Un café humeante, unos profundos ojos celestes construidos genéticamente en la vieja Francia son el marco de esta entrevista. Mauricio Choussy, quien con menos de 40 años de edad fue el presidente del Banco Central en el gobierno de José Napoleón Duarte, está preocupado por lo que pasa en el país.
A veces pareciera que Mauricio, un hombre de un enorme juicio crítico, está a punto de estallar cuando mastica los problemas más importantes de esta sociedad.
Para él, el tema de las pensiones de los salvadoreños es uno de los peores males que nadie quiere arreglar.
Para este ingeniero civil que luego se graduó como Máster en Administración de empresas en el INCAE, hay algo que le molesta más: la necesidad que tiene el país de reactivar la economía pero que la confrontación ideológica lo impide.
Mauricio sabe que El Salvador tiene futuro. Que no es una apuesta perdida. Pero pareciera que tiene la impresión que las tuercas no están ni ajustadas, ni con el aceite necesario, para que la máquina social y equipo camine.
Entenderse, caminar bajo las mismas sombras y perspectivas, arreglar los problemas sin populismo pero tampoco con ventajas para los ricos, parece ser parte del silabario de Mauricio Choussy.
¿Cuáles cree que son los grandes retos económicos que tendrá el próximo gobernante?
Yo creo que el próximo presidente va a encontrar un entorno más favorable del que encontró el presidente Mauricio Funes. La recuperación mundial de la crisis ha comenzado. Creo que la crisis del 2009, que es en el momento cuando asume el presidente Funes, se ha superado. El nuevo gobernante va encontrar un entorno internacional menos negativo.
¿Pero y los retos?
El principal reto que va a encontrar el nuevo presidente es el tema de la delincuencia.
El tema de las maras es un problema serio, y el problema es cómo abordar ese asunto luego de los múltiples fracasos para combatir a las maras y al crimen organizado del país.
Aquí tenemos la tendencia de pensar solo en las maras, pero yo creo que existen problemas fuertes de crimen organizado. Y que incluso se utiliza el problema de las maras para distraer el tema del crimen organizado. El Salvador tiene uno de los índices más altos de asesinatos en el mundo y eso es algo que no le permite a la ciudadanía vivir en paz.
¿Y los desafíos económicos?
El segundo reto es reactivar la economía que trae consigo el desafío de empleos. El problema fiscal que está muy asociado al tema del bajo crecimiento económico, al tema de los bajos niveles de inversión. Si no se logra generar confianza para que el país vuelva a tener una tasa de inversión aceptable, no se va a poder solucionar la mayoría de los problemas económicos.
¿Hay algo dentro de los desafíos económicos a lo que hay que prestar entera atención?
El problema más fuerte es el del sistema de pensiones. Este tema tiene que ser abordado por el próximo gobierno y yo lo defino como un problema de expectativas.
¿Por qué?
La población cree que tiene que pensionarse con un nivel muy alto de su salario y el Estado no tiene la capacidad para pagar pensiones tan elevadas. Esta semana nos enteramos que en Nicaragua ha cambiado la edad de retiro y ha disminuido el monto de pensión a recibir. Aumentaron el monto de las cotizaciones tanto las que tienen que hacer los trabajadores como las de los empleadores, porque también Nicaragua se encuentra con ese problema.
¿Qué ha pasado aquí?
En El Salvador, al haber iniciado un proceso de afiliación de pensiones con más tiempo, el problema ha madurado. La gente sigue creyendo que lo que ahorra le da para tener una pensión del 70% de su salario, cuando en realidad sus ahorros únicamente dan para pagar pensiones de un 40 o 45%.
¿Eso sucede en lo privado y en lo público?
Sí, tanto en lo privado como en lo público.
¿De qué tamaño es el problema de las pensiones? ¿De qué estamos hablando?
El gobierno está gastando el 2% del PIB cada año en pagar las pensiones de los que los que fueron optados. O sea ahí hay un problema de gasto público pero también el gobierno carece de capacidad para poder pagar las pensiones y mantener el nivel de gasto público. Están remitiendo deuda y ha hecho que los niveles de endeudamiento sean superiores al 70% del PIB.
¿Y eso qué efectos causa?
En la medida en que se siga acumulando deuda el país va ir perdiendo su calidad crediticia. Y las posibilidades de financiar el déficit fiscal cada vez van a ser menores. Por eso es que hago la separación del tema de crecimiento y el tema de las pensiones. Porque es muy fácil de pensar que el problema es un problema fiscal.
Pero el problema fiscal tiene mucho que ver con el tema del crecimiento y con el costo de la transición de un sistema de reparto a un sistema de cuenta individual.
¿Qué solución hay en el tema de pensiones?
Yo creo que el próximo presidente se va a enfrentar al reto de tomar algunas medidas no muy populares, como aumentar la edad de retiro, aumentar las cotizaciones. Incluso se va encontrar con el reto que tiene que pagar una tasa de interés mejor por los papeles que emita para brindar las pensiones.
¿Y qué efectos tendrá eso en los trabajadores?
Hay que ser claro. El problema del régimen de pensiones es la transición del sistema de repartos al sistema privado, porque en el sistema privado la pensión va a depender de cuanto ahorre cada uno. El dinero en el sistema de pensiones privados le pertenece al cotizado y es él quien tiene que ahorrar más si quiere tener una pensión más alta. O tiene que trabajar más años si quiere tener una pensión más alta. Por ejemplo, cuando hablamos de medidas correctivas, es interesante que en Nicaragua para tener una pensión alta la gente tiene que trabajar al menos 40 años. Aquí sólo se tiene que trabajar 30 años. Entonces el que quiera tener una pensión alta que empiece a trabajar joven o que en vez de jubilarse a los 60 años se jubile a los 65 o 68 años, para tener acceso a una pensión mucho más alta.
¿Es irremediable? ¿Ya no hay tiempo, porque de alguna manera los gobiernos se han brincado esto?
Ninguno ha querido tomar las medidas que se necesitan tomar y se han estado posponiendo irresponsablemente. Incluso han estado diciendo que del problema es de los administradores del fondo de pensiones y el problema no es de ellos. Es un problema de políticas públicas, cuyo costo lo tiene que absorber el gobierno. No es un tema de las administradoras.
¿Y cuál debe ser el papel del nuevo gobierno en ese tema?
Es el gobierno el que tiene que decir cuáles son los términos en los que se tiene que pagar las pensiones. Lo más peligroso es no hacer decretos populistas como ese decreto 100, que igualó las pensiones de los que estaban en el sistema privado a los que estaban en el sistema público. Esto porque el gobierno no tiene la capacidad de ir pagando las pensiones.
Y si no hay correcciones, ¿la jarana puede estallar en la cara?
Cuando hablamos del tema de correcciones, hay una parte que es la corrección en el sistema de pensiones para hacer que el costo de las pensiones sea menos alto. Hay que tratar, o al menos frenar, el deterioro. Cuando uno estudia el sistema de pensiones el nivel de erogación del Estado va para arriba. Ahora es del 2%. Para el 2021 puede estar llegando al 4% del PIB. Lo malo es que tendemos a pensar que el sistema de pensiones está separado del tema del déficit fiscal.
Lo que estamos hablando es que existe una obligación del Estado de pagar todo lo que habían cotizado los cotizantes en el sistema viejo. El Estado tiene esa obligación que todavía crece año con año, hasta que se terminen de morirse todos posibles pensionados.
¿Las correcciones son a futuro? No afectan a los actuales pensionados porque tienen situaciones jurídicas consolidadas.
Sí, son a futuro.
El problema es que si que no corriges entonces los líos se abultan…
La deuda del país va seguir creciendo. Puede invertir en infraestructura, puede invertir en lo social. Pero solucionar el problema de seguridad del país se ve muy limitado.
¿Qué hay que decirle a la gente?
Que con lo que ahorra lo que puede tener es una pensión del 45% de su salario o del 40%, y que si quiere tener una pensión más alta, tiene que ahorrar más, así como ocurre en otras partes. El Estado lo que tiene que garantizar es una pensión mínima para que la gente pueda vivir dignamente, pero no es obligación del Estado que los ciudadanos tengan una pensión holgada.
Pero los niveles de salarios de alguna gente son bajos. Si se ganan $200 y se le da la gente una pensión del 40 por ciento, se le entregaría como $80….
No, por eso es que el Estado establece la pensión mínima. La pensión mínima en El Salvador es, curiosamente, un caso muy particular. Que yo sepa no existe en ningún otro lado. La pensión mínima es más alta que el salario mínimo. Entonces a la gente le conviene muchas veces pensionarse.
Si pasamos al tema del crecimiento económico, hay muchos que dicen que se le debe quitar la grasa al Estado. ¿Dónde cree usted que está la mayor grasa?
La mayor grasa está, sin dudas, en el tema de los subsidios que no son focalizados. No está en eliminar los subsidios, se trata que lleguen a la gente que los necesita. Por otro lado, hay mucha grasa en el rubro de las remuneraciones. Todos sabemos que hay una cantidad muy grande de empleos públicos que no son necesarios, donde los trabajadores se pasan el día sin hacer absolutamente nada.
¿Para reactivar la economía qué pasos deben darse? ¿Hay que buscar entendimientos básicos?
A mí no me gusta la palabra entendimiento. Pero si te digo que para que haya inversión tiene que haber confianza. Y para que haya confianza tiene que haber un rumbo claro. Nada menos ayer leímos una recomendación para que se creara una ley anti soborno, porque muchos empresarios estamos sometidos a la solicitud de grandes sobornos.
Por ejemplo, la legislación de la mayoría de las multinacionales no les permite otorgar sobornos. Y si ellos van a invertir en un país donde no se mueve nada si no hay sobornos, prácticamente la multinacional prefiere mejor no invertir.
Yo viví una época en Sudamérica y recuerdo que llegaron unos amigos de una empresa de vehículos a querer poner un negocio de repuestos, y cuando examinaron a ese país encontraron que para tener un negocio de repuestos había que repartir sobornos todo el tiempo para que entraran los repuestos y para que dieran los permisos de importaciones. Se dieron cuenta que el negocio estaba prácticamente lleno de corrupción. Esta empresa decidió no invertir en ese país, porque si ellos tienen prohibido o si ellos moralmente no acostumbran a dar sobornos, prácticamente luchan contra corriente.
¿Y qué necesitamos para atraer inversiones?
Si queremos atraer inversión debemos estar claros de que no vamos a desincentivar la inversión pública.
Pero cuando hablamos de aplicar modelos que implican nacionalizaciones o el control del Estado sobre los medios de producción nos enfrentamos inmediatamente a perder el interés de invertir en un país.
Un amigo común, Arturo Cruz, le dio una gran regañada a empresarios locales pues les dijo que, a pesar de sacarse varios conejitos del sombrero, en diferentes épocas, no se habían logrado crecimientos económicos mayores del 2%. Les preguntaba: ¿Y ahora que conejito se van a sacar si casi nada ha dado resultado? Pregunto: ¿Cuál es el conejito que falta?
El conejito que falta es el cese de la confrontación ideológica. Si uno estudia las condiciones de El Salvador nos damos cuenta que tiene mejor infraestructura que otros países. Es cierto que tenemos déficit en educación, pero no son faltantes que nos pongan a la cola. Por ejemplo, Nicaragua está recibiendo altos porcentajes de inversión con niveles de educación similares a los nuestros. El problema al final es que este país vive inmerso en una confrontación ideológica. A mí me gustó mucho el último informe de desarrollo del PNUD que menciona que una de las tareas fundamentales para el próximo gobierno es la reconciliación de los salvadoreños. Esa tarea, para mí, es fundamental. Porque mientras continuemos en el proceso de confrontación ideológica el país no va a tener inversión.
En el fondo ese es un problema del proceso político….
Es un problema del sistema político.
Trazar el camino significa conversar, hacer propuestas conjuntas.
Esa es la lógica, una reconciliación sólo se logra dialogando, incluso negociando. Pero cuando las posiciones son muy confrontativas o cuando se está confrontando una fuerza política que no cree en la democracia, con una fuerza política que ve en la democracia la única posibilidad de dirimir el conflicto, eso se vuelve muy complejo.
¿Mira algún camino nuevo hacia la eliminación de confrontaciones?
Yo lo que veo es lucha y más tensión. Y probablemente a la luz de los posibles resultados electorales lo que podemos llegar es a la conclusión que, gane que quien gane, lo va a hacer por una estrecha mayoría. Y esa estrecha mayoría, si estamos en democracia, debería obligar a la otra fuerza a que negocie y dialogue, y que busque cierto nivel de entendimiento para gobernar.
¿Cómo manejar el déficit fiscal?
El déficit hay que manejarlo con mayor crecimiento. Probablemente se van a requerir medidas. Definitivamente lo que se requiere es una reforma fiscal. Una reforma fiscal no es necesariamente solo aumentar impuestos, si no que conlleva una reducción de gastos y entre ellos definitivamente la focalización de los subsidios. Hay que eliminar las plazas innecesarias, el buscar la eficiencia del Estado, pero no nos podemos dar el lujo de tener un Estado ineficiente.
Hay que arreglar el tema de las pensiones y aumentar los ingresos para que el Estado tenga capacidad financiera para desarrollar los programas sociales que el país requiere.
Todo va unido, el país tiene que tener buenos niveles de educación, buena seguridad y salud para ser competitivos y poder insertarnos a la economía mundial. Y luego de la inserción en la economía mundial viene la inversión y la generación de empleo, pero si no se logra conciliar para que exista la inversión, los salvadoreños no deben esperar que se va a generar empleos. No pueden esperar que haya mayores recursos para educación.
Incluso no deberían de esperar de que Venezuela nos va a tener eternamente colgados como ha tenido a Cuba o a Nicaragua, porque la capacidad de Venezuela de regalar dinero a otros países está muy mermada y aquí por si no se han dado cuenta no tenemos petróleo ni tenemos los programas están destruyendo la economía venezolana.
Pero yo quisiera ver a los salvadoreños que tenemos ya 10 años de tener inflaciones de alrededor del 1% sufriendo inflaciones arriba del 50%.
Hay que acordarse de que la inflación es el peor de todos los impuestos porque lo pagan los pobres. Esa persona que recibe su salario mínimo y tiene que salir corriendo porque ese mes ya su salario cada vez vale el 5% menos y con ese salario al final del año puede comparar la mitad de lo que compraba al inicio del año.
Habla de reforma tributaria pero eso aquí parece ser mala palabra….
También hay sectores empresariales que tienen que entender que si queremos tener un Estado que pueda insertarnos a la economía global, tiene que ser un Estado con recursos para brindar seguridad, educación y salud. Pero si el Estado no lo tiene, no nos vamos a poder insertar a la economía mundial. Entonces los perdedores serán todos los salvadoreños. Vamos a perder todos los trabajadores, no sólo los empresarios.
¿Cómo insertarse en la economía mundial cuando la base productiva de este país es tan débil?
Estoy de acuerdo contigo que hay problemas estructurales, pero también las economías reaccionan dentro de los horizontes en los que se habla los procesos estructurales.
Las economías reaccionan en términos de 15 o 20 años. Pero hay que iniciarlo. Porque si no siempre nos quedamos lamentando que la base productiva del país es muy baja y nunca comenzamos a construir. Dentro de 20 años estaremos hablando nuevamente de la necesidad de comenzar.
Yo creo que ahí tiene un tema generacional, el país tiene muchos años de crecer poco, demasiados años que los gobiernos no han hecho lo que deberían haber hecho y demasiados años de estar en esta confrontación ideológica, que como dice el informe del PNUD, ya la sociedad salvadoreña no resiste. Lo que quiere la gente es que cese ese lenguaje confrontativo y que entremos en una fase de reconciliación que nos permita que el país tenga un horizonte.
¿Cuál es la peor herencia de la confrontación?
La confrontación hace que el Estado se vea obligado a atender esa parte del proceso y a descuidar asuntos como el de las maras. Las maras se proliferaron en gran parte porque el estado descuidó su función de brindar seguridad por estar inmersos en una lucha ideológica. A ver quién hacía las privatizaciones más oscuras, y el otro a ver quien proponía las medidas más populistas o más radicales para contrarrestar lo que los otros estaban haciendo. Debemos los salvadoreños buscar la reconciliación y exigirle a los partidos políticos que cese la confrontación política.
Vemos con frecuencia a gente que le dice a la izquierda baje esas ideas duras y, por otro, la izquierda le dice a los empresarios que baje esa concepción de estado corporativo o de portaaviones de negocios de pocos….¿Ambos deben ceder?
Yo creo que deben de ceder bastante. El Estado no puede ser un Estado corporativista, bajo ningún punto de vista. Y menos en una sociedad tan desigual. Por otro lado, el Estado no puede ser producto de ideas trasnochadas.