El Salvador
miércoles 27 de noviembre de 2024
Nacionales

El débil caso de la Fiscalía sobre la matanza de San Juan Opico

por Bryan Avelar


La única prueba que ha presentado la Fiscalía ante los tribunales sobre uno de los casos que más ha consternado a la población en años es el relato de un testigo criteriado con nombre clave "El Islámico".

Un testigo criteriado con nombre clave “El Islámico” es la única prueba que la Fiscalía General de la República (FGR) ha logrado presentar ante los tribunales para acusar a siete supuestos pandilleros de cometer la masacre de once trabajadores en una finca del municipio de San Juan Opico, en La Libertad, el pasado tres de marzo.

El Islámico, según la prueba fiscal presentada este miércoles 25 de mayo, es un pandillero activo del Barrio 18 que participó en la matanza de los once trabajadores en el cantón Agua Escondida, y que decidió delatar a sus homboys para reducir su pena bajo el criterio de oportunidad que le da la ley si se convierte en un testigo protegido.

Luego de casi tres meses de investigación, la Fiscalía no ha logrado establecer mayores pruebas que el relato del testigo criteriado en el que se menciona al menos a 14 sujetos que supuestamente cometieron uno de los hechos violentos que más ha conmocionado a la opinión pública en los últimos años.

La masacre de San Juan Opico y la saña con que se ejecutó espantó tanto a la población salvadoreña que, durante casi un mes después de la matanza, la principal discusión política giró en torno a si se implementaba o no un Estado de Excepción focalizado y una militarización de zonas de alto riesgo. El mismo día de la matanza, el fiscal general Douglas Meléndez pidió ante las cámaras un “basta ya” al gobierno y prometió llegar al fondo del asunto.

Pero, al parecer, las investigaciones no comenzaron  del todo bien. La misma semana de la masacre, la policía realizó un mega-operativo que terminó con 82 personas capturadas, todas presuntamente vinculadas a la masacre, entre ellas nueve empleados de la alcaldía de San Juan Opico. Todas fueron liberadas en la primera audiencia luego de que el juzgado de paz de la localidad determinara que no había elementos probatorios que los vincularan.

Esa misma semana, antes de que dejaran libre a todos los detenidos, el presidente Sánchez Cerén había dicho que todos estaban vinculados, que las investigaciones iban avanzando y que las órdenes de asesinar a los ocho trabajadores de una empresa de distribución eléctirca y tres jornaleros habían sido giradas por palabreros de la Mara Salvatrucha desde los penales de Izalco y Ciudad Barrios. Esta versión, sin embargo, fue desmentida posteriormente por la Fiscalía.

A principios de marzo, durante una conferencia de prensa, el fiscal Meléndez aseguró que la investigación del caso estaba en su etapa final y se puso 30 días plazo para presentar los resultados.

Entre los últimos días de marzo y el 20 de mayo, durante varios operativos realizados por unidades élite de la policía, fueron capturados siete adultos y dos menores a quienes El Islámico nombró y reconoció en fotografías como los autores de la masacre. Al día siguiente, el 21 de mayo, el director de la PNC, Howard Cotto, presentó a los detenidos ante las cámaras.

El lunes 23 de mayo, durante la presentación de los imputados ante el juzgado que lleva el caso, el fiscal antipandillas aseguró que el móvil de la matanza fue porque el Barrio 18 quiso “volcar” la acción represiva del Estado contra la MS, algo que no aparece reflejado en ninguna parte del testimonio de El Islámico, según consta en el expediente judicial al que Diario1 tuvo acceso.

Sin embargo, esta vez la fiscalía parece estar segura de haber dado con todos los culpables y que todos los detenidos lo son. “Tenemos pruebas que determinan en tiempo y modo la participación de cada uno de los sujetos detenidos. Todos ellos son pandilleros activos de la pandilla 18”, dijo el fiscal ante las cámaras de televisión.

Foto: Bryan Avelar / Diario1

Foto: Bryan Avelar / Diario1

Los imputados presentes durante la primera audiencia fueron David Antonio Anaya, Miguel Ángel Deras, René Mauricio Buezo, Hector Mario Baiza, Douglas Alexander Montano, y Diego Armando Acevedo.De los siete mayores de edad, solo seis se presentaron a esta audiencia, ya que uno se encuentra hospitalizado por un padecimiento respiratorio.

Al inicio de la audiencia de imposición de medidas realizada este miércoles, cuando la prensa le preguntó al fiscal sobre los tipos de pruebas que tiene, este contestó que tienen prueba “testimonial, documental y pericial” que incrimina directamente a los detenidos.

Sin embargo, al revisar el expediente, además del relato de El Islámico, el caso está plagado de fotografías y autopsias de las once víctimas de la masacre, peritajes balísticos de la escena, órdenes de detención y dos reportes de investigadores policiales que llegaron a Agua Escondida para recabar información oral días después del hecho.

Este mismo día, la jueza del caso ordenó instrucción formal con detención provisional a todos los imputados y dio un plazo de cuatro meses a la fiscalía para que termine la investigación. El plazo es corto porque, según dijo la juzgadora al final de la audiencia, la fiscalía «tiene poco por hacer».

El fiscal del caso, además, dijo tener un as bajo la manga que podría ser “determinante” en esta investigación: un video que ha circulado en las redes sociales y algunos medios de comunicación en el que se ve a dos sujetos asestándole machetazos a dos de las víctimas de la masacre. Será mediante este video, según el fiscal, que determinarán la identidad de los autores directos, aunque – al menos en la versión que se ha hecho pública – no se logra reconocer el rostro de ninguno por la calidad del audiovisual.

Asimismo, el fiscal pidió la reserva total del caso para que la prensa ni nadie – excepto las partes – tengan acceso a él; sin embargo, la defensa y la jueza sostuvieron que «no hay nada que proteger», ya que «la única prueba que tienen es el testigo que ya goza de protección».

El relato de la masacre desde los ojos de El Islámico

Según consta en el expediente judicial del caso, El Islámico es un pandillero activo del Barrio 18 que operaba en su rango de “gatillero” en la cancha de los Vatos Locos Primavera (VLP) bajo la tribu de los Tiny Locos Sureños (TLS) que opera en varias zonas de los municipios de Apopa y Quezaltepeque, misma que habría cometido la masacre de los ocho trabajadores y tres jornaleros.

Un día antes de la masacre, el día 2 de marzo del 2016, a eso de las 8:00 de la mañana, un grupo de pandilleros se reunió en las afueras de la colonia Bósques del Valle, en Quezaltepeque. Entre ellos estaban el Streeboy, La Yegua, La Negra, El Flaco y El Chevo.

Este último les dijo que había recibido una llamada de otro pandillero del Barrio 18 que le contó que al día siguiente se iba a ir a “dar” a unos “mierda” (pandilleros de la MS) en la zona de Opico, y le pidió que le hicieran “barra”.

Ese mismo día, cerca de las 7:00 de la noche, en la zona conocida como “La Coyotera”, se reunieron El Coche, El Enano, El Baba, El Fiera, El Streetboy, El Killer, El Peligro, El Inquieto, El Secreto, El Viejo Triste, y El Islámico. También estaban El Slipy de la Santa María, El Badboy de la Santa María, y otro pandillero de la colonia Santa Teresa, de Apopa.

Comenzando la reunión, El Enano, quien llevaba la palabra, les dijo que el plan era ir a matar a unos “mierda” al siguiente día, pero que nadie se tenía que “robar el show” matando gente inocente. Los pandilleros estuvieron de acuerdo y se quedaron a dormir en la zona de La Lava.

Escena del múltiple crimen. Foto D1.

Escena del múltiple crimen. Foto D1.

Al siguiente día, cerca de las 4:30 de la madrugada se levantaron y caminaron hacia la zona de opico. El Enano y El Coche iban al frente, mientras que los demás los seguían con un arma cada uno. Algunos llevaban una nueve, otros una 38, uno llevaba una UZI y El Secreto una escopeta 12.

Cuando llegaron a la zona de Agua Escondida, los pandilleros se detuvieron un rato a descansar y mientras estaban cerca de un cañal escucharon unas voces. Al asomarse a ver, uno de ellos vio que tres hombres estaban haciendo unos hoyos para poner postes del tendido eléctrico.

Los pandilleros decidieron capturarlos y luego escucharon que había más gente sobre el mismo callejón donde estaban trabajando los primeros. Avanzaron y capturaron a ocho más. A estos últimos los hicieron caminar en fila hacia el interior del cañal, pero apenas habían dado unos pasos cuando uno de ellos intentó huir.

El pandillero identificado como La Fiera sacó una pistola 9 mm que portaba y le disparó por la espalda al que huyó. La víctima cayó por un bordo, amarrado de las manos y La Fiera lo siguió para descargarle la pistola.

Cuando regresó, los otros pandilleros comenzaron a discutir que qué podían hacer con los restantes, a quienes habían maniatado con las cintas de sus propios zapatos. Entonces los hincaron y luego hicieron que se acostaran boca abajo cerca de un cerco mientras decidían si los mataban o los dejaban vivos.

Al final, los pandilleros acordaron matarlos a todos. Entonces dijeron que uno de los pandilleros no había “mojado” (nunca había matado), y le dijeron que matara  a uno con un corvo que cargaban. Entonces el menor de los pandilleros empezó a darle “bombazos” en el cuello a uno de los trabajadores mientras los demás celebraban y uno gravaba un video “para enseñarlo a los otros locos”.

A dos de las víctimas dejaron casi decapitadas, y luego otro de los homboy dijo que sería mejor matarlos a todos rápido y luego irse. Entonces comenzaron a descargar sus armas en la cabeza y la espalda de los diez trabajadores restantes y huyeron por una vereda que conduce hasta la calle principal.