El Salvador
domingo 24 de noviembre de 2024

El archivo fotográfico oculto de Monseñor Romero

por Redacción


Carlos Enrique Consalvi, fundador y director del MUPI, relató que Romero visitaba la casa de Campos porque le gustaban "los fríjoles fritos que la señora hacía".

El día que asesinaron a monseñor Óscar Arnulfo Romero, Santos Delmi Campos sintió terror y escondió el archivo fotográfico que el obispo le entregó meses antes y que revela que acompañó a los pobres desde joven, y no solo cuando ocupó el principal puesto de la Iglesia salvadoreña.

El Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI), fundado tras el final de la guerra civil (1980-1992), recibió en 2010 de manos de Campos el «archivo personal» de Romero con 400 diapositivas que muestran a «la voz de los sin voz» entre los suyos, entre sus preferidos.

Carlos Enrique Consalvi, fundador y director del MUPI, relató a Acan-Efe que Romero visitaba la casa de Campos porque le gustaban «los fríjoles fritos que la señora hacía».

«Un día se aparece y le entrega esta caja. La señora, al ser asesinado monseñor Romero, queda aterrorizada y durante 30 años guarda la caja», señaló Consalvi, quien fue miembro del equipo que operaba durante la guerra civil (1980-1992) la insurgente Radio Venceremos.

Señaló que la entrega de este archivo fotográfico se dio «un día que nosotros íbamos a hacer una exposición sobre monseñor Romero, hicimos publicidad y ella viene y la entrega al museo».

«Todo esto se sometió a un proceso de restauración digital porque estaban algunas diapositivas muy dañadas», apuntó Consalvi, conocido también como Santiago, su pseudónimo de guerra.

Tras la restauración, que duró cerca de un año, el MUPI seleccionó varias imágenes para montar una exposición permanente, publicar un especial en su revista Trasmallo y un catálogo.

«Para nosotros, la aparición de estas fotografías es una cápsula del tiempo que nos revela a un monseñor joven con una preferencia hacia las comunidades campesinas, indígenas, presos y enfermas», sostuvo.

Las imágenes muestran al menos tres aspectos de la vida del santo: Romero en un viaje al Vaticano pasando por México, el beato recorriendo diferentes lugares de El Salvador y su vida cotidiana en San Miguel, donde fue párroco, y el Romero fotógrafo.

Del primer grupo de fotografías resalta un retrato de «San Romero de América», como fue bautizado mucho tiempo atrás, con 38 años de edad, mirando a la cámara, ataviado con traje gris en Estanquillo, México, en octubre de 1955.

Para Consalvi, lo anecdótico de la imagen es que se dio en una época en la que en México no se le permitía a los sacerdotes vestir de sotana en público, vestimenta que Romero acostumbró a usar en El Salvador.

Otras fotografías muestran a Romero en frente una iglesia, sentado en el suelo en la zona turística de Xochimilco, México, en una mesa con una copa en la mano, otras dan cuenta de su paso por Venecia.

Según Consalvi, en este grupo de fotografías existe una «profética», en la que Romero está parado en un balcón con la mirada fija en el horizonte y abajo se ve la Plaza de San Pedro.

Luego están las imágenes de monseñor entre niños tras celebrar su primera comunión, entre mujeres, con indígenas, entre los presos de la cárcel del departamento oriental de San Miguel: el Romero más cercano al santo.

«Esto nos trae desde el pasado a un monseñor Romero, que desde mucho antes de ser monseñor, tenía una preferencia hacia estos sectores de la sociedad», acotó Consalvi, quien señaló que «hay algunas biografías que no lo presentan así» y que «esto da un quiebre a una historiografía tradicional».

Algunos sectores de la sociedad salvadoreña afirman que Romero tuvo una «transfiguración» poco tiempo después de ser nombrado como arzobispo de San Salvador con el asesinato de su amigo Rutilio Grande, quien también tiene abierta una causa de beatificación.

Romero fue consagrado arzobispo en febrero de 1977 y tres semanas después fue asesinado Grande, con lo que se intensificaron sus denuncias de graves violaciones de los derechos e injusticias sociales hasta que fue ultimado por un escuadrón de la muerte el 24 de marzo de 1980.

La última faceta de Romero que revela el archivo rescatado es de un fotógrafo interesado en retratar a la gente más vulnerable del país, la misma por la que veló y reclamó el respeto a sus derechos desde el púlpito.

«Nos revela a alguien que tenía un concepto de fotografía bien artístico, con un concepto etnográfico. Vemos que retrata escenas de un El Salvador que ya no existe», sostuvo Consalvi.

«Siempre el hombre es capaz de sonreír. Solo en el infierno no se sonríe ya, quizá porque muchos llevan el infierno en su corazón, el odio, la violencia fanática. ¡Qué feos son los rostros de los que odian¡ !Qué hermoso el rostro cuando sonríe y da una esperanza en el amor!, reza un fragmento de una homilía de 1979 colocado bajo una de las imágenes de Romero en el MUPI.