Agentes de elite de la Policía de El Salvador arrestaron este domingo a un cabecilla de una célula de la Mara Salvatrucha (MS13) de la zona occidental del país por supuestamente asesinar a tiros a un sargento del cuerpo de seguridad.
Se trata de Moisés Jiménez, prófugo de la Justicia desde el año 2017 por cargos de homicidio agravado, organizaciones terroristas y por conspiración para asesinar, explicó la Policía.
Junto a Jiménez fueron arrestados su cónyuge, Carolina Rodríguez, y un adolescente identificado únicamente como Rogelio por tráfico de drogas.
La Policía destacó que Jiménez es señalado de reclutar bajo amenazas de muerte a jóvenes para integrarlos a la célula que dirige.
Añadió que supuestamente participó en el asesinato del oficial en abril pasado en la localidad de Tacuba, del occidental departamento de Ahuachapán.
Reportes de la prensa local identifican a la víctima como Juan José de la Cruz, quien recibió varios disparos de arma de fuego cuando salía de una actividad religiosa.
Este crimen fue parte de una ola de ataques contra policías y soldados registrada en abril pasado y que se cobró la vida de al menos 9 miembros de las fuerzas de seguridad estatales.
La mayoría de estos crímenes fueron atribuidos a las pandillas que buscaban, según las autoridades de seguridad, presionar al Gobierno con estos ataques para obtener beneficios carcelarios para sus líderes.
En lo que va de 2019 se registran los homicidios de al menos 23 policías, 13 soldados y un custodio penitenciario.
Durante 2018 fueron ultimados 32 policías, más 2 empleados administrativos del cuerpo de seguridad, 17 militares, 3 custodios de Centros Penales y un estudiante de la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP).
Según el exministro salvadoreño de la Defensa David Munguía Payés el país vive un conflicto armado de «baja intensidad» por los constantes enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y las estructuras criminales.
El Gobierno responsabiliza a las pandillas MS13, Barrio 18 y otras minoritarias de los altos índices de homicidios de entre 103 y 50,3 por cada 100.000 habitantes entre 2015 y 2018, cifras que ponen a la nación como una de las más violentas del mundo.