Un vigilante se preparaba para terminar su turno de 24 horas en la colonia Altavista de San Martín, cuando dos pandilleros de la 18 ingresaron a la caseta y le quitaron la vida tras una ráfaga de disparos.
José Gilberto Jovel Barahona, de 40 años, desde hace años era el encargado de la seguridad de los vecinos de esa populosa colonia y ese día concluiría su último turno de trabajo; sin embargo, hasta le fecha se desconocen las causas que motivaron a los pandilleros a cometer el crimen.
Al momento del homicidio, Joven Barahona se encontraba adentro de su caseta, en la cual se encontraba una silla plástica blanca, una mesa de madera, un pequeño aparato radiofónico sobre un microondas que aparentemente estaba defectuoso, un balón de fútbol bajo la mesa, una sombrilla color roja en una esquina y una botella de agua purificada con un vaso color azul en la boquilla.
A las 7:45 de la mañana, dos hombres ingresaron a la caseta y descargaron sus armas contra el vigilante, quien recibió 26 disparos. Según la autopsia realizada por el Instituto de Medicina Legal, el cadáver tenía 26 orificios de entrada y 23 de salida en distintas parte del cuerpo como el cráneo, cuello, hombros, abdomen y e torax. El vigilante murió instantáneamente, según expresa el expediente judicial de este caso.
Los dos pandilleros huyeron corriendo del lugar con la firme convicción que no habían testigos del hecho, pero sus cálculos fallaron y un ciudadano identificó a los criminales.
La Policía llegó al lugar, acordonó la escena con la tradicional cinta amarilla que dice “policía no pasar”, pero repentinamente un ciudadano se acercó a los agentes , expresó haber visto a los criminales y se mostró dispuesto a colaborar siempre, pero antes advirtió que debían garantizarle su seguridad, ya que estaba seguro que los pandilleros no se habían percatado de su presencia en la zona.
El testigo protegido afirmó que el día que sucedieron los hechos, el 10 de agosto de 2014, caminaba sobre la calle principal de la colonia Altavista cuando observó a dos pandilleros que operan en el sector, a quienes identificó como los hermanos William Neftaly Valladares Alvarado, alías “El Enano”, y Walter Bladimir Valladares Alvarado alías “El Moreno”, ambos miembros de la pandilla 18 de la clica “Fayny Locos Sureños”, quienes portaban armas de fuego en sus manos.
El hombre explicó que inmediatamente se escondió detrás de un vehículo y se percató que los sujetos ingresaron a la caseta del vigilante, posteriormente se escucharon muchos disparos y salieron huyendo del lugar.
Asimismo, señaló que “El Moreno” posee un tatuaje con los números de la bestia en el pecho; es decir, “666” con tipografía gótica y un número 18 en el brazo derecho con el mismo tipo de letra. El otro sujeto no posee ningún tatuaje, según especificó el testigo.
Tras la individualización de los sujetos, la Policía procedió a la captura de “El Enano” y a la intimación de su hermano que se encontraba detenido en el centro penal de Izalco, Sonsonate, acusado del delito de agrupaciones ilícitas.
Ambos hermanos pandilleros serán llevados a juicio en el Tribuanal 6° de Sentencia de San Salvador en los próximos 10 días por el delito de homicidio agravado y de ser encontrados culpables podrían recibir entre 30 y 50 años de prisión, cada uno, según lo estable el Código Penal.