Con más de 20 años de carrera militar, una profesión históricamente dominada por hombres, la piloto aviador Sandra Hérnandez, de la Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) del Ejército, considera que «mujeres y hombres tenemos las mismas capacidades» para desempeñar trabajos o actividades en los que «a veces se excluye a las mujeres simplemente por ser mujeres».
Hernández, de 40 años y madre de una niña de 12 años, se graduó en el 2000, es parte de la primera generación de mujeres de la FAS y ha participado en la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Mali.
«Es esta carrera militar para la mujer no ha sido fácil, he tenido la oportunidad, en estos más de 20 de estar trabajando en la Fuerza Armada, (de ver) como ha ido cambiando y evolucionando el trato hacia la mujer, inicialmente no se confiaba una misión delicada al mando de una mujer (…) actualmente sí es posible», comentó la piloto en una conversación con Efe.
Con 630 horas de vuelo, la salvadoreña lideró en 2020 una misión de ayuda humanitaria a Guatemala tras el Huracán Eta.
«Ha valido la pena. Puedo decir que vamos abriendo el camino para las mujeres y las nuevas generaciones que quieran ingresar a la carrera militar (…) motivar a las niñas para que sepan que tienen todo un universo de posibilidades para poder ser lo que ellas quieran en un futuro», manifestó.
Comentó que «para mí es una carrera que me ha llenado de muchas satisfacciones, he tenido muchos restos y desafíos pero el poder superarlos me llena de satisfacción».
«Tenía miedo porque nunca había visto a una mujer piloto»
A los 18 años, y motivada por su padre -un piloto de aviación agrícola- Hernández entró a la Escuela Militar para comenzar su formación en la Fuerza Armada y luego formarse en el área de la aviación.
«Inicialmente cuando supe que había una posibilidad de entrar a la carrera militar no lo dude ni un momento, pero así mismo tenía miedo porque nunca había visto a una mujer en esta ámbito militar como piloto. Yo tenía la duda que si era posible que lo iba a lograr, pero ahorita (ahora) lo podemos constatar que sí se puede hacer», sostuvo.
Hernández, la menor de cuatro hermanos -dos de ellos también pilotos aviadores-, subrayó que «las mujeres y los hombres, si le ponemos empeño, tenemos las mismas capacidades y aptitudes. Solo basta con ponerle todo nuestro empeño y amor a lo que hagamos».
Aseguró que su padre fue su motivación «porque él siempre andaba feliz, siempre andaba una sonrisa en la cara porque hacía lo que él quería, lo que le gustaba, lo que le llenaba y yo quería imitarlo de esa manera».
Los logros
La piloto participó en el 2013 y en el 2015 en la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de la ONU realizando tareas de vuelo, escolta de convoy, reconocimientos y patrullajes de seguridad a civiles.
Hernández obtuvo por su trabajo en Malí dos condecoraciones de parte de la ONU.
También el Ministerio de la Defensa de Guatemala le otorgó la Medalla Monja Blanca por la labor de entrega de alimentos en algunas zonas guatemaltecas que quedaron aisladas por los deslaves a consecuencia del Huracán Eta.
«No es fácil, la verdad. Pero ahora veo que sí es posible y eso me motiva a inspirar a las niñas», concluyó.