Rita Azucena parecía tranquila cuando cenó por última vez en su casa, la noche del martes pasado. A su lado estaban seis miembros de su familia, en la casa ubicada en el Barrio Candelaria, en Usulután. Esa noche, a diferencia de las anteriores, Azucena se fue a dormir temprano.
En la mañana de este miércoles, cuando todos en la casa se despertaron, la única que no amaneció fue Azucena. Todos pensaron que había salido temprano de la casa y que regresaría pronto. Pero no. Pasaron las horas y la familia quedó esperando hasta desesperarse.
Azucena tiene diecisiete años de edad y estudia el primer año de bachillerato opción General, en Colegio Bautista.
La adolescente, según la describen sus familiares, es de pocos amigos. “No se lleva ni con los vecinos y tampoco tiene un novio que le conozcan en la casa”, dijo su hermano.
La noche anterior a su desaparición Azucena vestía un short gris, una camiseta blanca y unas sandalias. En la mañana su cuarto estaba vacío. El único lugar que sus familiares sabían que frecuentaba era un restaurante de comida rápida. Sin embargo, cuando fueron a buscarla no estaba y nadie les dijo si ella había estado ahí.
Azucena desapareció de su casa en un territorio dominado por la Mara Salvatrucha, al oriente del país.
Un familiar de Azucena cuenta que un mes antes de la desaparición, a la casa de la familia llegaron amenazas de parte de la pandilla que domina el sector. Por eso Azucena había considerando huir del barrio asediado por la MS.
Sus familiares creen que la razón de su desaparición son las amenazas de la pandilla de la zona. Lo único que sus familiares dicen querer saber es si ella está bien.
Aunque la Policía Nacional Civil afirma no tener ninguna denuncia del hecho, la familia ha divulgado una fotografía de Azucena y un número de contacto en las redes sociales.
Una voz con tono preocupado contesta al otro lado del teléfono y resume en pocas palabras la desaparición de Azucena, la cual no deja de calificar como “extraña”. Extraña porque no saben a ciencia cierta si fue secuestrada o huyó por su propia cuenta, ya que, por su edad, según dicen, “no sería raro”.