El Salvador
sábado 23 de noviembre de 2024

La historia de un hombre que pandilleros privaron de libertad y casi matan por error

por Redacción


El hombre fue privado de libertad por pandilleros en los alrededores del estadio Cuscatlán en San Salvador. Logró sobrevivir y acá está su historia.

Felipe, un hombre de 35 años, es un salvadoreño que todos los días sale de su vivienda con el objetivo de ganarse la vida honradamente y llevar el sustento a su familia. Está casado y es padre de dos hijos.

El protagonista de esta historia fue privado de libertad en los alrededores del  estadio Cuscatlán en San Salvador, y tras una hora y media  de estar en manos de dos pandilleros, sobrevivió gracias a una llamada telefónica que informó a los delincuentes que se habían equivocado de víctima, no era Felipe, el que debía ser asesinado esa noche.

La mañana del 3 de febrero pasado, la víctima se despidió de su familia, tomó un pequeño bolsón de colgar que siempre lo acompaña y abordó varios autobuses para llegar a su trabajo que le permite devengar un sueldo mínimo, es decir, aproximadamente $300 al mes.

La mañana trascurrió con normalidad, sin ningún sobresalto en la rutina de Felipe, almorzó y espero que finalizara la tarde para retornar a casa y así fue. Cerró sus operaciones,  tomó su bolsón que contienía unas pocas pertenencias personales y salió de la empresa para la cual trabaja.

Felipe caminó por varias calles hasta llegar a la parada de autobuses que está en los alrededores del estadio Cuscatlán y a un costado de un pequeño centro comercial.  Ahí pasajeros la ruta 44 abordan las unidades que los llevarán al municipio de Ayutuxtepeque o la  ruta 5 que se dirige de la colonia La Cima al centro de San Salvador y viceversa.

PARADA DE BUSES ZONA CUSCATLAN 2

El sol se había ocultado, la zona estaba oscura y la poca iluminación alerta a los ciudadanos que deber estar más pendiente de su entorno, con un único objetivo, evitar ser víctimas de ladrones que operan en los alrededores.

Felipe llegó a dicha parada de autobus y en las cercanías solamente se encontraban dos hombres de aproximadamente 1.75 metros de estatura, formalmente vestidos,  con zapatos de lustrar y camisas mangas largas de color blanco, uno tenía un saco en sus manos, y por su vestimenta,  cualquiera habría pensado que se trataba de dos oficinistas, pero no era así, eran miembros de pandillas.

Uno de los sujetos se acercó a Felipe y le preguntó la hora, eran las 7:20 de la noche y en un descuido el hombre colocó un cuchillo a la altura del abdomen de su víctima, lo abrazó sobre los hombros, le pidió que caminara junto a él como “buenos amigos”, que no hiciera ningún escándalo, de lo contrario, sería asesinado en el lugar. El otro sujeto se encargaba dar vigilancia a su compañero.

“Comencé a sudar…creí que me matarían. Yo les decía que se llevaran mis cosas, pero me dejaran ir. Ellos me insultaban y me decían que me callara, que de esa no me libraría, me matarían y abandonarían mi cuerpo en un basurero”, explicó la víctima mientras lo llevaban a un área más oscura de la zona.

Los dos pandilleros a empujones llevaron a  Felipe hacia un redondel cercano a unos condominios, le pidieron que se hincara sobre una de las aceras y le arrebataron violentamente su bolsón, en el que transportaba su teléfono celular, accesorios del mismo, su cepillo de dientes y la pasta dental, $17 en efectivo y algunos documentos de su trabajo.

REDEONDEL ECUADOR ANEXO CONDOMINIOS ALTAMIRA 1

Posteriormente, le pidieron que entregara su billetera, donde estaban sus documentos personales. Además”papeles inservibles  que los hombres acostumbran a guardar”, según afirmó la víctima.

“Yo rogaba a Dios que me dejaran ir, que se apiadarán de mi, pero solo recibía insultos y amenazas a muerte”, lamentó Felipe.

Los pandilleros le insistieron que dejara de rogar, que nadie lo escucharía, tomaron su bolsón, colocaron la correa del mismo sobre el cuello de Felipe y comenzaron a asfixiarlo.

“Qué les hice, por qué me hacen esto”, repetía Felipe a los delincuentes que lo torturaban al apretar su garganta.

Uno de los criminales recibió una llamada telefónica, la tortura se detuvo, y Felipe escuchó que el pandillero decía que ahí lo tenían sometido y que en unos minutos acabarían con su vida, pero el sujeto al otro lado del teléfono dijo a uno de sus captores que se habían equivocado, que él no era el hombre al que pretendían matar. El hombre que querían asesinar seguía en un negocio que acostumbraba a visitar

CALLE ANEXA ESTADIO CUSCATLAN 1

“Los colores me volvieron al rostro, les insistí que yo no me metía en nada, que me dedicaba a trabajar y nuevamente les pedí que me dejaran ir”, suplicó Felipe a los pandilleros.

Los criminales le confirmaron lo que había escuchado, no era él al que buscaban, por lo que lo dejaron ir, pero antes le advirtieron que si los denunciaba ante la Policía lo buscarían para asesinarlo, al fin de cuentas, los pandilleros tenían los documentos personales de Felipe y el carné que detallaba donde trabajaba.

La víctima corrió sin mirar atrás, corrió por varias cuadras hasta llegar a su trabajo, donde se tranquilizó y contó a sus compañeros lo sucedido. Un vehículo de la empresa, en que laboraba, se encargó de llevarlo hasta su casa ubicada en una populosa colonia del norte de San Salvador.

Por su propia seguridad, decidió no interponer una denuncia ante la Policía o la Fiscalía, pero renunció a su trabajo para no tener que circular por la zona y posiblemente ser privado de libertad nuevamente por estos delincuentes o ser asesinado.