El Salvador
martes 26 de noviembre de 2024

Pueblo, regresa a casa

por Redacción


Aglomeraciones pusieron en riesgo de contagio a ciudadanos que regresaron a casa sin la respuesta que esperaban.

El llamado “quédate en casa” como una medida de contención para evitar la propagación del coronavirus cambió este lunes en El Salvador a “regresa a casa” después de las aglomeraciones en las instalaciones de los Centros de Atención por Demanda (CENADE), oficinas del Ministerio de Economía donde la presidencia pidió que los ciudadanos llegaran a presentar quejas si en caso no incluidos como beneficiarios. La esperanza de mucha gente se convirtió en frustración y enojo.

Desde anoche y en la madrugada de este lunes, miles de personas se acercaron a los CENADE y comenzaron a hacer fila para buscar información sobre el subsidio de 300 dólares que el Gobierno ofreció a 1.5 millones de hogares afectados por la pandemia del Covid-19.

Fueron filas largas de gente esperanzada con obtener el dinero para seguramente comprar productos básicos con los que vivir un par de días: arroz, frijoles, harina para masa, quizá pan. Las calles estaban llenas de ellos esperando una respuesta. Y la gente llegó porque el viernes 27 de marzo el presidente Nayib Bukele dijo que quienes tuvieran dificultades para obtener el subsidio podían ir a pedir ayuda a los CENADE.

Pero las largas filas y las aglomeraciones provocaron lo que durante más de una semana el Gobierno evitó: el distanciamiento social se rompió de hecho y al presidente Bukele no le quedó más alternativa que ordenar los cierres de los CENADE.

«Están demasiado llenos, las aglomeraciones son un riesgo de contagio usted, su vida y la de su familia. Llegar temprano, tarde, hoy, mañana o pasado mañana no hace ninguna diferencia, ya que la lista se actualizará hasta el sábado», publicó Bukele.

Los salvadoreños se enojaron. Llegaron buscando respuestas para poder obtener el dinero, esperaron mucho tiempo para nada: regresarían a sus casas justo como salieron, es decir, sin dinero y cono hambre.

Entonces los salvadoreños de a pie, los más pobres, explotaron: criticaron al Gobierno, insultaron policías, gritaron una y otra vez que no tienen dinero para comprar comida, que sus hijos están aguantando hambre, que la economía de subsistencia en la que están atrapados no les da más alternativas que vivir el día a día.

“No tenemos qué darles de comer a nuestros hijos, soy vendedora de los buses, vivimos al día a día”, gritó una mujer rodeada de otras mujeres vestidas con delantal y otros hombres.

Otros inclusive amenazaron con saquear establecimientos comerciales.

El 22 de marzo el Gobierno dijo que los principales beneficiados del subsidio de 300 dólares serán los salvadoreños más pobres que no están saliendo a trabajar como consecuencia de la cuarentena domiciliar vigente y de las restricciones de los derechos de libre tránsito y de reunión aprobada por la Asamblea Legislativa.

Las personas que recibirán el dinero deben cumplir ciertos requisitos, por ejemplo, consumir menos de 250 kilovatios mensuales de energía eléctrica. Se presume que es más del 75 por ciento de la población. En este sector están quienes se dedican a labores sin salario fijo mensual como carpinteros, vendedores ambulantes, albañiles, y otros.

Lo cierto es que los más pobres ahora regresarán a sus casas sin el dinero que necesitan para comprar productos de primera necesidad.