Desde temprano alista su equipo, una mochila con agua hervida, sobres de café instantáneo, azúcar y vasos desechables. Pero por cualquier antojo, en una caja pone también, pan dulce y galletas. Así se gana la vida, desde hace unos meses Carlos Vladimir Cruz Crisóstomo, un joven de 24 años de edad.
Carlos camina por las calles del Centro Histórico de San Salvador. De su mochila sale una manguera con la que llena los vasos desechables y sacia los antojos de transeúntes, comerciantes y vigilantes. “Café, pan, galletas”, dice el vendedor, mientras camina.
Sobre la avenida España, entre la 9ª y la 11ª calle poniente, el martes Carlos caminaba, pero de inmediato se puso nervioso. Un grupo de agentes de la Sección Táctica Operativa (STO) de la Policía Nacional Civil (PNC) se encontraba realizando un patrullaje preventivo. Carlos caminó más rápido, nervioso, viendo a los uniformados.
Los policías de inmediato notaron el comportamiento extraño del vendedor. Carlos los vio. Los agentes lo vieron.
“Hey parate”, le dijo un agente. Carlos disimuló no escuchar, siguió caminando. “Parate ahí pues”, le repitió. Carlos no pudo escapar. Los agentes solicitaron los documentos, el joven vendedor los entregó. Después de identificarse los agentes procedieron a revisar las pertenencias y el cuerpo del sospechoso. Carlos escondía algo. Era una encomienda.
Al revisar la mochila, los agentes policiales encontraron un revólver y cinco cartuchos. “¿Y esto?” le dijo uno “por eso ibas nervioso verdad”, le remató. Carlos confesó “es una encomienda de la mara”, le dijo al aceptar que era colaborador de la Mara Salvatrucha (MS-13) que opera en el Centro Histórico.
Carlos de inmediato fue trasladado a la delegación policial. El interrogatorio continuó y el detenido confesó que los vendedores ambulantes, muchos de ellos, dijo que se ven en la “obligación de colaborar” con la pandilla.
“Tenemos que movilizar armas, munición y paquetes de marihuana”, admitió. Además dijo que el método utilizado por la estructura es que “las encomiendas” son proporcionadas en un punto determinado y los vendedores, protegidos por el camuflaje de sus productos, trasladan los ilícitos a otros lugares donde son entregados a otros pandilleros.
Carlos tendrá que enfrentar la justicia como colaborador de la pandilla y por el delito de tenencia y portación y conducción ilegal o irresponsable de arma de fuego.