Franklin y Bryan son pandilleros del Barrio 18. Ambos tienen 17 años de edad y desde hace varios años pertenecen a esa pandilla. Ellos son “gatilleros” (menores encargados de asesinar) que el Barrio utiliza para cometer asesinatos y amparase a la Ley del Menor Infractor, que beneficia a los menores de edad con penas bajas por cometer cualquier delito.
Los dos jóvenes pandilleros operan en el municipio de Chalchuapa, en Santa Ana. Ese municipio se ha caracterizado por vivir bajo la sombra del Barrio 18.
El 26 de septiembre del año pasado Marlon Ernesto Galicia Rivera y Jairo Ernesto Castro Solís, jóvenes que se desempeñaban como trabajadores en una finca de la localidad, se conducían hacia Santa Ana a bordo de un autobús. La unidad del transporte público se conducía por la calle conocida como el Dique, en el cantón El Arado. Todo parecía normal.
Franklin y Bryan subieron al autobús; el primero se quedó en la entrada y el segundo caminó hacia la parte de atrás. Los pasajeros sabían que no eran usuarios comunes. Que eran de “los bichos”. Uno portaba una pistola calibre 9 milímetros, el otro un machete.
Con sus ojos clavados en cada uno de los pasajeros, los pandilleros indicaron que se bajaran. Todos se tenían que bajar y así fue.
Mujeres, niños y hombres hicieron una fila a un costado de la unidad; el motorista atemorizado se quedó sentado, a las órdenes de los dos jóvenes pandilleros, quienes continuaban examinando a los pasajeros. A algunos les robaron sus teléfonos celulares.
Los pandilleros caminaron una última vez inspeccionando a todos. Franklin dijo en tono desafiante: “aquí controla la 18” viendo fijamente a Marlon Galicia. Al no tener respuesta disparó en varias ocasiones en la cabeza del joven trabajador de una finca. La víctima se desplomó entre los pasajeros.
Al escuchar las detonaciones, el otro pandillero (Bryan) gritó: “este es bicha… dale”. Acto seguido señaló a Jairo Castro y el joven bajó su mirada, como en espera de un castigo. Franklin no dudó y detonó una vez más su pistola. Bryan remató a las dos víctimas con su machete.
Los jóvenes pandilleros, con su sed de sangre saciada, ordenaron al resto de pasajeros “pueden subir al bus”. Todos hicieron caso. El motorista continuó su trayecto.
Pasaron minutos para que agentes de la Policía Nacional Civil acudiera al lugar. La primera hipótesis fue “resistencia al robo”. Pasaron horas para que llegar personal de Medicina Legal y realizara el levantamiento de los cuerpos. Después de 24 horas, el informe forense detalló que Marlon Ernesto Galicia Rivera y Jairo Ernesto Castro Solís murieron por “traumatismo craneoencefálico contuso severo, producido por proyectiles disparados por arma de fuego”.
Las investigaciones iniciaron. Después de cuatro meses la oficina fiscal de Santa Ana ordenó la captura de Franklin y Bryan, que se hizo efectiva el 30 de enero pasado.
El proceso judicial contra los dos jóvenes pandilleros concluyó. Este delito es penado con una condena de 35 años, según el Código Penal, pero dada la edad de los victimarios el Juzgado Primero de Menores de Santa Ana los sancionó a 15 años de internamiento a cada uno.