Días antes de ser derrocado, el general Carlos Humberto Romero recibió en su despacho presidencial a un alto funcionario estadounidense. La visita fue poco agradable. Viron Vaky, ministro de Asuntos Interamericanos de los Estados Unidos, le pidió que depusiera su cargo.
Eran días agitados. La violencia había aumentado y al mandatario salvadoreño se le habían salido las cosas de las manos. Al menos así lo interpretaba el gobierno estadounidense.
En enero de 1978, pocos meses después que el general Romero asumiera la presidencia, una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llegó a El Salvador para investigar una serie de denuncias de violación a los derechos humanos.
A mediados de 1979, la situación era turbulenta. El país estaba al borde del colapso. Los movimientos populares habían desatado una avalancha de protestas y el gobierno había aumentado la represión.
El 15 de octubre de 1979, un grupo de jóvenes militares, encabezados por el coronel Adolfo Majano, derrocaron al presidente Carlos Humberto Romero.
El coronel Majano aseguró, en 2016, en una entrevista radial, que el gobierno de los Estados Unidos apoyó el golpe de Estado y a la junta de gobierno, pero que los contactos fueron mínimos.
En esa entrevista, Majano hizo nuevas revelaciones. Detalló que la idea del Golpe se comenzó a gestar en mayo de 1979 entre los militares jóvenes y que uno de los líderes más importantes fue René Guerra y Guerra.
“La verdadera esencia del Golpe radicó en ciertos capitanes de artillería y de transmisiones. Por ejemplo, los artilleros dieron las ideas fundamentales”, dijo sobre la planificación que derrocó al último presidente del Partido de Conciliación Nacional (PCN).
Tras derrocar al presidente Romero, los militares golpistas buscaron, principalmente, en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) a la representación civil para integrar la Junta Revolucionaria de Gobierno. Los elegidos fueron Román Mayorga Quiroz y Guillermo Manuel Ungo.
Majano recordó, en la entrevista radial, que en la UCA hubo un grupo de intelectuales que fue clave en la planificación del golpe de Estado. No solo eso. Aseguró que los militares golpistas hicieron contacto con el padre Ignacio Ellacuría.
“Esas ideas básicas de la proclama realmente surgieron de la UCA. El padre Ignacio Ellacuría hizo un primer proyecto de proclama. Él me lo afirmó, me lo comentó, pero había salido muy cambiado”, explicó.
En esa misma entrevista hizo nuevas revelaciones. Aseguró, por ejemplo, que Monseñor Óscar Arnulfo Romero tuvo una participación muy activa durante los sucesos de 1979. “Yo considero a monseñor Romero un partícipe del golpe, estaba más involucrado en el Golpe de Estado que yo”.
Además, dijo que el Mayor Roberto d’Aubisson era un militar que no figuraba públicamente, pero que apoyó, en un primer momento, el golpe de Estado.
“Al día siguiente llegó al cuartel San Carlos a verme y cuadrándose militarmente me saludó y me dijo que se ponía a las órdenes completa e incondicionalmente. Ocho días después desapareció del Estado Mayor, no supe que se hizo pero con el apoyo de algunos jefes salió y se fue a empezar el trabajo político en el medio civil. Empezó a sacar videos atacando a la Junta”.
Cuando al coronel Majano se le pregunta por qué fracasó la primera junta de gobierno, este contesta que hubo hostilidad de dos frentes que se radicalizaron.
“La atacaron a muerte la izquierda y la derecha. Pero no es la actitud pública la que cuenta, la izquierda la refutó, igual la derecha, pero debajo de agua ocurrió una conspiración para botarla, esa es la realidad”.