Maritza salió de su vivienda hacia el centro de San Salvador sin imaginar que ese sería uno de los peores días de su vida. La mujer caminaba por la ciudad cuando fue abordada por un hombre, quien le dijo que tenía una pistola en su cintura, que no se asustara y caminara junto a él como si fueran novios.
La mujer obedeció a su captor, quien era acompañado por otro sujeto, de que alguna manera brindó seguridad a su compañero para cometer el rapto.
Sin embargo, Maritza, nombre asignado por la Fiscalía durante un proceso pena, pensó que se trataba de una privación de libertad, por lo que le robarían sus pertenencias personales y la dejarían ir, pero no fue así. La víctima fue trasladada por sus captores a una vivienda en Mejicanos, donde le dijeron que había sido secuestrada y pedirían a su familia un rescate de $1,000.
Los delincuentes, que posteriormente fueron identificados como Emilio Ramírez Hernández y José Antonio Ramírez −dos delincuentes que, según la Fiscalía, no estaban ligados a pandillas u otra estructura criminal− llamaron a la familia de la víctima y tras una negociación acordaron el pago de $500 en efectivo.
Martiza estuvo secuestrada menos de 12 horas, tiempo que fue aprovechado por Ramírez Hernández para violarla.
El 15 de febrero de 2012 por la tarde, la familia de Maritza pagó el rescate y la mujer fue liberada, pero la pronta denuncia de la víctima permitió la captura de los responsables del secuestro y violación.
Los imputados cuyas fueron llevados ante la justicia y acusados formalmente de los delitos de secuestro y violación.
Un Juzgado Especializado de Sentecia de San Salvador condenó a Ramírez Hernández a 40 años de prisión por el secuestro de Martiza y 13 años más por la violación; es decir, una pena de 53 años de cárcel.
También José Antonio Ramírez fue condenado a pasar cuatro décadas tras las rejas por el secuestro de la mujer.