Todo fue un engaño. María (nombre ficticio) fue citada a un lugar por una persona. Pero cuando llegó a ese lugar se encontró con su expareja, un hombre celoso con el que había convivido poco más de un mes.
María lo dejó porque era demasiado violento. La maltrataba a ella y a su hijo de tres años. Además, mientras vivieron juntos ella se enteró que su pareja había estado 14 años en prisión acusado de violación.
Lo dejó y no supo más de él durante un tiempo. Hasta que se lo encontró en el lugar donde había sido citada por otra persona.
Por eso, cuando lo vio, intentó huir. Pero su expareja la sujetó del brazo, con fuerza, y no la dejó ir. Más bien la llevó a un lugar desolado a empujones y amenazas.
Ahí comenzó un recorrido de humillaciones y agresiones sexuales.
Primero llegaron a la orilla de un embalse. Ahí la obligó a desnudarse y tener relaciones sexuales. Al inicio se resistió. Pero luego, cuando le dijo que si no se dejaba la asesinaría, dejó de poner resistencia. Sintió temor. Recordó todas las ocasiones en que discutieron y él le puso una pistola en la cabeza. Sabía que no estaba bromeando.
Cuando terminó de abusarla le dijo que se pusiera de pie y que se vistiera. La obligó a caminar. En el trayecto le dijo que si decía algo mataría a su madre y a su hijo. La siguió torturando psicológicamente.
Luego llegaron a una casa abandonada. Ahí la obligó a entrar y la volvió a violar.
Y, de nuevo, como si fuera un ritual, le dijo que se vistiera y que siguiera caminando. Llegaron a un predio baldío donde había una carpeta. El sujeto le dijo que dormirían en ese lugar.
De pronto, María observó a una patrulla policial que transitaba por la zona. Los agentes también se percataron de la presencia de ellos. Estacionaron su vehículo y se bajaron.
Pero el sujeto le dijo a María que huyeran. Ella se negó. Fue entonces cuando él corrió a toda velocidad no sin antes advertirle que no dijera nada.
Pero ella no se quedó callada. Y relató todos los vejámenes a los que había sido sometida.
La denuncia llegó a la Fiscalía General de la República (FGR), quien inició una investigación y ordenó la captura de Carlos Alas Hernández de 35 años, por los delitos de violación y privación de libertad en perjuicio de una mujer de 21 años.
Los hechos ocurrieron el 2 mayo de 2020, en el municipio de Chalatenango.
Durante el juicio, realizado en el Tribunal de Sentencia de Chalatenango, la FGR presentó entrevistas de testigos, peritajes de genitales, psicológico y análisis de ADN.
Alas Hernández fue condenado a 11 años de prisión.