El Salvador
domingo 24 de noviembre de 2024

La desgarradora historia de Génesis, el joven violado por un juez de Santa Ana

por Redacción


Un joven analfabeta se quedó sin transporte en la ciudad de Santa Ana. Buscando ayuda, se acercó a la mesa donde un juez y otros hombres departían sin saber lo que le esperaba. Esta es la historia.

Sentados alrededor de una mesa redonda y bajo el cobijo de una sombrilla amplia, tres hombres mayores empinan el codo y se vacían cervezas entre el pecho y la espalda. Son cerca de las dos de la madrugada y los tres hombres ya tienen buen rato de estar departiendo en la populosa zona sobre el bulevar de Los Cuarenta y Cuatro, en Santa Ana.

Uno de los tres hombres se fija que a lo lejos hay un joven que los observa. Alrededor, los demás borrachos han empezado a marcharse. El hombre mira hacia el muchacho y levanta un envase con la mano, en señal de saludo, invitándolo a que se siente con ellos a tomar. A ese joven lo llamaremos Génesis.

Horas antes, Génesis había salido de su casa, en las afueras de Santa Ana, a hacer unos mandados. Pero, quizá por tardarse demasiado o por perder la cuenta en el reloj, no logró alcanzar el último bus y se quedó varado en el corazón de la ciudad.

Sin ninguna forma de regresar a su casa ni a quién buscar, Génesis comenzó a caminar y caminar hasta encontrar un lugar donde poder pasar el tiempo hasta que amaneciera. Así fue como llegó a la mesa de los tres hombres.

Amigables, los bebedores le ofrecen a su invitado que tome junto a ellos. Génesis acepta y se empina dos envases.

Mientras departen, los tres hombres le preguntan al comensal que qué hacía a tales horas de la noche, solo, en un lugar como ese. Génesis cuenta la historia y continúan departiendo sin mayor reparo.

Uno tras otro, los envases van quedando vacíos, y los hombres empiezan a verse soñolientos cuando el reloj marca las cuatro de la madrugada del viernes 17 de junio. Uno de ellos se lleva ratos acostado en una banca y desde ahí contesta – más dormido que despierto – a los comentarios de sus compañeros.

Uno de los hombres, se levanta de la mesa y toca al que está acostado en la mesa, le dice que despierte, que lo van a ir a dejar. El segundo lo acompaña y se suben a una camioneta gris que tienen parqueada a unos cuantos pasos. Arrancan y se van.

Génesis se queda solo en el lugar y nota que los buses de la empresa Transportes Unidos de Occidente, TUDO, ya comenzaron a pasar. Aliviado, se da cuenta que ya son las 4:30 y que en poco menos de media hora podrá subirse al bus e irse a su casa. Mientras tanto, platica con el vigilante de la gasolinera Puma que queda a unos pasos de donde está él.

Al rato, los dos hombres regresan a bordo de la camioneta y encuentran a Génesis en el mismo lugar, le preguntan que qué hace ahí todavía y después de escuchar que estaba esperando el bus para irse a su casa le dicen que lo van a ir a dejar. Y ahí comienza el calvario.

Confiado, y con la urgente necesidad de llegar a su casa luego de haber deambulado toda la noche, Génesis acepta que los hombres lo vayan a dejar y se sube a la camioneta gris. Uno de los hombres conduce mientras que el otro se va en el asiento de atrás, junto a él.

Apenas han avanzado unos cuantos metros cuando Génesis se da cuenta de que no van por el camino correcto, que se han desviado, y luego de preguntarles a los hombres que para dónde iban, estos le responden que tranquilo, que solo han tomado un atajo. Desde entonces supo que algo iba mal.

La calle por la que avanzan los lleva hasta la Residencial El Trebol, en una zona popular de Santa Ana. Ahí la camioneta se detiene y los dos hombres se bajan. Génesis, sabiendo que la situación no pintaba bien, intenta correr, pero uno de sus verdugos lo agarra de la camisa y lo detiene. El otro hombre se lanza también sobre él y lo agarra del pantalón. Ambos lo meten a la fuerza a una casa de portón negro donde lo convierten en su víctima.

Una vez adentro, Génesis pide piedad, pide perdón, pide que lo dejen libre. Pero sus captores ni siquiera se inmutan y lo internan a la casa y lo empiezan a desnudar por la fuerza. La víctima intenta escapar. Forcejea. Lucha. Grita. Lo empujan hasta un cuarto.

Uno de los hombres saca unas bocinas con forma de lata y pone música a todo volumen. Al fondo hay unas sábanas tiradas en el suelo y un envase de cerveza Smirnoff Ice.

Génesis sigue gritando, suplica, implora, les pide por piedad que lo dejen ir.

-Gritá todo lo que querás, aquí nadie te va a oír – le responde el primero de sus verdugos y le explica su sentencia: a violarte vamos. La víctima continúa forcejeando y logra ver escenas de lo que pasa a su alrededor mientras lo victimizan. Los hombres se besan en la boca. Se tocan. Lo tocan. Se ríen. Lo violan.

Aparte de sus caras, hubo dos señales en el cuerpo de sus verdugos que Génesis puede recordar claramente. El primero de ellos tenía una llaga en el abdomen, y el segundo un tatuaje de dragón en la parte derecha de su cadera.

Tras finalizar el abuso, los sujetos le ordenaron que se vistiera, que saliera de la casa y que no fuera a decirle nada a nadie o lo iban a matar. Cerraron la puerta y se encerraron con la música todavía sonando.

Destrozado, y con el sol en la cara, Génesis, un joven menor de edad que no puede ni leer ni escribir, tuvo una luz de ingenio que sorprendería a su captores: Caminó hasta una tienda cerca de la casa y compró un lapicero.

A tiempo que compró el lapicero, le pidió a una señora que pasaba por el lugar que le apuntara en la palma de su mano el número de placa de la camioneta gris que manejaban los sujetos. La señora escribió en su mano la serie P113 732.

El joven se fue con el número escrito en la palma de su mano y llegó hasta el puesto del Cuerpo de Agentes Municipales (CAM) y les dijo lo que había sucedido. Los agentes dieron parte a la Policía y le delegaron el caso.

Los policías subieron a Génesis a la patrulla y buscaron la camioneta gris. La encontraron estacionada frente a la casa de portón negro y al tocar a la puerta vieron salir nada menos que al juez segundo de Instrucción de Santa Ana, Carlos Alfredo Alvarado Rodríguez, preguntando que qué querían.

Génesis los reconoció y el juez junto a su pareja fueron capturados la mañana del sábado 18 de junio acusados del delito de violación. La víctima contó todo a las autoridades y hoy este relato consta en el requerimiento fiscal al que Diario1 tuvo acceso.

Génesis es el nombre clave que la verdadera víctima ha recibido en este proceso como parte del régimen de protección de víctimas y testigos para proteger su identidad y su integridad.

Este lunes, el juez fue suspendido temporalmente por el pleno de la Corte Suprema de Justicia mientras dura el juicio en su contra.