El Departamento de Estado de EE.UU. define a la salvadoreña Violeta Olivares como una «figura sin miedo» en la lucha contra la trata de personas, pero esta fiscal asegura que sí siente temor y que, en realidad, su «fortaleza» emana del dolor de las víctimas.
«Me halaga mucho lo que dice Estados Unidos, pero en realidad la fortaleza que se siente al trabajar en esto, sin temerle a nada, es por ayudar a las víctimas. Yo creo que esa fortaleza que se ve, que podrían ver en mí, viene del conocimiento de las vivencias de las víctimas», dice a Efe Olivares.
El Departamento de Estado reconoció esta semana como «héroe» en la lucha contra el tráfico de personas a Olivares, que desde septiembre de 2006 lidera la Unidad Fiscal Especializada Contra Delitos de Tráfico Ilegal y Trata de Personas de la Fiscalía General de El Salvador.
Dedica su vida a la persecución de las estructuras criminales, incluidas las pandillas, que se enriquecen con la trata de personas, un tipo de «esclavitud moderna» que afecta a cientos de salvadoreños en sus diferentes modalidades, como explotación sexual, laboral o comercial, por ejemplo, con la extracción de órganos.
«Me he acostumbrado a no sentir miedo porque eso debilita. Espero no sentir nunca miedo hacia esas estructuras criminales porque las estructuras, las debemos combatir, no tener miedo. Y la institucionalidad, o sea la Fiscalía, no puede temerles de ninguna forma», afirma.
En sus 12 años al frente de esa unidad, Olivares ha logrado la apertura de 143 casos judiciales que implican a 174 víctimas y en los que, por el momento, ha conseguido 30 sentencias condenatorias con penas que llegan hasta los 20 años de prisión, según datos del Departamento de Estado.
Se siente especialmente orgullosa del caso «Viudas de Negro», nombre con el que se conoce la estructura criminal de la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13) que se encargaba de reclutar a mujeres para obligarlas a casarse y, luego, asesinar a sus maridos con el fin de cobrar los seguros de vida.
Olivares explica que la Mara Salvatrucha usaba la «violencia física, psicológica y sexual» para obligar a las salvadoreñas a casarse. Ellas les decían a sus esposos que tenían un «estatus migratorio» en EE.UU. y que, al contraer matrimonio, ellos podrían también residir legalmente en ese país.
«Les decían a los hombres que tenían que contratar un seguro de vida y, cuando estaba vigente, les quitaban la vida. Obligaban a las mujeres a ir a cobrar el seguro y todo ese dinero se lo tenían que dar a la estructura de la pandilla», narra Olivares.
Actualmente, ocho personas se encuentran en prisión preventiva por ese caso en El Salvador y, en los próximos meses, se celebrará la vista pública del caso.
Olivares cree que los procesos penales deben conseguir una «restitución integral» de los derechos de las víctimas con atención psicológica que les permita empoderarse, con protección para que puedan actuar como testigos y, por último, con una indemnización que les ayude a reorientar su vida.
«Debemos garantizar a las víctimas que el daño no va a volver a ocurrir, debemos garantizar que esa víctima puede romper completamente con las cadenas de la explotación y crear un nuevo proyecto de vida. Hay que ayudarlas a ejecutar ese proyecto de vida y esa creo que es la parte más difícil», considera.
Lejos de desanimarse por los escollos, Olivares afirma que el premio del Departamento de Estado de EE.UU. solo ha servido para ratificarla en su compromiso.
«Este acto -dice- es la ratificación del compromiso que yo tengo como fiscal para continuar contra el tráfico ilegal de personas y la trata de personas en todas sus modalidades. Esto significa un firme compromiso en ayudar a las víctimas para que, a través del proceso penal, puedan obtener una restitución de sus derechos».
Nacida en la ciudad de San Salvador en marzo de 1977, Olivares es una de las diez personas que el Departamento de Estado de EE.UU. homenajeó esta semana por su lucha contra la trata de personas.