Una ráfaga de disparos irrumpió en el silencio de la tarde en el cantón El Copinol, Zacatecoluca. De los tres tiros que escupió la pistola solo uno alcanzó a rosarle el brazo izquierdo al hombre que se había asomado a comprar. Eran cerca de las cinco de la tarde cuando cayó al suelo retorciéndose del dolor, y quizá creyéndose más muerto que vivo.
Un grupo de pandilleros de la facción Sur del Barrio 18 entró a territorio controlado por “los R”, Revolucionarios, de la misma pandilla, un sector conocido como El Maniadero Abajo, del cantón El Copinol, y dispararon en contra del papá de “El Luky”, el pandillero que lleva la palabra en esa zona.
Esa misma noche, los líderes de la facción Revolucionarios de El Maniadero se reunieron para acordar la venganza. Uno de los pandilleros que llegó al “meeting” aseguró que sabía quien había planificado el atentado, que alguien le había dicho un nombre y ese nombre era el de “El Chipilín”.
Desde el año 2005 la pandilla Barrio 18 se partió en dos, una facción tomó por nombre Sureños y otra Revolucionarios. Pues Oscar Oliva, mejor conocido como “El Chipilín”, es un pandillero de la 18 que volvió a partir al Barrio. Hasta el 2014, luego de cumplir su condena en el penal de Izalco, “El Chipilín” llevaba la palabra en el municipio de Zacatecoluca, pero terminó revelándose a sus líderes y creó una división que se convirtió en un baño de sangre desde finales de 2013 y 2014.
La pandilla salió del “meeting” con un plan: para la siguiente noche, un grupo de cinco “gatilleros” usarían trajes parecidos a los de la policía para simular un operativo y llegarían a la casa de Crisanto Buenaventura, un joven a quien los pandilleros reconocían como primo o hermano (no estaban seguros) de “El Chipilín” y lo matarían.
Eran cerca de las 9 de la noche del 21 de mayo de 2014 cuando los “postes” se repartieron la cuadra donde vivía Crisanto y vieron que estuviera despejado. Minutos después, cinco hombres vestidos de negro se pararon frente a la puerta de la casa de la víctima y golpearon varias veces. “¡Es la Policía. Abran!”, gritaron.
Crisanto se negó a abrir la puerta hasta que los pandilleros disfrazados de policías la botaron y se metieron a la casa. El supuesto primo de El Chipilín había corrido hasta el patio interior de la casa donde lo acorralaron, lo hincaron y le dieron plomo.
Tiros de fusil M16, Ak-47 y de una pistola 9 milímetros quedaron encajados en el cuerpo tendido de Crisanto. Meses después, luego de investigación técnica-científica del Instituto de Medicina Legal, se determinaría que no tenía ningún grado de parentesco con El Chipilín, por lo que la Fiscalía General de la República determinó que “la pandilla se equivocó” y mató a quien no era.
Por este y otros nueve delitos, entre ellos sostener una red de extorsión en las zonas conocidas como La Zorra en San Luis La Herradura, hacienda Obrajuelo, San Nicolás Lempa; sector del Copinol y Tecoluca, entre otros, son procesados 29 pandilleros de la 18-R en el juzgado Especializado de Instrucción “A”.
Según las investigaciones fiscales, los detenidos además cobraban la denominada “renta” a negocios como un prostíbulo donde cobraban $35 a la semana; también a quienes hacen servicio de “viajes” en pick-ups en la zona, a quienes les cobraban $138 mensuales; una cantina y un taller para bicicletas, $5 y unas mototaxis $90 al mes.
Agentes de la PNC los capturaron en junio de 2015 y desde entonces son procesados hasta que este lunes fueron presentados 27 de los imputados ante el juez, quien decretó que en los próximos días serán condenados, de ser hallados culpables.