El Barrio 18 decidió asesinar a un vendedor de drogas que operaba en Zacatecoluca, por hacer negocios con la Mara Salvatrucha e intentar abastecer de sustancias prohibidas a ambas estructuras criminales.
Cristo Jeovany Góchez, de 25 años, era un colaborador de la pandilla 18, que recibió una brutal muerte por convertirse en “traidor” y vender marihuana y cocaína a la pandilla contraria.
Uno de los cabecillas de dicha estructura criminal con el alías “Skiper” llamó telefónicamente a otro miembro de la pandilla para informarle que debían matar al sujeto, tendría que citarlo en la colonia Los Almendros y llevarlo a una barranca ubicada al final del pasaje Karina.
El 15 de agosto de 2012, la víctima llegó a la colonia de Zacatecoluca con la idea de que realizaría una transacción de droga, pero ignoraba que moriría a manos de sus compañeros.
Uno de los pandilleros sacó un revólver calibre 38 y apuntó a la cabeza del vendedor de drogas, lo acusó de hacer negocios con la Mara Salvatrucha, lo cual aceptó, pero imploró que lo perdonaran.
Los delincuentes aseguraron que lo perdonarían, pero como medida disciplinaria le darían una golpiza, por lo que le solicitaron caminar hacia el pasaje Karina.
En el lugar, otro pandillero aprovechó un descuido para colocarle una cadena metálica alrededor del cuelo, lo arrastró por unos metros y cuando estaba totalmente sometido, lo apuñalaron en la zona abdominal y terminaron ahorcándolo.
Tras el homicidio, los sujetos se disponían a cavar un hoyo para enterrar al sujeto, cuando fueron avisados que agentes policiales se dirigían para la zona, tomaron el cuerpo, lo amarraron a una piedra y lo lanzaron a una poza sucia.
Los agentes policiales pasaron por la barranca, pero no vieron nada extraño y continuaron con su patrullaje, sin embargo, los sujetos acordaron regresar por el cadáver y enterrarlo al interior de una casa “destroyer”.
Aproximadamente a las 9 de la noche, los sujetos regresaron a la poza y sacaron el cuerpo del agua, lo metieron en un barril plástico, color azul, y lo cargaron hasta la colonia Los Almendros, donde lo enterraron dentro del recipiente en una de las habitaciones de la vivienda.
Sin embargo, para que el cuerpo no fuera localizado por las autoridades, los pandilleros encementaron la tumba, con la intención de realizar el crimen perfecto.
Un pandillero que fue capturado y acusado por estos hechos, decidió colaborar con las autoridades y relató cómo fue asesinado el comerciante de drogas.
El pasado 31 de marzo, un equipo de la Policía, Fiscalía y personal del Instituto de Medicina Legal, llegaron a la casa “destroyer”, excavaron, ubicaron el cadáver y confirmaron la versión del testigo protegido.
Este caso está siendo judicializado por Juzgado Especializado de Instrucción B de San Salvador. Varios pandilleros están siendo acusados del delito de homicidio agravado y de ser encontrados culpables podrían recibir hasta 50 años de prisión.