Gabriela (nombre ficticio) salió de su oficina como ya es costumbre a las 5 de la tarde para dirigirse a su hogar. En la urbanización Santa Elena abordó un autobús la Ruta 34 y al llegar a la parada frente a la Ceiba de Guadalupe se subieron a la unidad dos sujetos que aparentemente parecían delincuentes.
El bus siguió la marcha, pero Gabriela no dejaba de abrazar su cartera y un tanto nerviosa volvió a ver a un costado de la unidad y efectivamente los delincuentes iban despojando de sus pertenencias a algunos pasajeros. En ese momento la joven pensó bajarse de la unidad; pero se detuvo y esperó que el incidente siguiera su curso, ya que manifiesta que el bulevar Venezuela no es seguro en horas de la tarde.
Los sujetos portaban armas blancas y uno tenía al menos 35 años de edad. Este último era alto, complexión fornida, piel morena y usaba barba. Mientras que el otro sujeto de apariencia muy joven, era moreno, de baja estatura y piel morena, relata Gabriela.
Un joven que iba cerca de Gabriela realizaba una llamada con un teléfono celular, la joven lo alertó y le dijo en voz baja que guardara el aparato porque iban asaltando en la unidad. El hombre un tanto nervioso obedeció y esperó ver qué pasaba dentro del bus.
Al llegar cerca de la plaza El Trovador, al Sur de San Salvador, uno de los delincuentes se acercó a otro pasajero que iba adelante de Gabriela y le pidió el teléfono, en ese momento el joven se opuso y hubo un forcejeo al grado que intentaron bajarlo de del bus.
“Dame el teléfono, cabrón, dame el teléfono”, le dijo el asaltante más alto. Sin embargo, el joven se resistió, algo que enfureció más a los sujetos e intentaron bajarlo de la unidad, tomándolo de los brazos y empujándolo hacia la puerta. Al verse acorralado y sin que nadie pudiera auxiliarlo, entregó el aparato.
No obstante, los delincuentes antes de bajarse lo golpearon en el abdomen. Los sujetos a toda velocidad saltaron de la unidad y se ocultaron en la colonia aledaña a la Plaza El Trovador.
Luego de lo ocurrido algunos pasajeros solo murmuraban entre dientes, mientras que otros siguieron en la unidad como si nada había pasado. El joven a quien habían asaltado y golpeado se fue hacia atrás de la unidad y no dijo ni una palabra de lo ocurrido.
La joven señala que en esa unidad es frecuente ver que los delincuentes se pasean a sus anchas y ningún agente de la Policía Nacional Civil (PNC) es visible en la zona, a pesar que la referida ruta es afamada por ese tipo de incidentes.