El Juzgado Especializado de Instrucción A ordenó arresto domiciliario para David Victoriano Munguía Payés, exministro de Seguridad, acusado de ser el cerebro de la tregua entre el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS-13).
Además, deberá pagar una caución económica de 10 mil dólares y presentarse cada 15 días a firmar al Centro Judicial Isidro Menéndez, en San Salvador.
El Juzgado argumentó que benefició al exfuncionario debido a su condición de salud ya que sufre crisis de hipertensión y a que es de la tercera edad. Dos peritos dieron a conocer esta información al Juzgado.
Lo vigilará en su casa la Policía Nacional Civil (PNC).
«No solo hay indicios suficientes sino que hay abundancia de elementos para determinar la participación del imputado y los delitos que se le atribuyen», advirtió el fiscal del caso sobre Munguía Payés que es acusado de negociaciones ilícitas, actos arbitrarios e incumplimiento de deberes.
Explicó, además, que Munguía Payés fue enviado a arresto domiciliario debido a una resolución de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que ha ordenado evitar la detención provisional en el sistema penitenciario por los contagios de coronavirus.
Entre 2012 y 2014, la MS13, Barrio 18 y otras minoritarias mantuvieron un pacto de no agresión que redujo los homicidios sensiblemente.
La baja en la violencia por el supuesto acuerdo de las pandillas llamó la atención de todo mundo, pero detrás estaba, según las acusaciones de la Fiscalía, un acuerdo con el Gobierno.
Esto supuestamente incluía beneficios carcelarios para los líderes presos, inversión pública en las comunidades bajo el control de estas bandas y una menor presencia de las fuerzas de seguridad en estos sitios. El entonces presidente Mauricio Funes dijo que su Gobierno únicamente era un acompañante de la iniciativa.
Esta versión cambió tiempo después con sendos juicios contra los supuestos operadores de la tregua, entre ellos funcionarios, civiles y empleados gubernamentales.
La tregua finalmente se rompió por la decisión unilateral del Barrio 18, de acuerdo con Funes, quien anunció el fracaso del pacto en abril de 2014.
Tres presidentes han gobernado a El Salvador y tres fiscales diferentes tomaron las riendas del Ministerio Público antes de que Munguía Payés fuera llevado a los tribunales.
En noviembre de 2011, Funes sacó a Munguía Payés del Ministerio de la Defensa y lo colocó en el Ministerio de Seguridad, pese a las críticas por militarizar la seguridad pública.
El Salvador cerró el 2010 y 2011 con 65 y 70 homicidios por cada 100.000 habitantes, pero en los siguientes dos años esas cifras cayeron a 40 y 41, respectivamente. Una baja atribuida a la tregua.
En noviembre de 2013, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) declaró inconstitucional el nombramiento de Munguía Payés en el Ministerio de Seguridad por su origen militar.
Funes devolvió, entonces, al general al Ministerio de la Defensa y se quedó ahí hasta el final de su mandato en junio de 2014. Ese mismo año, el sucesor de Funes, el excomandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén, lo reenganchó por 5 años más.
Munguía Payés gobernó al Ejército contra viento y marea, cayeron cabezas de ministros de Seguridad y directores de la Policía Nacional Civil (PNC), pero el militar no vio peligrar su puesto.
Tras el fracaso de la tregua, las cifras de homicidios se duplicaron en 2014: llegaron a 103 por cada 100.000 habitantes en 2015 y a 81 en 2016. Estos fueron los dos años más violentos en la historia reciente del país centroamericano.
Entre las polémicas que rodearon al jefe militar se encuentran la negativa de entregar archivos relacionados con crímenes de guerra y de lesa humanidad atribuidos al Ejército entre 1980 y 1992, esto pese a que gobernaba la exguerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
También manifestó su deseo de declararse en «rebeldía» ante una orden del Supremo de transparentar las compras del Ejército, defendió a jefes castrenses acusados de pertenecer a un grupo de exterminio, montó un fuerte dispositivo en el Congreso, con vehículos artillados y helicópteros, un día que llegó a rendir cuentas y no permitió una inspección del Ministerio Público en un caso de tráfico de armas.
Una explicación para su nombramiento inamovible podría ser el temor que tuvo la exguerrilla del FMLN a una «ruptura» con la Fuerza Armada y a un «golpe de Estado».
En un evento del periódico local El Faro de mayo de 2019, el entonces portavoz del Gobierno, Roberto Lorenzana, admitió estos temores.
El funcionario habló de un «juego del poder» al interior del Ejército que llevó al Gobierno a mantenerse al margen en temas como el de los archivos militares.
Munguía Payés fue enviado nuevamente al retiro, junto a varios de sus subalternos de alto rango, con la llegada al Ejecutivo de Nayib Bukele en junio de 2019.
El expresidente Funes negó, tras declarar en la Fiscalía en 2016, que su Gobierno haya dado prebendas a líderes de pandillas encarcelados a cambio de una disminución de los homicidios y dijo que el papel de su Ejecutivo fue el de acompañante del proceso.
«No hubo una negociación entre el Gobierno y las pandillas, el pacto fue entre dos pandillas rivales; el Gobierno lo único que le dio fue seguimiento a este acuerdo a través de los mediadores», aseguró.
En mayo de ese mismo año, el Ministerio Público ordenó la detención de una veintena de personas, incluido el principal mediador de la tregua, Raúl Mijango, exdiputado de izquierda.
Estas personas enfrentaron en agosto de 2017 un primer juicio, en el que algunos involucrados comenzaron a señalar que la tregua fue una iniciativa gubernamental.
El exobispo castrense de El Salvador y exmediador de la tregua, Fabio Colindres, declaró en dicho juicio que el armisticio se dio por «invitación» del Gobierno y no por iniciativa de las pandillas o de la sociedad civil.
En ese mismo juicio, Munguía Payés, quien repetía la versión dada por Funes, cambió su historia y dijo que la tregua fue una política de gobierno de «pacificación».
Al ser preguntado por los fiscales sobre la instancia del Gobierno en la que «fue creado el proceso de pacificación» o tregua el militar sostuvo que «inició en el Ministerio de Justicia y Seguridad, en el Gabinete de Seguridad».
Dicho juicio, en el que todos los procesados fueron absueltos, se anuló y debió repetirse en 2019 y únicamente siete personas recibieron condenas leves.