El Salvador
lunes 25 de noviembre de 2024

La montaña que el “capo” Salazar comparte con amigos y exfuncionarios

por Redacción


El "capo de la droga", Adán Salazar, comparte una montaña privada con el ex secretario técnico del gobierno de Funes y su amigo, el antiguo Superintendente Financiero, Víctor Ramírez Najarro, a quien le correspondía frenar el lavado de dinero.

En una montaña de una vieja finca cafetera llamada Los Naranjos conviven tantas contradicciones juntas que cuesta explicar lo que ahí sucede.

La montaña está localizada a solo 51 kilómetros al occidente de San Salvador. Está poblada de lujosas casas de descanso que pertenecen a José Adán Salazar Umaña, el único salvadoreño que los Estados Unidos ha designado “capo de la droga”.

Ahí también tienen opulentas fincas sus colaboradores más cercanos y altísimos exfuncionarios del gobierno del expresidente Mauricio Funes.

El hecho que fuera el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien declarara “capo internacional de la droga” a Adán Salazar, no fue obstáculo para que el propio exsecretario Técnico, Alexander Segovia, comprara terrenos y tuviera como vecino a “Chepe Diablo”.

Ambos tienen sus casas de descanso muy cerca, uno del otro, en esa antigua finca de café que ahora se ha transformado en una suerte de “club campestre” altamente privado. Ahí no entra cualquiera. La llaman la finca “La Cumbre”.

Más contradictorio es que junto a Segovia y Salazar Umaña convivió, durante sus días de descanso, el exsuperintendente Financiero del gobierno del expresidente Funes, Víctor Ramírez Najarro, a quien por encargo de ley le correspondía vigilar que Salazar Umaña no lavara dinero.

Residencia del exsecretario Técnico, Alex Segovia.

Residencia del exsecretario Técnico, Alex Segovia. Foto D1.

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Entrada principal de casa de Alex Segovia. Foto D1.

La montaña localizada en Los Naranjos, jurisdicción de Chalchuapa, Santa Ana, es un hermoso sitio compuesto por 170 mil metros cuadrados que se repartieron, desde el año 2012, empresarios y personajes públicos.

En ese lugar todos utilizan la misma agua, la misma electricidad y un camino de piedra construido con grava de primera calidad.

Entre los ocupantes que se distribuyeron esa tierra se incluyen, además de Adán Salazar, Wilfredo Guerra, presidente de la empresa Gumarsal, quien dijo públicamente a un diario digital que Adán Salazar es su segundo padre.

Gumarsal, la empresa que preside Guerra, es una firma que su padre, el alcalde de Metapán, Juan Samayoa, fundó con Adán Salazar Umaña en 1997.

El alcalde Juan Samayoa es un asiduo visitante de ese condominio territorial en el que tiene su casa de campo su hijo Wilfredo Guerra.

Para entrar a ese “club campestre”, como lo llamó un vecino del lugar, deben cumplirse estrictas medidas de seguridad. Es prohibido tomar fotografías y solo los propietarios, familiares y amigos pueden entrar ahí.

Se tiene el lugar como un sitio paradisíaco donde también posee tierras el abogado Sigfredo Figueroa, abogado personal de Salazar, Samayoa, Guerra y todos ellos.

Los vigilantes del lugar saben, por ejemplo, que el exsecretario Técnico, Alex Segovia, quien ahora maneja una fundación salvadoreña, llega con frecuencia al lugar y disfruta cortando güisquiles en su cultivo privado.

También pasa algún tiempo de sus visitas de descanso disparándole a un tronco de un árbol.

La casa de descanso de Segovia, localizada a pocos metros de la de Adán Salazar, el “capo”, posee al menos dos torres de seguridad, posiblemente como recuerdo de los tiempos en que fue hombre de confianza de la administración Funes y colocaba ahí guardaespaldas a vigilar las 24 horas del día.

Uno de sus mejores amigos de Segovia, el exsuperintendente Financiero de la administración Funes, Víctor Ramírez Najarro, también recorre con frecuencia los casi 13 mil metros cuadrados que posee en ese “club campestre” particular. Ramírez es un economista de 59 años que vive en Santa Tecla, aunque es originario del municipio de San Miguel de Mercedes, departamento de Chalatenango.

Pleno desarrollo

Fue el 4 febrero del 2012, cuando el gobierno de Mauricio Funes no llegaba aún a la mitad de su período, que el secretario técnico de la presidencia, Alexander Segovia, y el entonces superintendente Financiero, Víctor Ramírez, compraron 33 mil metros cuadrados en la montaña de La Cumbre.

Pero no solo ellos compraron toda esa tierra cercana a la casa de descanso de Adán Salazar. En la compra total también participaron el odontólogo de Santa Ana Marvin Antonio Vásquez Duarte y Jorge Alberto Romero Menjívar, un residente de Santa Elena.

Quien les vendió la tierra en ese antiguo cafetal fue el empresario Humberto Bernardo Müller Lino.

Posteriormente, Humberto Muller explicó a Diario 1 que “la compraventa se hizo enteramente a precio de mercado y el precio producto de esta fue declarado íntegramente en mi declaración del impuesto sobre la renta que correspondía al ejercicio fiscal en el cual se hizo la venta, pagando el impuesto a la ganancia de capital correspondiente”.

Por otro lado, agregó, resulta relevante señalar que el precio de venta fue pagado por el comprador mediante cheque girado contra un banco local, el cual fue enteramente depositado en una cuenta bancaria de mi propiedad.

“Lo que en realidad ocurrió, es que por situaciones totalmente aleatorias y sin que me una ningún tipo de relación comercial, societaria o personal, ni habitual ni permanente, procedí a venderle a esta persona un inmueblede naturaleza rústica, de mi propiedad denominado Finca “La Cumbre”, localizada en Los Naranjos, jurisdicción de Chalchuapa, Santa Ana, por el precio de $30,000.00”, indicó Muller.

Poco después de dos meses que Segovia y el exsuperintendente Ramírez compraran esos terrenos entró en el “club campestre” Adán Salazar.

Entrada a residencia de Adán Salazar.

Entrada a residencia de Adán Salazar. Foto D1.

Fue el 26 de abril del 2012 cuando “Chepe Diablo” compró al menos 33,761 metros cuadrados en ese lugar.

Adán Salazar segregó en varias partes la tierra que posee ahí y les ha vendido porciones a personajes como el jugador de fútbol Andrés Flores Jaco.

Este futbolista posee ahí 1,697 metros cuadrados que le compró a “Chepe Diablo” en $11 mil.

Luego de que Adán Salazar, Segovia y el exsuperintendente Ramírez compraran la antigua finca “Las Cruces” sufrió una explosión de desarrollo. Pronto llegó la luz eléctrica, el agua y el camino para que Salazar, Guerra, Figueroa, Ramírez, Segovia y otros disfrutaran en esas tierras.

En poco tiempo se instalaron tanques de agua, torres de electricidad y se construyó un camino de acceso por la montaña con grava de alto valor.

Todos ellos son miembros de una “Asociación Múltiple Nasacayub Los Naranjos”, a quienes pagan en una cuenta común del Banco de Fomento Agropecuario el consumo de agua y los cargos por seguridad.

La finca es vigilada por agentes privados fuertemente armados. Si un ciudadano ajeno al “club campestre” ingresa al lugar pone en riesgo su vida.

La pertenencia de todos ellos en esa asociación, prueba que todos los habitantes de esas tierras están plenamente enterados de quienes son sus vecinos. El disfrute común es lo que siempre ha atado a todos los inquilinos de esas tierras que, en la actualidad, una manzana se vende a más de $100 mil.

 Víctor Ramírez, exsupurintendente Financiero es copropietario de estas tierras.

Víctor Ramírez, exsupurintendente Financiero es copropietario de estas tierras. Foto D1.

 

El vecindario de un «capo» salvadoreño.

Casi todos los fines de semana, Alex Segovia llega a su ostentosa casa de campo de La Cumbre a cuidar el jardín. Cuando hay güisquiles y rosas los corta para llevarlos a su casa en la Capital. De hace un par de años aún sobrevive un tronco en el que afinaba, con una escopeta de cacería, su puntería a balazo fino.

Pero esta propiedad no es solo de él. La comparte con Víctor Ramírez Najarro, exsuperintendente del Sistema Financiero, hombre al que el Estado salvadoreño encomendó combatir el lavado de dinero.

Lea también: Segovia y Ramírez se desvinculan de Chepe Diablo en caso Club Campestre

La casa de Segovia está ubicada en el rellano de la vieja finca cafetera que hasta hace unos 15 años aún estaba en manos de la familia Escalón, descendiente de Pedro José Escalón, expresidente que gobernó El Salvador a principios de 1900. El terreno de unos 33,000 metros cuadrados tiene tres entradas. En el costado izquierdo un portón elaborado con trozos de madera y palos en el que entran los empleados que solo tienen descanso después de 15 días de trabajo continuo.

La entrada principal es de madera fina decorada y se abre de par en par cuando entran las camionetas de Segovia, Ramírez Najarro o las de sus poderosos y acaudalados amigos.

El jardín es circular con un pasto cuidadosamente cortado. En aproximadamente tres franjas hay pequeñas plantas. Los árboles producen una sensación de frescura. En medio de todo está la portentosa casa construida con maderas que se erige en medio de todo con sus tres puertas y vitrales repartidos en el frontón y en la punta de la edificación un pequeño triángulo con ventanas en el centro. Frente a ella una torre de vigilancia elevada a la misma altura en el que caben dos vigilantes y que muestra el poder que ostentó el hombre al que cuidan.

Unos cuantos metros abajo hay dos tanques de agua al lado del camino y al final un portón que lleva a una casa particularísima de Wilfredo Guerra Umaña.

Pozos de agua instalados en Los Naranjos.

Pozos de agua instalados en Los Naranjos. Foto D1.

La casa está precedida por un camino de cemento y un jardín cuidado con mucha pulcritud al que seguramente los jardineros dedican la jornada completa. Árboles bien podados. La casa de madera está sostenida con más de media docena de pilares y tiene tres niveles: el segundo hay un cuarto con un enorme ventanal oscuro y un espacio rectangular en el que, aparentemente, descansan los invitados sentados en cómodos sillones. El tercer nivel tiene tres amplios cuartos también con un vitral de por medio.

Parece el ejemplar en madera de un palacio victoriano cuya construcción no pudo haber costado menos de $50,000.

Arriba de las casas hay más más árboles: pinos, madrecacao, flores esparcidas a la vera del camino, troncos podridos, agua estancada de la que saltan nubes de zancudos hambrientos, ramas. Parece que muy pocas veces alguien anda aquí; en el centro del camino se dibujan los rastros de las llantas de un vehículo. Colina abajo, a más de 1,000 metros, dos casas construidas en medio de dos gruesos muros de concreto decorado con alambre de espina electrificado interrumpen el horizonte verde.

Después de unos cuantos metros cuesta abajo aparecen las viejas casas: una típicamente rural con pilares en los pasillos, ladrillos rojos, tejas pálidas por el sol, pasto cortado con esmero y puertas abiertas de par en par. Unos tres metros adelante otra que en su tiempo debió servir para que el terrateniente descansara pero que en la actualidad está abandonada, aunque en su parte trasera haya un amplio patio con mesas y bancas en las que respirar un rato anonadado con el horizonte siempre verde.

Al finalizar la cuesta está la segunda entrada para los empleados. Las casas protegidas con gruesos muros tienen gruesos portones que permanecen cerrados la mayor parte del tiempo. Una de esas casas es de José Adán Salazar Martínez, hijo de José Adán Salazar Umaña, a quien el 30 de mayo de 2014 Estados Unidos designó capo internacional de la droga. Hasta hace tres años un área de 33,000 metros cuadrados era de exclusiva propiedad de Salazar Umaña.

En las entradas de las casas hay cámaras de seguridad. A la par un hotel en construcción con madera.

La Cumbre es una finca edénica. Flores de miles de colores, clima fresco –a las 6 de la mañana la neblina lo inunda todo; al atardecer, también- frondosos y altos árboles que dan sombra a los cafetos.

La finca está a un lado de la carretera que lleva a Sonsonate. Frente a La Cumbre está la finca de Escalón Álvarez y Compañía y de la sociedad Meza Hill y Compañía.