Esta historia comenzó un día cualquiera a finales de diciembre del año pasado, en una calle del Centro Histórico de San Salvador.Para entonces, un vendedor a quien solamente llamaremos David se acercó al puesto de venta informal de su hermano a quien en este relato conoceremos como Jacobo y no lo encontró.
Jacobo no tenía por qué haber faltado a trabajar ese día, no había ningún motivo. Fue por eso que David se preocupó y le preguntó a un motorista de un microbús de la ruta 38-B que si lo había visto, puesto que en esa ruta viajaba siempre. El motorista le contestó a David que sí lo había visto hacía un rato. «Allá se bajó por Las Terrazas», le dijo, refiriéndose a la zona donde algún día funcionó el cine Terraza, en la colonia Layco de San Salvador.
David confió en las palabras del motorista, quien le aseguró que había visto a su hermano bajarse del microbús y platicar con un hombre moreno y gordo a quien además dijo no conocer, y se sintió un poco más aliviado; sin embargo, no dejó de sentir intriga.
Al siguiente día, cuando David se acercó de nuevo al puesto de su hermano y no lo vio, decidió llamarle a la esposa de Jacobo y animarla a denunciar. Ambos fueron a un puesto de la Policía Nacional Civil (PNC) para que comenzaran a buscarlo y al mismo tiempo imprimieron decenas de copias de una fotografía de su familiar desaparecido para pegarla en lugares de bastante tráfico de personas para que alguien que lo viera pudiera ayudarles.
Ese mismo día, David recibió una llamada. La voz que salía del teléfono le dijo que él tenía secuestrado a Jacobo y que le llamaba porque quería $300 como rescate si lo quería devuelta con vida. David, asustado, le contestó que no tenía tanto dinero. El sujeto que llamó le preguntó que si tenía Whatsapp y le dijo que por ahí iban a negociar.
-Vaya, mirá, yo veo que no entendes. No me puedo arriesgar por tan poco ni mucho menos por ustedes que han de estar buscando a la policía. Pues nos ayudan con eso 300, es justo creo yo.
A lo que David le respondió con otro mensaje.
-Nombre masiso yo mi fe en Dios es lo único, yo recuperar a Jacobo quiero.
-Mirá, ustedes pertenecen a la mara. El mismo nos hizo señas alusivas a eso y quiso robarle a quien no debia.
-¿Ladrón? Si el no es mañoso.
-Si ve pero vamos a quedar si o no.
-Mirá, yo no pertenesco a ninguna mara o pandilla como lo keras llamar yo bolo soy y ke garantia me das que el esta bien.
-Mandame el dinero por banco AZTECA te voy a mandar unas fotos.
-Pero yo quiero bien. A nombre de quien pongo el dinero.
-Mirá pero me entendes que para mi es un riesgo decirte asi por asi. Conseguimelo dentro de media hora no hay tiempo.
El secuestrador le envió a David tres fotos por Whatsapp donde se veía a Jacobo golpeado de la cara y sangrando, aunado a otro mensaje:
-Ponele mente ya vio la foto y todo Charlie y no se si ya estas con los policías. Yo se sabes no quisiera estar en tus zapatos avisame cuando tengas los 300.
David continuó negociando con los secuestradores y les aseguró que no tenía tanto dinero, que en ese momento lo más que había podido reunir eran $200 pero que si le daban más tiempo podía ver cómo prestaba más.
-Vaya pero mira 01 sin policias me entendes y tu manera de hablar es de maras y me estas dando desconfianza.
Las negociaciones continuaron por mensajes y a la conversación se añadió otro número del cual un sujeto le envió otras fotos de Jacobo para demostrarle que estaba vivo y que había comido. Al siguiente día, cuando acordaron hacer la entrega del dinero, David junto a la esposa de Jacobo llamaron a la policía para que les ayudara.
Las autoridades montaron un dispositivo de entrega controlada con tres equipos. El primero sería un agente encubierto vestido de civil que llegaría a entregar el dinero fingiendo ser David. Este iría en u vehículo, acompañado de otro policía de ropa particular. El segundo equipo estaba conformado por un fotógrafo y otro agente para conducir el segundo carro.
El tercer equipo sería una pareja de policías uniformados que caminarían en el perímetro para capturar a los extorsionistas luego de que recogieran el dinero. Los policías llevaban diez billetes cifrados en denominación de a $20.
El lugar que acordaron para entregar el dinero fue el centro comercial Pericentro del municipio de Apopa. Allí llegaron los agentes de la policía fingiendo ser las víctimas de la extorsión. Uno de los policías llevaba el teléfono con el que David había negociado el pago del rescate. A los pocos minutos de estar esperando una llamada los alertó a todos. El sujeto que llamaba le dijo que llegaría vistiendo una camisa del equipo Bayern Munich con el número 11 en la espalda.
Los policías le entregaron el dinero y los sujetos hicieron una llamada para que Jacobo quedara libre. Minutos después, los agentes vieron pasar a Jacobo caminando en dirección a un restaurante del centro comercial y el sujeto de la camisa deportiva se marchó junto a un acompañante.
A pocos pasos los estaban esperando los policías del equipo tres quienes al revisarlos le encontraron el sobre con los diez billetes cifrados a los delincuentes y procedieron a capturarlos.
Luego de un proceso judicial en el que se recopiló toda la información del caso, incluyendo los mensajes entre los delincuentes y la víctima, este miércoles 20 de junio de 2016, el Tribunal 3° de Sentencia de San Salvador condenó a Oscar Manuel Martell y a Henry Brayan Benitez a diez años de prisión cada uno por el delito de extorsión agravada, por lo que deberán ser enviados a uno de los centros penitenciarios del país donde pagarán su condena.
*Los diálogos fueron transcritos del expediente judicial sin modificar, incluyendo los errores ortográficos.
**David y Jacobo son los nombres clave que la Fiscalía usó en el proceso judicial para proteger a las víctimas.