El celular sonó y en la pantalla había un número desconocido. Rogelio agarró el aparato y contestó. De la bocina salió un murmullo y una voz fuerte que decía claramente “¡Aló! Mirá, soy el palabrero de la Mara Salvatrucha, y la onda está en que queremos que nos colaborés con la cantidad de cinco mil dólares para poder respetarte la vida a vos y a tu familia”.
Asustado, Rogelio no supo qué decir y se quedó mudo. Colgó sin decir nada y dejó a su interlocutor hablando solo. Minutos después el teléfono volvió a sonar.
“Cntesta a las llamadas oke. Aunque canbies el tel siempre te voy a ubicar o qres ver la foto, con tufamilia y amigos. Estu pedo ablamos oq contéstame ahora yevo esta honda” (sic), decía un mensaje de texto que llegó al número de Rogelio. Era el 26 de noviembre del año 2015 y era la primera vez que lo extorsionaban.
Las llamadas siguieron cayendo desde el mismo número, pero Rogelio se negó a contestar. Asustado e impulsado por el miedo a que algo le ocurriera a él o a su familia, el hombre se animó a denunciar y autorizó a un agente de la Policía Nacional Civil (PNC) para que ocupara su nombre en la negociación con el que horas antes se había identificado como “el palabrero de la MS”.
El teléfono volvió a sonar y esta vez fue el policía quien contestó. Luego de un par de palabras, las partes acordaron que la entrega de los cinco mil dólares se realizaría en una gasolinera ubicada sobre la autopista que conduce desde San Salvador hacia Comalapa, a la altura del kilómetro tres del municipio de San Marcos.
Tres equipos policiales se organizaron en poco tiempo para hacer la entrega controlada. Cinco días después, el primero de diciembre, los agentes trajeron consigo un paquete del que solo se veía un billete de $10 encima. Debajo del billete había recortes de papel periódico del mismo tamaño simulando el resto de los cinco mil.
Dos vehículos se desplazaron hasta la gasolinera. Uno se quedó parqueado en una posición estratégica, y en el otro se trasladó el negociador con el paquete de dinero hasta el punto acordado. Un tercer grupo de agentes se quedó en el perímetro sin dejarse ver.
Cuando el pandillero, vestido con una camisa gris y una calzoneta holgada, llegó hasta el lugar, llamó al negociador para saber dónde estaba. Una vez ubicado, el palabrero de la MS se acercó hasta la camioneta y levantó una bolsa para meter zapatos a la altura de la ventana del carro. El negociador, callado, metió el paquete con el billete de a $10 en la bolsa y se retiró.
A unos cinco metros, el segundo equipo fotografiaba al palabrero mientras recibía el dinero.
Una vez estuvo el dinero en la bolsa, el palabrero se dio la vuelta y caminó apresurado hacia la calle donde ya lo esperaban los agentes del tercer equipo para aprenderlo. Lo pararon y le dijeron que lo iban a registrar. Le quitaron la bolsa con el dinero falso y lo fotografiaron.
El pandillero fue identificado como José Danilo Zelaya Aguilar y, luego de un proceso judicial de casi seis meses, fue condenado este miércoles 18 de marzo a 12 años de prisión por el juzgado Primero de Sentencia de San Salvador.