Eran cerca de las 10:00 de la noche y Mateo se encontraba encerrado en su cuarto, tranquilamente, viendo videos en su computadora. De repente, un golpe en la pared lo sorprendió y un grito seguido lo terminó de desconcertar. “Te voy a matar y te voy a sacar los ojos”, gritaba un hombre a lo lejos.
Asustado, Mateo dejó su computadora a un lado y salió al pasillo principal a ver qué sucedía. Afuera encontró manchas de sangre. Mateo alcanzó a escuchar más gritos y reconoció la voz de don Armando, el dueño de la casa donde él y otras dos personas alquilaban un cuarto. Era el dos de mayo de 2015.
La voz que gritaba era la de uno de sus vecinos que vivía con su mujer en el cuarto de al lado. Los otros gritos, los de lamento eran los de don Armando. Entonces vio salir a su vecino con un cuchillo en la mano. Mateo, asustado, se quedó parado y solo escuchó a su vecino decirle “parate ahí o te morís”.
En ese momento, el miedo se mezcló con el valor y Mateo se lanzó sobre su vecino ensangrentado y con un cuchillo en la mano. Este otro agarró a Mateo de la camisa y ambos se fueron al piso. Después de una lucha cuerpo a cuerpo en el suelo, el vecino enloquecido soltó el cuchillo y se levantó gritándole a su mujer “alcanzame la treinta y ocho ochenta, alcanzame la treinta y ocho ochenta”. Tres veces le pidió el objeto.
Ambos sujetos alquilaban un cuarto donde don Armando, al igual que el testigo. Sin embargo, esa noche, uno de ellos decidió atentar contra la vida del dueño de la casa.
La mujer respondió al llamado de su esposo y le alcanzó un objeto cuadrado, extraño. Mateo se quedó parado y vio cómo su vecino tomaba la cajita y le apuntaba a la altura de la cara como si de una pistola se tratara. “Hoy sí te vas a morir”, le decía el vecino.
-Mirá, calmate. Te voy a abrir la puerta y te vas – fue la respuesta de Mateo al ver el episodio que parecería locura si no hubiera escuchado antes los gritos de don Armando y la sangre no hubiera estado por todos lados.
Entonces, el vecino enloquecido regresó a su cuarto y, al abrir la puerta, Mateo pudo ver a don Armando mal herido y lleno de sangre, recostado en una pared.
Mateo escondió el cuchillo detrás de un adorno y salió de la casa hacia donde un vigilante cercano, a quien le pidió que llamara al 911 porque había un hombre herido en la casa ubicada en la urbanización San Jorge, de San Salvador.
El vigilante hizo caso al llamado, pero advirtió a Mateo que un hombre y una mujer iban corriendo por la calle con un televisor. Luego llegó la ambulancia y la policía, pero don Armando estaba muerto.
A las 23 horas con 50 minutos se realizó la inspección ocular y el levantamiento del cadáver de don Armando Peña Tobar, el cual presentaba varias heridas en diferentes partes del cuerpo.
Luego del asesinato, los hechores huyeron. La policía logró capturarlos y les abrió un proceso que, un año después, terminó con la condena de Ulices Geovanny Rodríguez Silva a 13 años de cárcel, diez por homicidio y tres por robo, luego que la Fiscalía General de la República lograr comprobar su participación en el hecho ante el juzgado tercero de Sentencia de San Salvador.
*Mateo es el nombre clave con que la Fiscalía identificó al testigo durante el proceso judicial para proteger la verdadera identidad de la persona.