana (ARENA); José Luis Merino, secretario de organización del FMLN; Andrés Rovira, secretario general de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA); Douglas Avilés, de Convergencia Democrática; Francisco Merino, del Partido de Conciliación Nacional (PCN); Dagoberto Gutiérrez, secretario del Movimiento Nuevo País; diputada Claudia Ramírez, de Unidos por El Salvador.
Este “pacto por el café” suscrito entre un sector de la derecha y la izquierda salvadoreña tiene un significado político-electoral en esta coyuntura. Más allá de los discursos sobre la crisis del café, están los entendimientos que estas fuerzas concretaron a solo cuatro días de las elecciones presidenciales que se realizaron el 2 de febrero.
Nadie que se aprecie de querer vivir en un país que avance hacia mejores estadios de vida podría oponerse a un acuerdo de esta naturaleza, según analistas consultados. Pero es obvio que “no estamos ante una práctica de concertación”, ya que esta exige niveles de debate, propuestas y contrapropuestas que conduzcan a un acuerdo.
En forma simultánea a este acto, Antonio Saca publicaba en su cuenta de Facebook que “la fórmula del Movimiento UNIDAD no pedirá el voto por ninguno de los dos candidatos que quedan en la contienda presidencial. En razón de ello, cada ciudadano es libre, tomará su decisión a conciencia, pensando en los mejores intereses de El Salvador”.
En este mismo comunicado, Saca agregó: “Invitamos a los aspiran a ganarse el voto de esos electores que lo hagan con ideas y no con insultos. Que aseguren a los salvadoreños la continuidad y mejoramiento de los programas sociales que los últimos dos gobiernos hemos iniciado”.
Los partidos que conformaron Unidad habrían evaluado los costos que podrían tener si tomaban una posición de apoyo directo, llamado al voto por el FMLN, por lo que buscaron la manera de hacerlo un poco menos obvio, aunque en la práctica es lo mismo.
El único partido del exmovimiento Unidad que se resistió a firmar este pacto fue el Partido Demócrata Cristiano (PDC). Su secretario general, Rodolfo Parker, aparentemente se arrepintió a última hora. Se trasladó a la Asamblea Legislativa y ofreció una conferencia de prensa en la cual dijo que no apoyaría a ninguna fórmula presidencial y que las bases demócratas cristiana decidieran por quién votar.
¿Qué negociaron? Los discursos dicen que fue un acto de respaldo a la caficultura porque esta se encuentra en la “peor crisis de su historia”.
En los próximos días se irán colocando las piezas en su lugar y el país podría entrar a una nueva etapa de entendimientos entre las cúpulas de un sector de la derecha y la izquierda. Algunos creen que solo se trata de otro acuerdo público de lo que se habría pactado con mucha anterioridad.
Existen antecedentes de “pactos” entre políticos salvadoreños. Después del golpe de Estado de 1979, el país vivía una vorágine de violencia e incertidumbre política. En 1982 se firmó el “Pacto de Apaneca” mediante el cual se instauró un gobierno provisional que se dividieron los partidos ARENA, PDC y PCN.
El doctor Álvaro Magaña encabezó ese gobierno de “Unidad Nacional” que dio paso a la construcción de condiciones mínimas necesaria para realizar nuevas elecciones y volver al Estado de Derecho.
En la era contemporánea, durante la administración del presidente Armando Calderón Sol (ARENA) se firmó el “Pacto de San Andrés” entre una fracción del FMLN ligada a Joaquín Villalobos y el gobierno, el cual sirvió para que el mandatario tuviera los votos necesarios en la Asamblea Legislativa para aumentar de 10 a 13% el IVA.