El doctor Mauricio Colorado, ex fiscal general de la República, aseguró que en el país ya es una costumbre defender los derechos humanos de quienes no les respetan esos mismos derechos a sus víctimas y con estos, se hacen del “ojo pacho” y continúan la cadena de fechorías desprotegiendo a la verdadera población honrada.
En un artículo editorial titulado “Los derechos humanos y las pandillas” publicado en el periódico El Mundo, el doctor Colorado se refiere a la situación de inseguridad del país. Dada la importancia del tema, a continuación se publica íntegramente el artículo:
Lo que muchos califican ya como una guerra, tiene a nuestro país en una situación de inseguridad permanente que nadie quisiera sufrir. La situación ha motivado al Gobierno a enfrentar el problema con seriedad y en consecuencia ha desplegado batallones especializados para esta lucha que apenas comienza (y se espera que termine lo más pronto posible para evitar la muerte de más seres humanos).
Lo cierto es que el problema de las pandillas se dejó crecer hasta niveles tan elevados, que han provocado una reacción violenta que se ha vuelto necesaria, hasta niveles de sobrevivencia en la sociedad salvadoreña. Indudablemente que la vida fácil -sin trabajar- del pandillero, es anti natural, y provoca la esclavitud del hombre por el hombre.
Creemos que esto se inició cuando el garantismo de derechos a quienes no respetaban esos derechos de otros seres humanos, se fue imponiendo gradualmente, como la pretensión de vivir como pueblos desarrollados, en pueblos o sociedades que apenas se inician en desarrollo social y cultural, como nuestro país. O sea leyes para suizos, en países que apenas empiezan a tener nociones de cultura general.
Curiosamente, una de las señales más acusadoras de las presentes señales, son los ataques a las escuelas y a los maestros, ya que el enemigo de ese sistema criminal que pretende incrementarse, es la educación y la cultura. Leíamos recientemente que el fenómeno pandilleril, ha llegado a la tercera generación (abuelo, padre y nieto) que han aprendido a vivir explotando a sus demás semejantes, y llevando una vida fácil, con la amenaza de la muerte, como ficha de cambio.
No importa quién o quienes ni de dónde proviene la organización de las pandillas, pero lo que sí es cierto es que la pandilla no respeta el principal de los derechos humanos: LA VIDA. De alguna forma, los integrantes de las pandillas están adoctrinados de una forma muy particular, en el sentido de que perder la vida para ellos es casi como un dogma religioso- no es una pérdida, sino más bien un logro, a favor de un estructura que se fortalece. En los países orientales donde religiones extremistas como algunas musulmanes, perder la vida es recompensado con un cielo eterno, y en algunos casos con un número determinado de vírgenes, que aseguran un destino permanente de placeres, que por fin logra influir en los “escogidos” para perder el amor a la vida.
Tales ideologías con las comunicaciones desarrolladas al extremo, logran propagar estas ideas, y quienes traen en forma innata personalidades fuertes, se aprovechan de quienes son pobres de espíritu, y los primeros se aprovechan de aquellos, explotándolos sin que se percaten de que son víctimas de tales abusos.
Lamentablemente nuestras autoridades responsables de los derechos humanos han enfocado el problema con ideología política, trastocando el fondo ideológico del tema, porque por lo general, los derechos humanos solamente se reflejan a favor de quienes se encuentran fuera de la ley. En nuestro país es una costumbre defender los derechos humanos de quienes no les respetan esos mismos derechos a sus víctimas, y con estos, se hacen del “ojo pacho” y continúan la cadena de fechorías desprotegiendo a la verdadera población honrada.
Actualmente se habla ya de “justicia por su propia mano”, “escuadrones de limpieza social”, “ojo por ojo” y otras figuras de defensa, que han logrado la simpatía de la población, ante la desesperación de quienes sufren a diario el acoso de la delincuencia. Ya hemos expresado en otras ocasiones, que la sociedad moderna, deposita las labores de seguridad e investigación, y prevención y castigo del delito, en los organismos del estado, y no por la propia mano. Alguien dijo una vez, que si se aplicara la ley del ojo por ojo, viviríamos en un país de ciegos. Las medidas que aunque sea tardíamente ha tomado el gobierno para defensa de sus súbditos, son bienvenidas. El interés público priva sobre el privado. No permitamos que los políticos corruptos echen a perder tan oportuna medida.
Si quiere leer el artículo original, haga clic aquí