Los comedores informales se convirtieron en los dueños defactode la acera frente al Ministerio de Trabajo, en el Centro de Gobierno. Una hilera de cocinas mugrosas, tanques de gas a la intemperie que igual soportan días lluviosos como días brutalmente soleados, frízeres enmohecidos que almacenan botellas con gaseosa o bolsas con agua, sillas y mesas pegadas con pedazos de palo.
Esos son los comedores instalados desde hace muchos años frente al Ministerio. Basta acercarse a uno para constatar sus condiciones higiénicas: animales callejeros como perros, gatos e incluso palomas de castilla que llegan a pelear por las sobras que caen de las mesas asediando a los comensales y a los transeúntes; cocinas negras de tanta grasa acumulada; trapos sucios chorreando agua negra; huacal con agua verduzca para lavar vasos, platos, cucharas, tenedores y otros enseres; el tanque de gas a la intemperie sin importar que alguien pase cerca fumando o que un vehículo pase a toda velocidad.
Ese es solo un comedor. Pero el resto está en idénticas condiciones. Son las mismas condiciones de los comedores que están en el corazón del Centro de Gobierno, a excepción de los que funcionan dentro de locales.
Exactamente frente a la entrada principal del Ministerio de Trabajo está el comedor al que llega a desayunar, almorzar o cenar –según la ocasión- Rolando Castro, ministro de Trabajo. Esto se verificó preguntando en el lugar. Inclusive la dueña del comedor explicó que el ministro manda a sus guardaespaldas a comprar pupusas en las primeras horas de la mañana. También es ella quien le prepara el almuerzo.
—Hoy va almorzar costilla entomatada. Al Súper se le va comprar. De la mejorcita le traigo.
Las inmundas condiciones para los comensales pasan desapercibidas para el funcionario. O bueno, en realidad eso es imposible porque el humo espeso que sale de las cocinas y el penetrante tufo a grasa rezagada inundan toda la cuadra y, lo más seguro, es que suba al despacho ministerial.
¿Pero cómo es que lograron invadir la acera? Los permisos de todos dependen exclusivamente del Ministerio de Trabajo. Es decir: ponerlos o quitarlos depende del ministro Castro. Eso se verificó también con las propietarias de los comedores. Fueron ellas quienes lo explicaron. Es similar a como ocurre con las ventas en el Centro de San Salvador: un líder de cuadra tiene el poder para monopolizar las calles y decidir a quién sí y quién sí y quién no tiene derecho a instalar su puesto en un pedazo de acera. Los líderes suelen cobrar por alquilar esos espacios.
Desde el 1 de junio de este año, además, la cuadra se ha llenado de hombres de civil armados hasta los dientes que custodian la entrada al Ministerio. En las administraciones presidenciales del FMLN el cargo de ministro de Trabajo lo ocuparon Humberto Centeno y Sandra Guevara. En esos años no había tanto sujeto con pistolas en la calle.