Fue el 27 de junio de 2019 en el final del pasaje de la colonia Santa María II, en el cantón Arenal, Ciudad Delgado. Llevaban varias horas embriagándose. Nadie sabe cómo ni por qué pero comenzaron a discutir. Se gritaron insultos. Se amenazaron. Forcejaron. Vinieron los golpes. Uno de ellos agarró un martillo y atacó al que hasta ese momento había sido su compañero de juergas, su amigo.
Ángel Antonio Henríquez Martínez pegó tantas veces con el martillo en la cara a Moisés Hernández Mejía que lo mató. Le destrozó el rostro.
Pero no murió en el instante. Alguien avisó a la Policía Nacional Civil (PNC) que dos hombres borrachos estaban peleando. Los agentes llegaron para separarlos y trasladar a un hospital a Hernández Mejía.
Vivió dos días más.
De acuerdo con un boletín de la oficina de prensa del Centro Judicial Isidro Menéndez, en San Salvador, la causa de muerte fue: “politraumatismo contuso más heridas de cara producidas por objeto contundente cortante”.
El Tribunal Tercero de Sentencia de San Salvador condenó a doce años de cárcel a Henríquez Martínez por el asesinato de su amigo.
Los policías que llegaron a la escena del crimen encontraron el martillo del crimen lleno de sangre así como un suéter del ahora condenado.