“Hasta ahora no puedo creer que sea cierto que te hayas ido para siempre de aquí, has dejado un gran vacío para todos los que te conocimos nos quedan los recuerdos que eras una persona alegre siempre con una gran sonrisa y un joven trabajador”, escribió en su perfil de Facebook una amiga de Santiago Rovira, quien en mayo pasado murió ahogado en el río Bravo, fronterizo entre México y Estados Unidos.
El gobierno lo cuenta como el tercer salvadoreño que pierde la vida este año a consecuencia de adentrarse en las aguas del traicionero río, en busca de cruzar a sueño estadounidense y trabajar para sacar adelante a su familia en El Salvador.
Su trágico fin ocurrió en mayo pasado, días antes que los tristemente célebres Óscar y su hija Valeria, fueran encontrados sin vida en las márgenes del río que corresponden al estado mexicano de Tamaulipas.
No obstante, su cuerpo fue repatriado hasta el pasado día martes, gracias a colectas realizadas por sus familiares y amigos. Este miércoles se llevaron a cabo sus exequias en su natal Conchagua, un pintoresco pueblo ubicado en las faldas de las cordilleras del departamento de La Unión.
Foto tomada de Facebook.
Todos conocían a Santiago Rovira, cariñosamente llamado “Chago”, como un entusiasta joven dispuesto a cualquier tarea que le asignaran en la alcaldía de Conchagua, donde trabajaba desde hace 15 años y se desempeñaba en el área de limpieza y mantenimiento.
Rovira trabajó hasta el 2 de mayo, cuando “solicitó un permiso” para emprender su viaje. A finales de ese mes, su familia era informada del deceso del joven, momento en que iniciaron las gestiones para la repatriación, que culminaron apenas esta semana.
Pese a que su familia le suplicó que no realizara el viaje por tierra hacia Estados Unidos, Chago decidió emprender la travesía de la que no salió vivo.