El Salvador
lunes 25 de noviembre de 2024

“No me maten”

por Redacción


Un joven de 25 años de edad que trabajaba en un juego de lotería en Usulután fue asesinado por pandilleros de la MS por haber residido en una colonia donde operaba El Barrio 18.

Les pidió que no lo mataran. Pero lo ignoraron. Les ofreció su teléfono celular. Pero lo ignoraron. Uno de los pandilleros, que le apuntaba con una pistola 9 milímetros, le dijo que se levantara la camisa. Así lo hizo. Luego se escuchó una secuencia de disparos. Fueron ocho disparos que perforaron el cuerpo de Juan Carlos. Era de noche. Domingo 10 de enero de 2016.

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Cuatro meses antes, Juan Carlos se había mudado a otra casa. Se fue huyendo de la muerte. Vivía en la colonia Usuluteca del departamento de Usulután. Pero la clica del Barrio 18 de ese lugar le dio dos opciones: morir o largarse lejos de ahí.

No se lo pensó ni un instante. Ordenó los pocos muebles que tenía y convenció a sus padres que tenían que irse a vivir a otro lugar. Debían marcharse lo más pronto posible. No había vuelta atrás. La amenaza de muerte de la pandilla no era broma.

Desde hacía algunos meses, su madre estaba postrada en una cama. Una complicación de salud, debido a la diabetes que padece, hizo que un equipo de médicos le amputara sus dos piernas. Y desde entonces no podía moverse por su cuenta. Estaba inmóvil, sin poder trabajar, sin poder hacer nada.

Su padre, un hombre de avanzada edad, estaba desempleado. Pasaba la mayor parte del tiempo en casa. A veces hacía algún trabajo a los vecinos y se ganaba unos dólares. Pero eso no era de todos los días. El único sostén del hogar era su hijo.

Juan Carlos Palacios Pérez, de 25 años de edad, trabajaba en la Lotería de cartón“ El Cuscatleco“,  ubicada en la calle Los Pilotos, al extremo oriente del mercado central de Usulután. Era uno de los encargados de ese lugar. El salario que recibía era para ayudar a sus padres en los gastos del hogar.

Al día siguiente, luego de recibir la amenaza, se fueron a vivir a una vivienda de la colonia Córdova, ubicada en el barrio El Molino. Le pagaron a un pick up y se largaron. Atrás dejaron la casa en la que habían residido durante más de 20 años.

Pero, el nuevo lugar donde llegaron a residir es asediado por la Mara Salvatrucha. A la pandilla le llegó información que esa familia había migrado de un lugar donde opera la otra mara y las miradas de desconfianza se posaron sobre ellos, sobre todo, en Juan Carlos.

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 El día que lo mataron, Juan Carlos había pasado toda la tarde en su trabajo. A las nueve de la noche guardó los cartones y tableros de la lotería. Recogió los granos de maíz  que estaban  en las mesas de juego,  apagó las luces y cerró con candado el centro de juegos.

Se fue caminando hasta su casa. A pocos metros para llegar, le salieron al paso varios pandilleros con gorros navarone y pistolas en sus manos. Lo empujaron contra una pared y le comenzaron a preguntar de qué pandilla era.

Juan Carlos les dijo que no era pandillero. Les pidió de favor que lo dejaran ir, que no lo mataran. Pero los victimarios lo siguieron golpeando. No le hicieron caso. Después lo registraron y le pidieron el dinero. Les dijo que no andaba dinero, pero les ofreció su teléfono. Los atacantes no le hicieron caso. Uno de ellos, que tenía una pistola 9 milímetros, le pidió que se levantara la camisa y en ese instante le realizó varios disparos. El cuerpo de Juan Carlos cayó tendido en la calle de tierra, desangrado, agonizante. Falleció instantes después.

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Es mediodía. Lunes 11 de enero. El padre de Juan Carlos está afuera de Medicina Legal de Usulután. Le narra al periodista Mauiricio Menotty cómo y por qué mataron a su hijo. Dice que no habían motivos. «Mi hijo era el sostén de la casa… dicen pidió que no lo mataran, pero no gritó, no se quejó, no pujó».

Foto D1. Cortesía Noticias Menotty. Foto de la víctima Juan Carlos Palacios Pérez.

Foto D1. Cortesía Noticias Menotty. Foto de la víctima Juan Carlos Palacios Pérez.

*Con reportes de Mauricio Menotty y Salvador Sagastizado.