Docenas de organizaciones civiles se concentraron en el Monumento a la Constitución para conmemorar la invasión militar de la Asamblea Legislativa ocurrida el 9 de febrero de 2020 y que lideró el presidente Nayib Bukele.
“El fascismo nos respira en la nuca”, advirtió uno de los manifestantes durante la conmemoración del evento.
Recordó, además, que todos los salvadoreños tienen derecho a la disidencia política y a otras libertades básicas, sin embargo, consideró desatinado responder a la violencia con más violencia.
“¡Alerta, alerta que camina la lucha antifascista por América Latina!”, coreaban los manifestantes.
El 9 de febrero docenas de militares y policías se tomaron las instalaciones de la Asamblea Legislativa.
El edificio fue controlado, incluso con francotiradores apostados en los edificios del Centro de Gobierno, para esperar la llegada del presidente Bukele.
En la incursión armada también participó Mauricio Arriaza Chicas, director de la Policía Nacional Civil (PNC).
Bukele estaba presionando a los diputados para que aprobaran un préstamo de 109 millones de dólares para, supuestamente, financiar la fase tres del mediáticamente conocido como Plan Control Territorial.
Ese día, desde una tarima, Bukele dijo a una pequeña concurrencia que llegó a apoyarlo: “El 28 de febrero los diputados van a salir por la puerta de atrás, yo les pido paciencia”.
Después de la breve arenga, Bukele entró al Salón Azul, subió a la Junta Directiva, ocupó la silla que corresponde a Mario Ponce, presidente de la Asamblea, tocó el gong y dijo: “Vamos a poner esto en las manos de Dios y vamos a hacer una oración”.
Bukele llegó a la Asamblea porque unos días antes el Consejo de Ministros convocó a los diputados, supuestamente de urgencia, para que aprobaran el préstamo de 109 millones de dólares.
Los diputados, sin embargo, se habían negado a aprobarlo aduciendo que el Gobierno nunca detalló los rubros en los que presuntamente quería invertir el dinero.
Dos días antes René Francis Merino Monroy, ministro de Defensa, había dicho en una conferencia de prensa que la Fuerza Armada iba a apoyar a Bukele: “Estamos esperando órdenes de nuestro comandante general y estamos dispuestos a defender nuestra patria aún a costa de nuestras vidas”.
Rogelio Rivas, ministro de Seguridad, también había dicho que la Policía Nacional Civil (PNC) esperaba “instrucciones del presidente ante la negativa de los diputados de asistir a la convocatoria”.
El día 10 de febrero Ponce calificó la incursión como “intento de golpe” contra la Asamblea.
“No es posible que hayan irrumpido con armas de fuego a este espacio. La Asamblea, con unanimidad, rechaza y condena la invasión del día domingo”, dijo.
En ese momento Ponce pidió a la ONU un pronunciamiento y calificó de “tibia” la posición del secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro.
Ese mismo día Ronald Johnson, entonces embajador de los Estados Unidos en el país, reprobó la militarización de la Asamblea: “El futuro de El Salvador depende de que el país continúe por un camino democrático, que requiere un compromiso con el diálogo pacífico y el consenso. Este es el camino que apoyamos”, expresó.