El Salvador
martes 26 de noviembre de 2024

Pueblos indígenas acompañan procesión los Cristos crucificados

por Redacción


Los doce cristos, que representan a cada una de las comunidades de la localidad de Izalco (oeste), recorrieron el pueblo acompañados con música y la imagen principal de Jesucristo de la iglesia del lugar.

Cientos de personas, principalmente miembros de las comunidades indígenas, acompañaron este jueves en una localidad del oeste de El Salvadorla tradicional procesión de los Cristos como antesala a los ritos católicos del viernes.

Los doce cristos, que representan a cada una de las comunidades de la localidad de Izalco (oeste), recorrieron el pueblo acompañados con música y la imagen principal de Jesucristo de la iglesia del lugar.

Esta imagen de Jesús Nazareno fue llevada por 50 cargadores, quienes se turnan durante el trayecto, en el que recibieron los aplausos del público.

José Luis Bautista, quien se identifica como un «sacerdote maya», relató a Efe que esta tradición comenzó en 1945, cuando los pobladores encontraron una imagen de Cristo «enterrada en un cafetal».

Explicó que la imagen fue tomada por un grupo de pobladores, que posteriormente se constituyeron una «hermandad», y que esta era conocido como «el Cristo de los pobres, de los indígenas».

Bautista relató que la procesión comenzó únicamente con indígenas y que «después de hacer milagros» se incorporó más gente a esta «tradición ancestral».

Acotó que la parte indígena se sumó a la procesión de la Iglesia católica conocida como «procesión del silencio» o de «Jesús cautivo» que se realiza cada Jueves Santo.

En la procesión de los Cristos, que se extiende durante 16 horas, participan 12 cofradías diferentes que adornan los cristos crucificados con palmas y flores de corozo, planta simbólica que se utiliza exclusivamente en esta ocasión.

Los 12 crucificados y Jesús Nazareno fueron escoltados por las imágenes de la Virgen Dolorosa, San Juan, María Magdalena y Verónica, también cargadas en hombros por miembros de la comunidad indígena.

Izalco fue una de las localidades más golpeadas por la masacre de indígenas y campesinos ordenada por el dictador Maximiliano Hernández Martínez, con la que casi exterminó a esta población y su cultura en 1932.

La matanza se dio tras una insurrección popular, encabezada por indígenas y campesinos, suscitada en rechazo a una reforma que los despojó de sus tierras comunales y a un fraude electoral.