El Presidente Mauricio Funes tendrá que poner orden otra vez entre sus ministros de Defensa y Seguridad, David Munguía Payés, y Ricardo Perdomo, respectivamente.
La primera batalla comenzó ayer cuando David Munguía Payés minimizó a La Prensa Gráfica las detenciones de algunos miembros del Cártel de Texis, realizadas por los hombres de Perdomo.
Para Perdomo se trata de miembros de un cártel. Munguía, sin embargo, cree que es un “baby cártel”.
Aunque la distancia entre un “baby” y un cártel podría ser pequeña, en el marco de las tensiones existentes entre ambos ministros, esto significa que de nuevo se pusieron los guantes.
Es evidente que la nueva guerra la desató Munguía: en el fondo, lo que hizo ante La Prensa Gráfica fue tratar de decirle al país que las detenciones de miembros del Cártel de Texis no tienen gran relevancia.
“Un cártel de verdad es como el de Sinaloa u otro de esos”, dijo Munguía a los periodistas.
Como buen militar, Munguía sabe que las guerras siempre empiezan por las palabras. Lo que trató de decir es que el caso más emblemático del ministro Perdomo (Cártel de Texis) no es de la dimensión que nos han hecho creer.
No hay duda que la posición frente a ese tema asumida por Munguía y que ha provocado decenas de capturas aquí y en Guatemala fue de afrenta pública de cara a Perdomo.
Pero a Perdomo no le preguntaron por qué, pese a llamarlo un “baby” cártel, él nunca actuó para detener a nadie.
Esto último sería una carta que podría jugar Perdomo en la nueva guerra entre ambos. Realmente Munguía no detuvo nunca a nadie del Cártel de Texis. Perdomo, por el contrario, ha hecho de este caso uno de sus temas estrellas.
Segundas acciones
La causa de la vieja guerra entre Munguía y Perdomo es la tregua entre las pandillas. Munguía reclama un apoyo estatal completo para afianzar el entendimiento entre las pandillas.
Perdomo, sin embargo, comenzó a quitarle la grasa a las pandillas metidas en la tregua. Les eliminó la pasarela (conferencias de prensa y apariciones ante la televisión y otros medios de comunicación).
Perdomo quiere la tregua pero sin excesos ni beneficios extrajudiciales para los pandilleros. Esta posición, sin embargo, la rechazan los pandilleros y quienes fraguaron el acuerdo.
Ante ese panorama, fácilmente se sacaba el día después de escuchar las afirmaciones hechas ayer por Munguía.
Primer asalto. Desnaturalizar el combate contra el Cártel de Texis encabezado por Perdomo.
Segundo asalto. Este se dio hoy en Ilopango. El alcalde de este municipio, Salvador Ruano; el secretario de Seguridad Multidimensional de la OEA, Adam Blackwell; monseñor Fabio Colindres, Raúl Mijango y Douglas Moreno, ahora asesor del edil en materia de seguridad, participaron en un evento organizado por la comuna sobre el proceso de pacificación entre pandillas.
En el marco de esta actividad, Moreno –quien renunció al cargo de viceministro de Seguridad y Justicia en junio pasado tras una polémica suscitada por una entrevista que dieron dirigentes pandilleros al canal 17 y una demanda por violencia intrafamiliar presentada por su esposa –dijo que actualmente existen dos ministros de Seguridad, el general David Munguía Payés y Ricardo Perdomo.
Quienes organizaron el acto de Ilopango, alquilaron buses para transportar hacia ese lugar a familiares de algunos de los pandilleros que se involucraron con la tregua.
Entre otras cosas, querían reunir a un buen número de personas frente al obispo Fabio Colindres y Raúl Mijango, dos de los principales gestores de la tregua junto a David Munguía Payés.
Pero, Perdomo, el contrincante de Munguía, no se quedó quieto: sabía ya de las palabras del Ministro de Defensa sobre el Cártel de Texis.
Después de eso, los hombres de inteligencia de Perdomo le informaron que lo que ocurriría en Ilopango no era un sencillo acto en el que participaban el alcalde Ruano, un representante de la OEA, Colindres y Mijango.
Al ministerio de Seguridad le comenzaron a llegar mensajes en el sentido de que después de Ilopango, los familiares de los pandilleros viajarían al despacho de Perdomo y a Casa Presidencial para pedir apoyo para la tregua.
Ante esa situación, Perdomo ordenó que la policía interceptara autobuses que del interior del país se dirigían a San Salvador y revisaran a los pasajeros, muchos de estos familiares de los pandilleros.
Igualmente se reforzó la seguridad en los alrededores del Centro de Gobierno y Casa Presidencial para impedir que los familiares de los pandilleros llegaran a esos lugares.
Otras cartas
Otra de las facetas de esta guerra la constituye la aparición de Douglas Moreno. Este exfuncionario de la actual administración Funes dijo que Perdomo no conoce el proceso de la tregua porque “es difícil trabajar desde un escritorio. Hay que salir a la calle”, reiteró.
Es obvio que Moreno se sumó a las batallas contra Perdomo en el tema de la tregua. Lo que no se sabe es si eso se hizo a pedido de Munguía.
Frente a todos esos hechos que revelan la nueva guerra entre Munguía y Perdomo, hay un antecedente que involucra al presidente de la República, Mauricio Funes. Hace pocas semanas surgió de igual manera una guerra entre Payés y Perdomo, la cual trascendió a los medios de comunicación y se volvió intolerable para el gobernante.
La situación fue tal que Mauricio Funes llamó a los dos ministros a su despacho y puso orden y calma entre ellos.
Incluso, trascendió que Funes tuvo que decirle a ambos que nadie se metiera en el campo del otro.
Ahora se piensa que para recuperar la estabilidad y evitar los choques públicos, Funes tendrá que poner otra vez orden entre ambos funcionarios.
En buena parte, lo que estaría ocurriendo es que el tema de la tregua pasa en forma obligada por los dos despachos, el de Seguridad y Defensa. Transita por el primero debido al componente presupuestario y al hecho de que Perdomo maneja las cárceles del país (donde están recluidos la mayoría de líderes de pandillas), y por el segundo en vista de que la idea de la tregua nació con el grupo de Payés, Colindres y Mijango.
Hasta ahora pareciera que los primeros golpes de la guerra los ha dado Munguía. Golpeó frente al periodismo y se armó una actividad donde le dieron duro, pública y privadamente, a Perdomo.
Perdomo sólo asumió posiciones defensivas. Por lo menos hasta ahora.