El truncamiento de vidas a causa de la violencia criminal, la mayoría de ellas en edad productiva, es el pan diario de un país como El Salvador, que junto con Guatemala y Honduras conforman la región más letal de la tierra que no enfrenta un conflicto armado.
Este 2018 que recién culminó la Policía Nacional Civil (PNC) registró 3,340 homicidios, para un índice anual de 9.2 por día y una tasa de 50.3 por cada 100 mil habitantes, una cantidad que quintuplica lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como epidemia.
Pese a estos números que aún son epidémicos y preocupantes, la PNC resalta que la aplicación de los planes de seguridad está funcionando, si se toma en cuenta que ha habido una disminución sostenida en los últimos cuatro años, a partir de 2015.
En 2015, con el rompimiento de la tregua entre pandillas, se contabilizaron 6,656 homicidios, el número más alto desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, lo que dejó una tasa de 103 homicidios por cada 100 mil habitantes y el deshonroso título del país más violento del mundo.
En 2016 la cifra de homicidios cae un 13 por ciento y se sitúa en 5,280. En 2017 continúa la caída a 3,962 asesinatos y la tendencia a la baja se acentúa en el año recién pasado. Empero, los números aún no se asemejan a los que se reflejaban en los años de la tregua entre pandillas, de 2012 a 2014, cuando se llegaron a ver cifras de menos de 3,000 asesinatos en un año.
El discurso del gobierno por años ha sido que la violencia no es un fenómeno extendido alrededor del país, sino que es focalizado principalmente en áreas con alta densidad poblacional. Por tal razón es que resaltan el hecho que durante 2018 hubo 46 municipios en los que no ocurrió ningún homicidio.
La mayoría de estos municipios se ubican en el departamento de Chalatenango, conocido como un bastión de la antigua insurgencia en el conflicto armado de los años 80. Estos territorios se ubican principalmente al nororiente del departamento.
En Chalatenango, estos municipios no registraron ningún homicidio durante 2018: Ojos de agua, San Luis del Carmen, San Fernando, San Antonio de la Cruz, Comalapa, El Carrizal, Potonico, San Antonio Los Ranchos, San Francisco Lempa, Arcatao, San Isidro Labrador, San José Las Flores, San Miguel de Mercedes, Las Vueltas, Nombre de Jesús, San José Cancasque y Nueva Trinidad.
En segundo lugar de los departamentos con más municipios sin homicidios está Morazán. A excepción de Jocoro, los otros municipios se encuentran al norte del departamento: San Simón, El Rosario, Joateca, San Isidro y Arambala.
En tercer lugar está La Paz, con cinco municipios ubicados al norte del departamento: Mercedes La Ceiba, San Miguel Tepezontes, San Antonio Masahuat, San Emigdio y Tapalhuaca. La Unión, Usulután y Cuscatlán, por su parte, tienen cada uno tres municipios sin homicidios en 2018.
San Miguel, Cabañas, Sonsonate y Santa Ana tienen cada uno dos municipios sin homicidios, mientras que San Lorenzo es el único municipio de San Vicente que se escapó de la violencia homicida en 2018, de acuerdo con las cifras de la PNC.
A manera de explicar la situación de estos municipios, expertos sostienen que la mayoría de estos territorios están ubicados principalmente en áreas rurales y tienen una baja densidad de población, por lo que son sitios en los que “todos se conocen mutuamente” y pueden identificar fácilmente quien no es un originario de la zona.
De la misma forma, algunos de estos municipios tienen un alto nivel de organización comunitaria que fue adoptado en los días de la guerra civil, lo cual permite complementarse con las autoridades.
Asimismo, el difícil acceso de algunos de estos municipios son determinantes para mantenerlos libres de la migración de pandilleros, los cuales se repliegan cuando la persecución policial se intensifica en un territorio con fuerte influencia de grupos delictivos.