Se conocieron a principios del año 2013. Ella recién había cumplido 16 años y estudiaba bachillerato en un centro escolar del municipio de Apopa, departamento de San Salvador. Él tenía 27 años y trabajaba como motorista en un microbús de la ruta 38E.
El hombre le hacía miradas. La comenzó a enamorar. Un día le mandó a pedir su número de teléfono con el cobrador. Ella se lo dio. Y, desde entonces, comenzaron a comunicarse. Él le llamaba con insistencia y le pedía que fuera su novia. Ella lo terminó aceptando.
La primera vez que se reunieron fue en el Pericentro de Apopa. Después se siguieron viendo en otros lugares. En una ocasión, el sujeto le contó que había estado casado y que tenía un hijo de siete años, a quien le ayudaba económicamente.
Siempre que hablaban por teléfono le decía que la amaba, que nunca la iba lastimar, que la quería en serio. Le pidió que tuvieran relaciones sexuales. Le juró que si salía embarazada «me hago cargo del bebé» y que, además, se iba a casar con ella. Al final la terminó convenciendo para practicar el coito.
Una tarde de septiembre del año 2013, le habló por teléfono y le dijo que se reunieran en el Pericentro. Horas después estaban en ese lugar. De ahí se fueron a Nejapa, a la casa de él. Le dijo que quería estar con ella un rato a solas.
Fue ahí donde tuvieron relaciones sexuales. Lo hicieron en varias ocasiones, hasta que ella quedó embarazada. Cuando le comunicó la noticia, el sujeto se desapareció. Ya no le contestó las llamadas. En una ocasión, ella observó que estaba conectado en Facebook y le escribió. Le reclamó su ausencia. Este le contestó que no estaba trabajando y que por eso no había podido recargar su teléfono con saldo. No hablaron más.
Meses después, los padres de la adolescente se enteraron que su hija estaba embarazada. Pero su madre aún tenía dudas y la llevó a pasar consulta. Cuando iban en el microbús, ella le confesó a su madre que estaba embarazada y cómo habían sucedido las cosas.
Al enterarse, su padre fue hasta la casa del sujeto y le exigió que se hiciera cargo de su hija. Este aceptó y la acogió en su casa hasta que nació el niño. Después se desatendió. Y fue entonces que lo denunciaron ante la Fiscalía General de la República (FGR).
El Juzgado Primero de Sentencia de San Salvador condenó, el pasado 22 de enero, a Noé Esaú Zelaya Morán, de 29 años de edad, a seis años de prisión por el delito de estupro en perjuicio de una adolescente de 16 años de edad.