El último reporte del Programa Mundial de Alimentos (WFP, en inglés) de las Naciones Unidas (ONU) advierte que 336,300 salvadoreños no pueden alimentarse por sí mismos, tanto en zonas urbanas como rurales, tras la emergencia por lluvias que generó la tormenta tropical «Amanda».
Esta crisis alimentaria para la población se debe a que muchos salvadoreños perdieron sus bienes, viviendas y todos sus recursos durante las fuertes lluvias que afectaron al país desde el domingo 31 de mayo, cuando «Amanda» atravesó Guatemala y El Salvador.
Sumado a la situación ocasionada por las lluvias, están las restricciones por la cuarentena domiciliar establecida desde marzo pasado, como medida de prevención de focos de contagio del coronavirus (COVID-19), lo que llevó a que muchas personas no tuvieran posibilidades de abastecerse de alimentos.
El director regional del WFP para América Latina y el Caribe, Miguel Barreto, señala que «la tormenta tropical ‘Amanda’ es un triste recordatorio de que, mientras el mundo centra sus esfuerzos en contener la propagación de la pandemia del coronavirus, las vidas y los medios de vida de millones de personas continúan amenazados por los desastres relacionados con el clima».
Barreto añade que «los pobres y vulnerables, muchos de los cuales ya estaban bajo una fuerte presión por las medidas relacionadas con la COVID-19 que restringen su capacidad de salir y ganarse la vida, están siendo los más afectados».
El WFP agrega que, dentro de ese grupo de más de 330,000 personas en situación de vulnerabilidad, se estima que hay unas 153,500 personas en condiciones de inseguridad alimentaria severa, o sea que «lo más probable es que hayan pasado hambre» y tengan incluso un día o más sin alimentarse.
El Gobierno salvadoreño registró, durante las lluvias ocasionadas por «Amanda» y por una segunda tormenta tropical, «Cristóbal», un total de 30 fallecidos, 29,968 familias afectadas, más de 11,000 albergados en al menos 154 recintos, así como 3,000 viviendas afectadas.
Al respecto de esas lluvias que afectaron al país desde el 31 de mayo pasado, el representante del WFP, Andrew Stanhope, afirmó que «en mis 24 años de vivir en El Salvador nunca había visto una lluvia como esta, quizás durante el huracán Mitch en 1998 o el huracán Stan en 2005».
El hambre en la región
El panorama a nivel latinoamericano tampoco pinta muy favorable. De acuerdo a las estimaciones del WFP, «el número total de personas en inseguridad alimentaria severa aumentaría de 3.4 millones en 2019 a unos 13.7 millones durante el 2020 debido en gran parte a la COVID-19».
Mientras que en la zona denominada como «Corredor Seco de Centroamérica», el WFP calcula que habrá el doble de personas con inseguridad alimentaria severa. La estadística subiría de más de 1.6 millones a cerca de 3 millones de personas.
La pobreza también incrementará en la región latinoamericana y en el Caribe. «El WFP estima que unos 10 millones de personas adicionales serían empujadas aún más a la pobreza y al hambre en 11 países de la región y en pequeños Estados insulares en desarrollo en el Caribe», advierte el organismo.
A esta situación, el WFP advierte que las lluvias propias de esta estación también generarán un riesgo de agravar la situación alimenticia de los grupos más vulnerables.