Marcos es un salvadoreño que vive desde hace cinco años en Panamá, luego que la empresa en la que laboraba le ofreciera un puesto ejecutivo y el cual aceptó inmediatamente. Al menos, dos veces al año, regresa a El Salvador para compartir con su familia, pero después de la Semana Santa no le quedó otra alternativa que huir del país, luego de recibir amenazas a muerte de pandilleros, quienes le exigían $20,000.
Previo a las vacaciones, el ejecutivo de una empresa que comercializa fertilizantes compró los boletos aéreos, programó su viaje para domingo 19 de marzo y esperaba regresar a Panamá el 27 del mismo mes; es decir, exactamente una semana después.
La idea de comer torrejas, mangos en miel, jocotes, el pescado seco envuelto en huevos y otros platicos típicos de la temporada, generaba ansiedad en Marcos, y más, si eran cocinados por su madre que reside al oriente de San Salvador, según cuenta él mismo.
El hombre de 35 años y piel blanca, fue recibido en el Aeropuerto Internacional Monseñor Óscar Romero por su madre, su hermana y su novia, con quienes pasaría los próximos siete días de la vacación, pero necesitaba un vehículo para movilizarse.
El Miércoles Santo, un familiar le recomendó llamar a una persona que renta autos de manera informal; es decir, “de palabrita”. Acordando un precio de $25 diarios, pero sin firmar contrato alguno.
Un día después, la familia salió de Mejicanos rumbo a una de las playas del departamento de La Paz, pero decidieron realizar una parada en un centro comercial capitalino para comprar algunos artículos que necesitaban en su paseo turístico.
Luego de comprar, sobre una calle lateral del bulevar de Los Héroes, en las cercanías del centro comercial, la familia fue abordada por cuatro hombres armados que les exigieron bajar del vehículo, los despojaron del mismo, sin poder sacar ninguna de sus pertenencias personales, entre las que incluían, un pasaporte visado, teléfonos celulares, dinero en efectivo y los documentos personales de todos los ocupantes.
Posteriormente, Marcos se comunicó con el propietario del vehículo y le explicó lo sucedido, por lo que acordaron interponer la denuncia, pero el sujeto le pidió mentir ante la Policía y decir que en un descuido el vehículo fue hurtado y no se usó ningún tipo de violencia en el hecho.
Ambos hombres se retiraron de la delegación policial y aparentemente todo quedaría en manos de las autoridades, pero un familiar de Marcos recibió una llamada de los ladrones, quienes se identificaron como pandilleros de la 18 y le advertían que serían asesinados sino pagaban la suma de $20,000.
Los delincuentes detallaron a la familia que tenían toda su información personal, sabían dónde residían, sus agendas telefónicas y reiteraron que estaban siendo vigilados; a tal punto, que sabían que un día antes el compatriota residente en Panamá había visitado la casa de su novia, situación que sí ocurrió y en las circunstancias descritas por el pandillero tras el teléfono.
Ante el miedo y la incapacidad de pago, las víctimas decidieron huir de su vivienda y refugiarse con familiares residente en otro departamento del país. Marcos inició el trámite para recuperar sus documentos perdidos con la intención de regresar a Panamá lo antes posible, pero no se iría solo, su madre, su hermana y su novia, lo acompañaron.
La familia completa salió del país, la tarde del martes, y según expresaron, no tienen intenciones de volver a El Salvador.