Ese mediodía de mayo, Joel Valle estaba en su clínica, nervioso, lleno de dudas. Lo primero que les dijo a periodistas de Diario 1 fue que no quería que sus declaraciones le generaran problemas, pues en redes sociales había comenzado una especie de linchamiento en su contra. Lo culpaban. Lo señalaban como el principal sospechoso de la desaparición de su esposa Flor María García Valle.
Los periodistas le aclararon que únicamente querían conocer su versión. Joel los hizo pasar a otra sala y comenzó a hablar durante más de una hora. Ahí hizo varias revelaciones.
A pesar de todo, Joel estaba convencido que no había ningún indicio en su contra. “Si existiera uno solo, ya me hubieran capturado”, enfatizó.
Horas antes, los periodistas de Diario 1 habían ido a la casa donde Joel vivía con Flor María y sus dos hijos.
Los recibió la madre de Joel, quien, un tanto nerviosa, aseguró que su hijo no se encontraba en casa, que no sabía a qué horas regresaría y que tampoco se podía comunicar con él porque no andaba teléfono celular.
Advirtió que ella no hablaría con periodistas porque tenía visita.
No dijo nada más. Y cerró la puerta.
Fue así como periodistas de este diario llegaron a la clínica dental de Joel Valle.
Un relato enredado
Antes de hablar con Diario 1, Joel únicamente había dado declaraciones a un canal televisivo. Lo hizo durante una concentración en el municipio de Cojutepeque, en el que se exigía, carteles en mano, justicia para Flor María.
Apenas habían pasado 10 día de su desaparición y Joel llegó a esa concentración y habló con una reportera. Sus respuestas fueron ambiguas y enredadas.
Cuando le preguntaron cómo iba vestida el día que su esposa desapareció, Joel respondió: “Una noche antes ella estuvo escogiendo qué ropa ponerse. Por esa razón no he podido decir cuál es la ropa con la que ella andaba. Usualmente salía en pantalón o en vestido, pero cuando usaba pantalón llevaba un tipo de zapatos, y ese tipo de zapatos están en la casa”.
Casi dos meses después, cuando Joel habló con este diario, no solo repitió que no sabía cómo iba vestida su esposa el día que desapareció, sino otros extraños detalles. Por ejemplo: que ella había dejado su teléfono celular en casa. Pero, antes de irse, le había escrito unos mensajes en los que le decía que había salido hacia San Salvador, tal como habían hablado una noche antes, para hacer un deposito bancario y comprar insumos para la clínica dental.
No supo más de ella. Porque nunca regresó a casa.
Por la noche de ese día (16 de marzo), acudió a una delegación policial y puso una denuncia. Joel aseguró que antes de entregar su teléfono celular a los policías investigadores, recibió un mensaje anónimo que decía: “Tenemos a Flor”.
Joel recordó que los agentes lo tranquilizaron. Le dijeron que posiblemente se trataba de alguna persona que quería aprovecharse de la situación. Y no le pusieron más atención.
Una actitud extraña
En el viaje que periodistas de Diario 1 hicieron a Cojutepeque hablaron con vecinos y personas del pueblo que conocen a Joel Valle. El perfil que dibujaron es el siguiente: callado, serio, enojado, violento, posesivo. Pero también amable y educado.
Durante la entrevista con este medio, Joel se mostró, al inicio, un poco nervioso. Pero luego mantuvo una inalterable frialdad en su semblante. Ni preocupado, ni angustiado, ni triste. Parecía como si la historia que estaba relatando no era la suya, como si el drama que estaba viviendo era ajeno a su existencia.
Esa actitud había levantado sospechas. No solo en los familiares de Flor María, sino en amigos y vecinos que no entendían la tranquilidad con la que Joel enfrentaba la desaparición de su esposa.
“Yo a veces me quedo ido, pensando, y mi hijo me pregunta si estoy pensando en su mamá. Me siento triste, pero si me desplomo, me deprimo. Y eso no es bueno, ni para mí ni para mis hijos”, dijo a Diario 1.
Joel aseguró que la relación con su esposa no era buena ni mala. Recordó que durante un tiempo tuvieron problemas, porque ella era muy autónoma. Salía de casa y nunca decía a dónde iba. Y eso, detalló, les generó muchas discusiones, muchísimos problemas. Porque él quería saber a dónde iba su esposa, con quiénes hablaba, con quiénes se reunía.
Pero las cosas, según Joel, habían mejorado en los últimos meses, pues habían ido a un retiro espiritual y habían recibido orientaciones del pastor de la iglesia a la que asistían.
Joel recordó que su esposa mantuvo algunos comportamientos, pero que él se resignó y comenzó a aceptarla como era.
Eso, y otras cosas, recordó Joel el día que habló con Diario 1.
La captura
Joel Valle fue capturado la tarde del viernes. El sábado por la mañana, la Fiscalía General de la República (FGR) aseguró que fue el cerebro de la desaparición de su esposa. Para ello contó con la complicidad de su primo Francisco Boanerges Valle Quezada.
Ni la Fiscalía General, ni la Policía Nacional Civil (PNC) dieron mayores detalles del caso. Rodolfo Delgado, fiscal general, únicamente dijo que uno de los indicios era “la conducta” del imputado.
Sin embargo, una de las fiscales del caso dijo: “Existen muchos elementos indiciarios que han determinado las relaciones desiguales de poder que el imputado ejercía sobre la misma víctima y que pueden haber conllevado a la desaparición de Flor María y que determinan la autoría del imputado en los hechos”.
Este lunes, la Fiscalía presentó el requerimiento en el Juzgado Segundo de Paz de Cojutepeque. Joel Valle fue acusado por los delitos de desaparición de personas y expresiones de violencia contra la mujer en perjuicio de su esposa Flor María García Valle. Mientras que Francisco Boanerges fue acusado como cómplice necesario.